El camino de la sensualidad

Salud y orientación
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La sensualidad es entonces, la clave del desarrollo del hombre y la mujer. ¿Pero qué es la sensualidad?

 

Comenzaré con una breve historia: En el inicio de los tiempos la unidad se encontraba en equilibrio, hasta que se le ocurrió pensar: ¿Qué será no conocerme a mí mismo?, esta sola pregunta desató la creación de todas las civilizaciones, planetas y el universo entero. Las diversas razas existentes fueron creadas y en especial la raza humana fue diseñada como una de las favoritas. La Divinidad creó a esta raza sumergida en las polaridades del día y la noche, de lo femenino y lo masculino, para hacernos entender que es necesaria la fusión de ambas polaridades para lograr así el contacto con la Divinidad y el camino a la evolución. El hombre aportando la parte de la tierra, la ubicación en el terreno y la mujer aportando la espiritualidad.Sólo con la unión de ambos se podría lograr el propósito de la fusión de las polaridades y así la unión con la Divinidad.

La Divinidad colocó como requisito de la evolución el amor, la fusión del hombre y la mujer, la fusión que se da en los cuerpos, sabiendo que cuando los cuerpos se desnudan, se desnudan las almas. De manera irrestricta el hombre penetra a la mujer y ella a su vez lo recibe. En un acto de dar y recibir en perfecto balance en donde la ternura, la pasión y la entrega harían que la energía existente con más poder fluyera a través de sus cuerpos (kundalini) y les permitiera entrar en contacto directo con la Divinidad,determinando así, que el verdadero camino de la espiritualidad es a través del desarrollo de nuestra sensualidad, para lograr desatar esta fuerza de fusión con el todo.

La sensualidad es entonces, la clave del desarrollo del hombre y la mujer. ¿Pero qué es la sensualidad? La calidez con la que realizamos todos nuestros actos, tiene una naturaleza femenina, pero se encuentra inscrita en todos nosotros, no importando si somos hombres o mujeres, puesto que en nuestro interior reside una fuerza masculina y otra femenina, la famosa energía ying y yang, las emociones y los pensamientos, a lo que Jung llamó el ánima y el ánimus. De tal forma que es una energía en nuestro interior que se despliega en todos los actos de nuestra vida. No se trata de caminados sexys ni vestimentas provocativas. La sensualidad es más una actitud del saber que somos bellos y creación divina; implica en primer lugar sentir una actitud de respeto, cuidado y amor para mí mismo, lo que me llevará primero a verme en realidad como soy y posteriormente aceptarme así. De esta manera caminar en sensualidad será caminar en amor y cuidado para mí.

La sensualidad en primera instancia tiene que ver con el auto cuidado, para luego poder ver al otro con los mismos ojos. La calidez con la que camino, hablo, visto y me relaciono con los demás, eso es sensualidad en toda la extensión de la palabra. El cuidado de mí y mi pareja es sensualidad sin lugar a dudas. Pero en la intimidad, ésta se lleva a otros terrenos, a la calidez con que las pieles se tocan, los besos se dan, con la que nos fundimos en un acto de amor. De esta manera, se alcanzarán los niveles más elevados de fusión y encuentro con el otro. Es un acto sagrado, es la entrega total de uno a otro ser, pero sin arrebatamientos, no es pasión desenfrenada, es amor en toda la extensión de la palabra, en el cuidado de mis intenciones, emociones, pensamientos, sentimientos y actos para mí y para el otro.

La sensualidad tiene que ver con la capacidad de respirarnos a nosotros mismos, de reconectarnos con nuestro interior, para poder así, dar lo mejor que tenemos, no en la demanda hacia el otro, sino en la maravillosa oportunidad de compartirnos y disfrutarnos.

Para comenzar, hagamos un pequeño ejercicio. Toma un tiempo libre para ti, sin que nadie te moleste, y haz lo siguiente:

Colócate frente a un espejo, preferentemente uno en el que te puedas ver de cuerpo entero, al menos el más grande que tengas. Si puedes hacer el ejercicio desnudo frente al espejo, el impacto que tendrá será mayor. Es un ejercicio de ti para ti. Y dite lo siguiente: hoy te veo como eres, decido no juzgarte, sino comenzar a descubrirte. Toca tu pies y ve tu reflejo en el espejo y di: los reconozco como mi capacidad de andar en la vida, con suavidad. Diles, gracias a ustedes no sólo me desplazo de un lugar a otro, sino que también puedo avanzar en todos los terrenos de mi existencia, los amo y los respeto profundamente. Ahora toca tus piernas y di: las reconozco como un maravilloso instrumento de locomoción, de movimiento, que me permiten colocar mis pies en la tierra en todos los terrenos, caminar, correr y desplazarme en la vida como necesito. Gracias por su ayuda y su apoyo incondicional. Ahora coloca una mano en tu vientre bajo y di, te reconozco como una parte importantísima de mi cuerpo, en donde se encuentran mis órganos sexuales y la parte final de mis intestinos. Aquí reside mi calidez como persona; agradezco la posibilidad de relacionarme con los demás de manera cálida, de poder desplegar mi ternura y de buscar el equilibrio en mis relaciones. Si por alguna cuestión no he logrado lo que mencioné, estoy en el camino de hacerlo, gracias, gracias, gracias. Ahora coloca una mano en tu abdomen, y di lo siguiente: te reconozco como mi centro de energía vital, de donde obtengo toda la fuerza con la que me muevo; agradezco a todos los órganos vitales que aquí residen, su ayuda y su cooperación conmigo todo el tiempo, gracias por ello. Coloca una mano en tu corazón, y di: te agradezco por permitir que la sangre fluya por mi cuerpo, por ser el centro de mis emociones y por permitirme abrir mi ser al mundo sensible, gracias, gracias, gracias. Agradece a tus pulmones porque permiten que el aire entre por tu nariz y así la vida misma fluya a través de ti. Agradécele a tu cuello, por ser el centro que une a tu razón con tu emoción, por permitirte verbalizar tus pensamientos y tus sentimientos. Agradece a tu rostro por ser la imagen con la que te presentas ante el mundo, agradece infinitamente su auxilio y poderosa ayuda en la convivencia con los demás y en el poder poner límites cuando es necesario. Agradece a tus brazos y manos, por ser el contacto más fino con todo y todos, por poder alcanzar lo que necesitas y abrazar cuando así también lo requieres. Agradece a todos tus sentidos por permitirte experimentar la vida, sobre todo agradece a tu piel por cubrirte y protegerte y por ser también un gran instrumento proveedor de ternura y caricias. Agradece a cada parte de tu cuerpo, a tu espalda y la parte posterior del mismo. Y finalmente date las gracias por todo lo que has sido, por todo lo que eres y por todo lo que serás: gracias, gracias, gracias.

Con esta actitud de gratitud hacia ti mismo, comienza el proceso de conexión contigo y tu sensualidad, recordando que eres creación divina, que estás aquí para dar y recibir amor en armonía y paz.

Esther Guadarrama Benavides