Vida y música de Pelagio C. Manjarrez

Arte y Creación
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Fue un padre amoroso, sensible y generoso. Respetó lo mismo a los pobres que a los poderosos. Sus amigos fueron presidentes, pero también peluqueros, jardineros y caballerangos...

Pelagio C. Manjarrez nació en Tochimilco, Puebla, el 23 de marzo de 1886. Fue maestro, compositor, poeta, luchador y organizador social, periodista, ferrocarrilero.

Creció en una familia de clase media donde era el hermano mayor de seis chamacos, cuatro niños, Froylán, David y Bonifacio,  y dos niñas María Luisa y Teresa.

El padre de Pelagio, Román, era sobrino del Canónigo Bonifacio C.  Manjarrez, quien oficiaba en Tochimilco y quien logró constituir una importante biblioteca que hasta la fecha representa el acervo bibliográfico más importante de esa población. Román estaba casado con María Romano, que en las fotos aparece con vestidos en los que se usaba todavía el polizón.

Los hermanos de Pelagio destacaron en diversas actividades, tanto políticas como sociales y hasta religiosas. Froylán fue el Diputado del Congreso Constituyente que elaboró la Carta Magna de 1916-17, debatida en Querétaro que nos rige hasta la fecha, y después fue gobernador de Puebla, diputado federal y director general del diario El Nacional durante la gestión del presidente Lázaro Cárdenas.

Su inclinación progresista era muy definida. Como Constituyente participó activamente en la redacción de los artículos 27 y 123; fue actor relevante del movimiento delahuertista; defendió airadamente a la República Española desde El Nacional, lo mismo que a Tina Modotti en su famoso juicio por la Muerte de José Antonio Mella. Su epitafio en el Panteón Francés lo dice todo: Esta es la tumba de Froylán Manjarrez, aquí puede ondear orgullosa la bandera de la Revolución Mexicana.

David fue un reconocido agrónomo consagrado al reparto agrario, en donde perdió la vida en defensa de los campesinos sin tierra. María Luisa fue profesora revolucionaria y casó con Gilberto Bosques, un diplomático y político eminente que participó de manera crucial junto con Narciso Bassols en la tarea de rescatar y traer a México a los refugiados de la Guerra Civil española, así como en la Embajada de México en Cuba antes, durante y después de la Revolución cubana.  Su nombre destaca con letras de oro en la Cámara de Diputados de Puebla. Teresa casó con Dios y llegó a ser Madre Superiora de las monjas Josefinas.

Pelagio fue, si no el único, sí el espíritu más romántico de la familia sin dejar por ello de ser un activista de diversas organizaciones musicales,  sociales y sindicales.

En 1906 recibió del gobernador del estado de Puebla,  Mucio Martínez, el grado de profesor de instrucción primaria. Ese mismo año se recibió de maestro de música con la tesis El Canto en la Escuela Primaria, cuya proposición era incorporar el canto y el solfeo en la enseñanza primaria como parte sustantiva de la educación básica de los niños.

Al culminar sus estudios, inicia en 1907 su práctica profesional en Sonora, en donde entabla contacto amistoso con Adolfo de la Huerta, también maestro de música y a la postre, prominente político.

En 1908 encontramos a Don Pelagio de regreso en Puebla, desempeñándose como maestro de primaria y de música en San Juan Coscomatepec, en donde es nombrado director de la Escuela Rural en 1910.  Contrae matrimonio ese mismo año con María Contreras Sedano, con quien pronto tuvo cuatro hijos, Gustavo, Luis, María del Carmen y María Cristina. Muchos años después vendrá Alejandro, el menor de los hijos de Pelagio.

Participa en la Revolución Mexicana al lado del coronel Porfirio del Castillo, en la región de Puebla y Tlaxcala. Pelagio es encargado de ser auditor del tren México-Puebla. En un trayecto,  la máquina fue dinamitada por los zapatistas en las inmediaciones de Huejotzingo. Los revolucionarios zapatistas, solían fusilar a toda la tripulación y así, ya en el “paredón”, es reconocido por el general Fortino Ayaquica, quien había sido caballerango de la finca del padre de Pelagio, Don Román. Ayaquica le conduce a Calpan, residencia del general zapatista Domingo Arenas, quien le concede un salvoconducto y con ello, la vida.

Una vez liberado, regresa a pie a la Ciudad de Puebla a la que arriba dos días después y donde, para su sorpresa, se están celebrando sus exequias, pues se le consideraba ya muerto. Al entrar en su casa de la esquina de Cruz de Piedra y 18 Poniente se rezaba un rosario en su memoria, provocando su presencia el desconcierto, susto y natural felicidad de su familia.

Después se involucra en la revolución delahuertista y en el gobierno de Puebla como Jefe de Policía y Seguridad del Estado, durante 1922-23, en donde organiza la Banda de Música del Estado. Es entonces gobernador del estado de Puebla su hermano, Froylán.

Con la derrota del movimiento delahuertista, la familia se ve obligada a huir del estado y, en el caso de Froylán, del país.  Pelagio  debe refugiarse en el  Distrito Federal en donde de todas formas es perseguido político y, en consecuencia, impedido de ejercer abiertamente su profesión. Lo hace de manera clandestina en la Escuela Rural de Milpa Alta, en el D.F., con el riesgo de ser aprehendido y fusilado en el acto, como veremos enseguida.

La historia del trayecto de Pelagio hacia el Distrito Federal a la cada del movimiento delahuertista es interesante. Acatando órdenes del presidente Álvaro Obregón, Pelagio y Froylán son aprehendidos en Puebla por su amigo el general Juan Andrew Almazán, jefe de la Zona Militar del estado. El general comunicó personalmente al Presidente de la aprehensión, quien respondió dándose por enterado del fusilamiento, insinuando que, en efecto, así se procediera.

El General Almazán desestima la insinuación de fusilar a los  Manjarrez y decide remitir a sus amigos ante el propio Presidente para que fuera éste quien tomara la  determinación final sobre la vida de los detenidos.

Al ser llevado en calidad de preso de Puebla hacia el D.F., todo sucede, como es natural, sin preparativo alguno. Va acompañado sólo de su esposa, María, sin dinero y con lo puesto. Sus dos hijos varones, Gustavo y Luis, aún niños, angustiados por la circunstancia, suben como polizones al tren Interoceánico para acompañar subrepticiamente a los padres en desgracia.

En el trayecto, sus camaradas ferrocarrileros le advierten discretamente que al llegar a la Capital, al  arribar a los andenes de la Estación de San Lázaro serán aprehendidos para ser fusilados, de manera que se improvisa un falso movimiento de trenes para facilitar que bajaran, en cosa de minutos, unas cuadras antes de la estación.

Los chamacos por las ventanas, los demás como pudieron, descienden el tren para ser recogidos por tres autos de camaradas con destino a un escondite en Peralvillo.

El chofer del auto donde va Pelagio con su familia, pierde a los otros dos en la huida. As las cosas, sin dinero ni rumbo fijo, Pelagio decide perderse en el anonimato urbano y se encamina al lugar más concurrido de la ciudad, el zócalo, donde deambula con su familia y después se aloja en el Hotel German-American, localizado precisamente frente a la estación del ferrocarril. Froylán y David logran llegar al escondite y salen al día siguiente disfrazados de carboneros rumbo a Veracruz.

El dueño del Hotel le escondió durante un mes y por cortesía de la casa, ya que conocía a Pelagio como huésped de los tiempos en que era auditor de los ferrocarriles. No podía durar esa protección. Hoy como entonces, los negocios son negocios, los miedos son miedos, y Pelagio y su prole debieron dejar el Hotel.

Se mudaron a una casa modesta en la calle de Arista en donde siguió escondido hasta que José Vasconcelos, secretario de Educación, y el maestro Joaquín Beristián, director de Cultura Estética, no sin correr  riesgos, le consiguieron compartir una plaza de maestro en Milpa Alta, de manera que Pelagio daba la clase pero otro cobraba –y compartía, naturalmente– el cheque. Dadas las circunstancias, era jauja.

Al atemperarse los ánimos en la vida política nacional, Pelagio se incorpora a trabajar como jefe de Auditores de Trenes y Gerente de Carros Especiales de los Ferrocarriles Nacionales de México. Ahí realiza una labor política laboral y participa como fundador del Sindicato Nacional de Ferrocarrileros, junto con Alfredo Navarrete y Luis Gómez Z.

Apegado siempre a la música, no sólo compone y ejecuta sino que asume una creciente actividad política como miembro fundador del Sindicato de Autores, Compositores y Editores de Música, al lado de Alfonso Esparza Oteo, Tata Nacho, Mario Talavera, Chucho Monje y otros.

Cuando se inaugura el estadio Benito Juárez de la Ciudad de México, un magno coro escolar dirigido por Pelagio entonó el himno que él compuso para esa conmemoración.

En su afán por hacer música y al mismo tiempo impulsarla, organiza y dirige la Orquesta Típica de la Ciudad de Puebla y ahí también, se aplica a promover  la Asociación Nacional de Charros. En el cine Variedades, de dicha ciudad, presenta la revista Puebla de mis Amores con su música y letra de Guz Águila.

Se da tiempo para organizar y dirigir la Banda Militar del Estado de Puebla y diversas bandas municipales en Oaxaca y Torreón.

Es Presidente del Noticiero CLASA Films Mundiales, que muchas generaciones vimos en los cines del país antes y aún mucho después de que apareciera la televisión.

Realiza ahí una intensa y vanguardista labor periodística con su hijo Luis, quien hizo una larga y exitosa carrera política en Puebla recorriendo la Cámara de Diputados, la presidencia municipal, el Senado y ya, en el final de su vida (2002), presidió el Patronato del Niño Poblano, entre las numerosas actividades que incansablemente emprendió durante su existencia llena de inquietudes, proyectos y realizaciones.

Don Pelagio compuso canciones mexicanas, marchas, pasos dobles, fox trots, danzas, valses, tangos, intermezzos, destacando la colaboración de Jaime Torres Bodet con la letra de canciones como Porque me has besado tú.  Durante muchos años la célebre estación de radio XEW inició sus transmisiones con una marcha compuesta por él.

Pelagio fue un padre amoroso, sensible y generoso y un abuelo por demás tierno y adorable. Insaciable en su capacidad amistosa, siempre fue respetuoso del otro. Trataba con elegancia y respeto lo mismo a pobres que a poderosos. Sus amigos fueron presidentes de México lo mismo que peluqueros, jardineros y caballerangos. Y quienes le conocimos sabemos por qué su naturaleza era dar, lo que hacía constante y alegremente, a conciencia.

Afable y dulce, sabía escuchar y sobre todo sabía enseñar con sutileza y gran efectividad. Maestro al fin, prodigaba su talento, experiencia y humanismo sin reparo alguno, sin regateo. Igual nos enseñó a amar la música y la historia que a montar y acicalar al caballo, a leer y a narrar cuentos que a hacer magia, a cocinar o a disparar un arma.

Quizás su cercanía con la muerte y con la adversidad, le convirtió en un ser sabio y excepcional, intensamente vital, sereno y apasionado, capaz de comprender y tolerar con una visión como la que sólo tienen quienes logran el privilegio de ser  humanos a plenitud, a totalidad, intensamente, discretamente.

Fallece Don Pelagio en la Ciudad de México el 31 del mes de agosto de 1952 a los 66 años, pero como ayer, aquí vive su obra, con la misma emoción que cuando deslizaba la plumilla sobre el pentagrama para dejarnos hoy y mañana, con el alma herida, marcada para siempre por la belleza de su música, de su poesía, de su ejemplo.

 

PRINCIPALES COMPOSICIONES 

Aguiluchos, marcha; Alicia, vals;

Alma herida, vals, letra de Alejandro C. Manjarrez; Bojórquez, marcha; Caricias, vals de concierto.

Cielo durangueño, paso doble flamenco; Cláveles rojos, paso doble; Columba, vals; Cuando la patria nos llama, canto guerrero, letra de L. Guezala Cochi;

China Poblana, canción.

Elegida, vals; El charro negro, paso doble; El Rodeo, paso doble flamenco; Ensueños, schottisch; Evelia, vals.

Exordio nupcial, intermezzo; Falena (mariposa), vals lento para canto y piano, letra de Adonay Novelo; Florecita, canción mexicana; Gloria, vals; Himno a la Madre, barcarola, letra de Alberto Martínez H.

Lejos de tí, canción; María Cristina, danza; María del Carmen, fox trot; Momento musical; Olé, paso doble.

Paso de la Bandera, marcha; Porque me has besado tú, canción mexicana, letra de Jaime Torres Bodet; Quimera, danza; Rancherita Primorosa, canción mexicana.

Revista musical, así es Oaxaca; Revista musical, Puebla de mis amores, Sonrisa de ángel, berceuse para piano, Toujours a toi, pieza para dos pianos; Trébol, tango.

Vals, Serenata; Vida mía, vals; Viva mi niña, fox trot. 

Armando Labra Manjarrez*

Armando es hijo de María Cristina y, por ende, nieto de Pelagio Fue un destacado economista y uno de los impulsores del despegue académico-administrativo de la Universidad Nacional Autónoma de México. Antes había realizado diversas actividades políticas: fue diputado federal, subsecretario de Gobernación de México y coordinador de importantes asesorías nacionales y del Programa Nacional de Empleo. Dejó varios libros escritos. Su paso a la otra dimensión ocurrió en el 4 de abril de 2006.

Dejé tal cual la semblanza porque fue la pronunciada durante el homenaje a mi padre, acto donde fui el conductor. Se realizó en el Palacio de Bellas Artes, sala Manuel M. Ponce.

Alejandro C. Manjarrez

Redacción Réplica