Con este calorón… mejor cuida tus defensas

Salud y orientación
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Este calorón pasará, como todo...

El cuerpo humano es una máquina sabia, pero también muy sensible. No hay que ser médico para notarlo: estos calores de horno industrial no sólo nos hacen sudar como si estuviéramos pagando una culpa ancestral, también bajan nuestras defensas. Sí, así como lo lees. El sistema inmunológico no es una roca indestructible, es más bien un ejército que necesita alimento, agua y descanso para defendernos de las amenazas invisibles que flotan en el aire, en el vaso mal lavado del restaurante o en el saludo de un vecino estornudón.

Y en esta temporada, lo estamos desarmando sin darnos cuenta.

Cuando hace tanto calor, el cuerpo se esfuerza por mantenernos frescos. Esa transpiración constante no es un castigo, es un mecanismo de refrigeración. Pero al sudar, no solo perdemos agua: también perdemos electrolitos, minerales esenciales como el sodio, el potasio y el magnesio. Sin ellos, nuestros músculos se fatigan más, nuestra mente se nubla, y nuestras defensas… se desploman. Así como un celular que baja de 80 a 2% sin aviso previo.

A esto súmale los cambios bruscos de temperatura: sales del calorón infernal de la calle y entras al aire acondicionado de oficina que parece refrigerador de carnicería. Tu cuerpo no tiene tiempo de adaptarse y lo resiente. La mucosa de nariz y garganta, primera línea de defensa ante virus y bacterias, se reseca, se agrieta y deja pasar lo que no debería. Resultado: infecciones respiratorias que no avisan ni piden permiso.

Y como si no bastara, cuando hace calor tendemos a comer peor. Menos verduras, más refresco. Menos comidas completas, más botanita chatarra. ¿Y dormir? Dormimos mal, inquietos, enredados en las sábanas y sudando como si corriéramos un maratón nocturno. Todo eso suma: mala alimentación, deshidratación y mal descanso hacen que nuestras células inmunológicas anden como zombis: confundidas, lentas, desmotivadas.

Entonces, ¿qué hacemos? Aquí no se trata de dramatizar, sino de actuar con cariño hacia el cuerpo. Algunas ideas simples:

  • Hidrátate: pero no solo con agua. Agrega un poco de sal y limón, o consume frutas con alto contenido en agua como sandía, melón, pepino o naranja.
  • Come bien: dale a tu cuerpo vitaminas con nombre propio (C, D, B12) y minerales que no suenan a medicina, sino a tierra fértil: zinc, hierro, selenio.
  • Cuida los cambios de temperatura: evita exponerte a extremos sin transición. Si puedes, baja el aire acondicionado poco a poco y lleva una prenda ligera que te cubra el pecho y el cuello.
  • Duerme: de verdad. No con el celular en la cara ni con la tele gritando. Descansar es reparar, y reparar es defenderse mejor.
  • Y baja el estrés: sí, también eso baja las defensas. No todo se soluciona con vitaminas si la mente va en cuarta y el cuerpo en reversa.

Este calorón pasará, como todo. Pero mientras tanto, mejor cuidarse. No por paranoia, sino por amor propio. Que tu cuerpo sepa que puede contar contigo.

Tobías Cruz