La luz azul del celular, de la computadora, de esa tableta que usamos hasta que el sueño nos vence, no solo nos roba el descanso. Nos deja pequeñas huellas en la piel...
¿Y si el amor no existe?
¿Nos rendimos? ¿Negamos al amor como quien niega a un dios ausente?
El ghosting: evasión emocional en tiempos modernos
El fantasmeo es terrorismo emocional...
Con este calorón… mejor cuida tus defensas
Este calorón pasará, como todo...
Las cinco almas orgánicas: Claves para una vida emocional equilibrada
No se trata de ser perfecto, sino de aprender a escucharnos y descubrir cuál de estas almas necesita fortalecerse en cada etapa de nuestra vida...
Regar la flor muerta
Cuando el amor ya no existe y uno de los dos insiste e insiste hasta enloquecer
Dejar ir
Hay que involucrarnos con esa persona en nuevos términos (tomando en cuenta nuestras necesidades y por ende a nosotros mismos). Si una persona es adicta al alcohol, a las drogas, al sufrimiento, al conflicto o a otras personas, soltemos su adicción, quitemos las manos del asunto...
Observa tu pensamiento
Más ligera. Más tú...
A veces no es la vida la que duele. Es lo que pensamos de ella.
Un recuerdo malinterpretado. Una idea repetida tantas veces que ya parece verdad. Un pensamiento oscuro que se esconde detrás de cada sonrisa, como quien susurra que nada tiene sentido.
Pero tú no eres lo que piensas. No eres esa voz que te dice que no puedes, que no vales, que no sanas.
Obsérvalo. Al pensamiento. Sin miedo. Sin pelear con él. Sólo míralo pasar como se observa una nube en el cielo: viene, se forma, y se va.
No te metas ahí. No te encierres en la historia que tu mente inventó. Porque si te crees todo lo que piensas, te perderás en laberintos que no existen, en dolores que no son de ahora, en miedos que ya no tienen sentido.
Analízalo. Pregúntale de dónde viene. De qué infancia, de qué herida, de qué silencio. Pregúntale por qué se repite tanto. Y luego, platícalo. Dilo en voz alta. Escríbelo. Cuéntalo a alguien que no juzgue. Sácalo de tu cabeza y ponlo en el mundo, para que deje de crecer en la sombra.
Y sal de ahí. Porque la mente también cansa. Y no todo lo que pasa por ella merece quedarse.
Ahora sí: siente tu dolor. No lo evites, no lo niegues, no lo disfraces. Si duele, es que algo importa. Si duele, es que estás viva.
Pero no confundas dolor con condena. El dolor pasa. El pensamiento, también. Y tú puedes quedarte.
Más ligera. Más tú.
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