“Estando el diablo de ocioso, se metió a chismoso”

Como te lo dije antes, lector cómplice, la jerarquía eclesiástica me miraba con recelo. Era yo producto de la cultura del esfuerzo, en su sentido poético. Mi origen social, modesto en apariencia, los mantuvo inquietos y nerviosos porque contra lo que suele ocurrir con los hombres y mujeres del pueblo, procuré mantenerme alejado pero respetuoso de ése y de otros credos religiosos. Incluso mi beata esposa se aisló de tales manifestaciones para no alterar el sentido laico que impuse desde mi toma de posesión, cuando dije que para el gobierno las religiones existentes tenían el mismo peso y valor, sin importar que fuesen de pluma, piedra, papel, oro, cobre, acero… o de plomo. Una alegoría que se le ocurrió al ghost writer que contraté ex profeso para el discurso inaugural. La respuesta tardó pero llegó y puntillosa a través de otro fantasma, en su caso no escritor sino vocero del Yunque, el grupo retardatario cuyos golpes de pecho cimbran el cuerpo y pueden llegar a producir vibraciones que afectan al cerebro.

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