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Experiencia e inversión...

En México se menosprecia la experiencia. Hago la acotación: no en todos los sectores, pero sí en la mayoría de las empresas. Cuando una persona busca trabajo después de los 40 años, suele ser mal vista por el departamento de recursos humanos.

También ocurre cuando un profesionista independiente cobra una cantidad considerable por su trabajo: es mal visto. O si cumple con su encargo de manera rápida y eficiente: también es mal visto.

Uno de los principales valores agregados en cualquier profesión es la práctica, la experiencia y todo lo que ello implica: estudios, años de trabajo, errores corregidos, aciertos acumulados. Sin embargo, muchas empresas buscan recién egresados para moldearlos a sus políticas y necesidades. Gastan en capacitación y pierden recursos valiosos en prueba y error. Alegan que no contratan a personas mayores porque son “mañosas”, porque “ya casi se jubilan” o porque “se pueden enfermar”.

Un ejemplo: un diseñador gráfico realiza un logotipo en día y medio. Su cotización es de varios miles de pesos. El cliente queda impactado por la rapidez… y el costo. No le gusta. Se va con un diseñador más barato. Pasa varios días trabajando junto a él, participa en el diseño, se siente satisfecho y paga solo un porcentaje de la primera cotización. Meses después, un familiar le señala: “Tu logotipo es igualito al de las paletas japonesas. Mira”. Un vil plagio.

El empresario entra en crisis. Está invirtiendo todo su patrimonio en un producto cuya imagen podría ser señalada como copia. Regresa con la primera opción y paga lo que debió pagar desde el inicio.

¿Por qué el primer diseñador cobró más y entregó más rápido? Por experiencia y preparación. Ha realizado cientos de proyectos exitosos. Tiene un doctorado en su área. Conoce las tendencias, los colores, los riesgos legales, la imagen corporativa. Sabe qué se puede y qué no se puede hacer. Todo eso lo ignora quien apenas comienza.

Las personas mayores de 40 años tienen experiencia. Ya cometieron los errores que los jóvenes apenas van a cometer. Conocen las tendencias, han enfrentado situaciones de riesgo para la empresa y han sabido resolverlas.

Hoy, en un escenario donde muchas empresas quebraron durante la pandemia, las que sobrevivieron deberían voltear a ver a estos profesionales y tomarlos en cuenta si algún día tocan sus puertas y se entrevistan con sus departamentos de recursos humanos.

Podrían ahorrarse mucho en la curva de aprendizaje de sus nuevos empleados. Incluso podrían contratar a un cuarentón con un veinteañero de aprendiz.

No hay que menospreciar la experiencia. Es el secreto para salir adelante de los problemas de forma súbita y exitosa.

Empresas: atrévanse a llegar al éxito con la experiencia de los cuarentones.

Nos leemos pronto.

Tobías Cruz