Hay que involucrarnos con esa persona en nuevos términos (tomando en cuenta nuestras necesidades y por ende a nosotros mismos). Si una persona es adicta al alcohol, a las drogas, al sufrimiento, al conflicto o a otras personas, soltemos su adicción, quitemos las manos del asunto...
Pocas cosas pueden enloquecernos más que esperar algo de alguien que no tiene nada que dar. Pocas cosas pueden frustrarnos más que intentar hacer que una persona sea quien no es. Quizá tenemos años tratando de mejorar una relación ya sea con nuestra pareja, con nuestro padre o madre, con algún hijo, con el jefe, en fin con una persona en especial de nuestro pasado y de nuestro presente. Quizás hemos pasado años intentando que alguien nos amara de cierta manera, cuando esa persona no puede hacerlo o no lo hará.
Es momento de dejar ir. Es momento de soltar a esa persona. Eso no significa que ya no podamos amarla. Significa que sentiremos un alivio inmenso cuando dejemos de negar la realidad y comencemos a aceptarla. Liberemos a esa persona para que sea quien es en realidad. Dejemos de intentar que sea alguien que no es. Manejemos nuestros sentimientos y alejémonos del sistema destructivo. Aprendamos a amar y a preocuparnos tomando en cuenta la realidad.
Hay que involucrarnos con esa persona en nuevos términos (tomando en cuenta nuestras necesidades y por ende a nosotros mismos). Si una persona es adicta al alcohol, a las drogas, al sufrimiento, al conflicto o a otras personas, soltemos su adicción, quitemos las manos del asunto. Devolvámosle su vida. Y nosotros en el proceso, recibiremos a cambio nuestra vida y nuestra libertad.
Dejemos de permitir que nos controle lo que NO obtenemos de esa persona. Hagámonos responsables de nuestra vida y de la contribución que damos para que esta relación se dé de esa manera.
Tal vez nos enojemos o nos sintamos lastimados, pero llegaremos al terreno del perdón. Liberaremos a la otra persona y sobre todo a nosotros mismos.
Esto es lo más importante para poder desprendernos, hagámoslo con amor. Dejemos ir ¿y qué es dejar ir? Dejar ir es un proceso espiritual, emocional, mental y físico. A veces es un proceso misterioso el liberar ante el universo aquello a lo que nos aferramos tanto.
Dejemos de aferrarnos a las personas, a los resultados, a las ideas, a los sentimientos, a lo que queremos, a las necesidades, a los deseos, a todo. Dejemos de tronarle los dedos a la vida. Es importante reconocer qué necesitamos y cómo queremos satisfacerlo, pero es igualmente importante soltarlo.
Dejar ir es la parte activa de la fe. Es una manera de estar dispuestos a recibir lo que la VIDA nos da, y confiar que siempre será lo que más nos conviene aunque a veces no lo parezca. Dejar ir es reconocer que aferrarnos asfixia una relación, un proyecto, una vida, de hecho bloquea la fluidez de cualquier relación, con alguien o con algo.
¿Quiénes nos sentimos, qué creemos saber exactamente, cómo deben suceder las cosas? O, ¿cómo debe transcurrir nuestra vida o peor aún la de los demás?
Hay magia en el hecho de dejar ir… compruébalo. A veces los resultados llegan rápido, en otras ocasiones hay que esperar, a veces no obtenemos lo que deseábamos, la mayoría de las veces, si fue auténtico ese soltar, llega algo aún mejor.
Relájate, deja ir lo que más te molesta, confía que al hacerlo habrás puesto a funcionar Algo Mayor que hará operar los engranes de una manera que ni siquiera hubieras imaginado, y seguramente dirás: ¿Mejor? ¡Imposible!
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