Mis perros, mis amos 

Vida & Sociedad
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Acariciarlos y cuidarlos te brindan  bienestar emocional, por eso, atesóralos...

 

Jodorowsky 

Escuché por ahí que los perros son mascotas sometidas, más bien, en mi caso, estoy sometido a mis canes labradores. 

Tengo que trabajar para comprarles croquetas que los nutran, y no solo algo que les llene. De vez en cuando reciben premios de carne y huevo. 

Cuentan con un jardín de buen tamaño donde hacen tremendos hoyos o cuevas. Además de sus casas limpias que, uno de ellos, masticó hasta convertirla en chatarra. 

De pequeños, lidié con sus travesuras, el más chico, que cariñosamente recibe el epíteto de engendro del demonio, sacó un sillón de la sala al jardín y lo despedazó completamente. Ellos siguen moviendo la cola, corriendo, comiendo a sus horas, divirtiéndose y viendo a su esclavo montar en cólera de vez en cuando. Eso sí, los patrones se enojan y avientan su plato a la pared si se me ocurre olvidar llenarlo de agua fresca y potable. 

Con la edad comprendí que así son y es lo que toca. Se llaman Jhon (el más chico) y Jodorowsky. Al segundo le puse así pues le pregunté a Alejandro Jodorowsky, el cineasta, don; ¿le puedo pedir algo? (Quería usar unos de sus pensamientos o algo así), me contestó: no tienes que pedirme nada, te autorizo a hacer lo quieras. Y por mi inmadurez hace más de una década, le puse así a mi perro. Sentí un poco de soberbia del personaje. Hoy, lo veo como una deferencia a mi persona y así lo guardo en mi memoria. 

Alguna vez uno de ellos, el negro Jhon, se enfermó. Ahí supe qué importante era para mi. Fue llevado al hospital perruno y salvado. Aprendí a inyectar a un perro pues no es lo mismo que a un humano. Tienen la piel muy gruesa y no puedes inyectarle en donde sea, una mala punción los puede lastimar gravemente.

Esta reflexión la plasmé en letras con la intención de transmitirles que tener a un perro no es una moda, ni un capricho. Viene con una gran responsabilidad, pues al final del camino nos convertimos en sus esclavos. Su bienestar depende de nosotros, y así será siempre. Nada que ya cumplieron su mayoría de edad, se fueron a la universidad e hicieron su camino. Nos acompañarán el tiempo que nos los preste la vida. 

Quiérelos, respétalos y entiéndelos o no los tengas. 

Acariciarlos y cuidarlos te brindan  bienestar emocional, por eso, atesóralos. 

Un perro no es un juguete.

Jhon 

Miguel C. Manjarrez