¿Y si el amor no existe?

Salud y orientación
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

 

¿Nos rendimos? ¿Negamos al amor como quien niega a un dios ausente?

A veces me pregunto si eso que llamamos amor no es más que un truco elegante del cerebro. Un sistema de recompensas disfrazado de poesía. Un intercambio de dopamina por compañía, de serotonina por tacto, de oxitocina por promesas. Si no será que amamos, o creemos amar, solo porque nos sentimos bien cuando estamos con alguien. Porque nos mira. Porque nos toca. Porque nos dice lo que necesitamos oír cuando el mundo ruge demasiado fuerte.

Y entonces surge la otra duda. Una que me escuece más que las anteriores:

¿Se puede enamorar un psicólogo?

¿Puede alguien que ha leído todos los manuales sobre el apego, la proyección, la transferencia, las heridas de infancia y las trampas de la mente… caer rendido ante otra persona sin estar analizando cada movimiento, cada palabra, cada silencio? ¿Puede dejar de ver mecanismos de defensa y ver, simplemente, una sonrisa?

Me lo he preguntado muchas veces. Si quienes entienden cómo funciona el truco pueden, aún así, dejarse hechizar. Si se puede saber que estás respondiendo a un reforzador positivo —un mensaje por la mañana, una caricia a deshoras, una validación inesperada— y aún así seguir sintiendo mariposas.

¿O es que esas mariposas solo son un efecto secundario de la bioquímica y los vacíos emocionales bien estimulados?

Tal vez el amor no exista como lo hemos contado.

Tal vez lo que existe es la necesidad. El deseo de no estar solos. El anhelo de que alguien nos confirme que valemos, que importamos, que estamos vivos.

Y en ese hueco —que a veces parece abismo— construimos castillos. Les llamamos “historia”, “alma gemela”, “destino”. Pero podrían llamarse igual “dependencia”, “resonancia” o “miedo a la soledad”.

¿Y entonces?

¿Nos rendimos? ¿Negamos al amor como quien niega a un dios ausente?

No lo sé.

Solo sé que, a pesar de todo, quiero seguir creyendo. Aunque sea mentira. Aunque sepa el mecanismo. Aunque conozca el truco.

Porque hay mentiras que calientan más que muchas verdades.

Y yo, que he leído tanto, todavía quiero que alguien me lea como si fuera un poema.

Aunque sepa que solo está respondiendo a un estímulo.

Tobías Cruz