Esto es una historia fantasía realidad de la vida de algunos gobernadores. Todavía hay quienes viajan por carretera. Viven en casas propias y se dan los lujos de un ciudadano que gana 150 mil pesos al mes, no más. Bueno eso espero...
Hemos escuchado muchas veces la "promoción" vive un día como Rey o como artista; y por qué no como político mexicano. Que no es lo mismo, pero es casi igual.
Hagamos un ejercicio de imaginaria y junto con la información recaudada en varios medios nacionales, construyamos un día en la vida de un gobernador mexicano. Que conste que cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.
Situémonos primero en el ambiente, la locación: una propiedad de 2 hectáreas o tres. Cuenta con helipuerto, porque un gobernador no anda en otra cosa, una alberca, cancha de tenis, salón de fiestas, oficinas de primer mundo; el gobernante está acostumbrado a despachar desde casa. Todo remodelado con dinero público. Pero qué son 70 millones de pesos o 140 o 300.
El personaje en cuestión está satisfecho con lo que encargó antes de asumir su responsabilidad. "Quiero que tiren todo, y que lo hagan a mi gusto" pero señor lo que pide cuesta más de 180 millones. "No importa, yo mando. Trasparentas la mitad y lo de adentro dices que es cuestión de seguridad nacional" ¿Nacional? "SÍ, nacional, vete acostumbrando, estás frente al próximo Presidente de México”.
En este ambiente, acabados de lujo y maderas exóticas, despierta el amigo gobernante. Suena el despertador. Lo espera como todos los días un expreso doble, de esos exóticos. Debe estar puntual en la mesa de afuera de su recámara. Sale por el humeante placer, obviamente nadie debe verlo en fachas. Lo toma y se dispone a realizar la rutina diaria de limpieza y acicale.
Después de una hora, baja al comedor. Lo espera el chef, quien acostumbrado al mal humor del funcionario, tiene todo lo que siempre pide previamente listo. Varios platillos. El político es un hombre de finos gustos, pero no muy variados. Ese día desayuna omelette con queso de cabra y salmón. Jugo de arándano y pan negro con una hoja de oro y mermelada de higo. (El oro sirve para mantenerse joven). Algo extraño pero así son los hombres de éxito.
Pasados 40 minutos, baja a la mesa la esposa. Se saludan y platican unos momentos. No duermen juntos. Ella tiene actividades fuera de casa, por lo que sale de ahí a los pocos minutos. Llega la comitiva, 4 hombres y una mujer. Le hacen un resumen de lo que ha salido en la prensa. Él pregunta, "alguien me madreo", los de siempre señor."Ah los temerarios. Pronto acabaremos con ellos". ¿Algo importante? No señor puros chismes y críticas. No aguantan el progreso. Son pueblerinos. "Querrás decir, nacos", contesta con una sonrisa cínica.
Después de la amena charla, el equipo le informa de sus actividades e invitaciones.
Señor está invitado al informe de tres gobernadores.
¿Tres? Responde.
Sí señor.
¿Y se empalman?
No señor.
Iré a los tres. ¿No crees que sea políticamente incorrecto? pregunta.
El "asesor" contesta: las relaciones públicas son importantes.
Claro, esa es la razón. Buenas relaciones con los amigos de la CONAGO.
El señor se retira unos momentos. El helicóptero llega. Le llaman el Ferrari del aire. El equipo más sofisticado. Puede volar con cualquier clima. Es nuevo y propiedad del gobierno. Para uso exclusivo de la familia. Además cuenta con otros tres, por aquello del "hoy no circula".
El funcionario se dispone a abordar. Pregunta al piloto: itinerario. Señor iremos a una inauguración, después a una reunión en el hotel y luego al Distrito Federal. Terminando su reunión de 30 minutos vamos a Toluca para abordar el jet (un Lear Jet nuevo).
Perfecto responde. Coincide con lo que tengo en mi tablet. ¿Y Héctor? (El secretario privado) siempre hay que esperar a ese cabrón.
En ese momento entra al helicóptero. Cabrón ¿dónde estabas? Vengo de finanzas señor. Traigo este maletín. El helicóptero despega.
Continúa la plática. Se desconectan las vías de comunicación con la cabina. Por la sofisticación del aparato, tiene una pared que divide el habitáculo, así como una cabina aislada que permite hablar con tranquilidad.
Continúa el acuerdo...son veinticinco millones de pesos. Son para Charly, su corredor de bolsa. Me dijo el secretario de finanzas... Es interrumpido abruptamente. No me des tantas explicaciones. En esos temas no me meto. Es mejor no saber nada. El viaje se realiza en calma y se habla de las múltiples reuniones que hay que atender. Sobre todo de banalidades como tipo de atuendo, zapatos, regalos y relaciones públicas.
Después de algunos minutos arriban a un hotel en Polanco, Distrito Federal. Bajan del helicóptero, llamado cariñosamente por el gobernador como "pantera". El jefe tiene reunión con otro gobernador. Se negocian acuerdos y alianzas. Miras al futuro. Sueños y apoyos.
Termina la reunión y entra a un privado. Ahí está Charly. Después de un abrazo fraternal, piden un expreso doble con un gajo de limón y un alfajor argentino, de esos envueltos en terciopelo y finamente empacados en una caja de madera preciosa. La plática es concisa y clara. Aquí está el maletín. Este recurso es para mi cuenta. Recuerda que los intereses del fondo local se dividen en dos: al proyecto y a mi “AFORE” Cabrón. Ah y no te mandes con tus comisiones. (Se escuchan carcajadas).
El tipo es de entera confianza. Antes de finalizar la reunión surge una duda. Oye Bro ¿y la lana de los corderos? (Así le llaman a los burócratas que se tienen que mochar con la mitad del sueldo), ese es un fondo de contingencia. Luego te avisan para donde va. Me tengo que ir. Nos vemos pronto en Texas.
El jefe sale presuroso y aborda a la pantera. En cuestión de minutos aterriza prácticamente en el jet encendido para dirigirse al informe del colega.
En el avión lo esperan dos secretarios. Dos horas de acuerdo. Se tratan temas escabrosos, por la secrecia del lugar. Sin antes preguntar: ¿Está limpio el avión?, Sí señor es el nuestro. Estricto cuidando y vigilancia. El funcionario dice: no nos vayan a aplicar lo que le hicimos al candidato (se escuchan risas).
El Lear jet aterriza y el gobernador acude a su compromiso. Los secretarios lo esperan en el salón VIP a disposición de las personalidades que ocupan aeronaves privadas.
La misma rutina se repite dos veces más. El gobernador regresa a su estado de origen a las 7 pm. Llega directamente a la residencia oficial. El palacio privado. La casa del pueblo. Sus gobernados notan la llegada por aire del “flamante político”.
Ahí se toma media hora para cambiarse de ropa. Realizar la rutina de aseo personal y prepararse para las reuniones en la magnífica sala de juntas.
La junta
Arriba a la sala de juntas. No está de muy buen ánimo. El representante del que será el Presidente no le respondió con la misma efusividad. Piensa mucho en el futuro. Se dice en la mente una y otra vez: soy un ganador.
Previamente el equipo cercano al jefe, es revisado por elementos de seguridad. Se prohibe todo tipo de artefactos que puedan grabar o tomar imágenes de lo que acontece en la reunión. Se formulan todo tipo de preguntas y respuestas. Exigencias y reclamos. Justificaciones y palabras que hagan pensar al jefe que existen resultados. Él cree que todo está perfecto. Que es el mejor gobernador. Que todos lo aman. Que será el salvador de México. Existe una realidad diferente en el ámbito cercano al "amo", y otra que lacera, como dicen por ahí, a los ciudadanos de a pie, el panorama es exorbitantemente distinto.
Llega el fin de la junta. El tema que todos temen tocar. La transparencia: Señor, la prensa quiere saber dónde están las 4 camionetas blindadas que están destinadas a su familia, así como las aeronaves. Un estruendoso grito cimbra el recinto. ¡No les importa! ¡Nadie debe saber que se gasta un millón de pesos al día en la familia! Justifícalos como puedas. ¿Pues no eres un chingón? Dile a Charly que te ayude a cuadrar todo. Y no quiero saber del tema nuevamente. ¿Pues para qué están? La reunión termina después de tres horas. Todos se retiran. El jefe aún tiene una cena privada.
La cena
A las nueve de la noche en punto aterriza el gran mosco, la pantera. El destino nocturno, la pequeña casa del mandatario. 1 hectárea de buen gusto, arte, maderas exóticas, muebles extranjeros y uno que otro elemento mexicano de ornato, esto último por la necesidad imperante de quedar bien con las visitas, el mexicanismo corre por sus venas, al menos eso debe aparentar.
Ahí en su lugar, aun más privado que el bunker oficial, una plática amena con un ser humano que, dentro de las múltiples virtudes que el señor encuentra en su persona, está la de minimizar cualquier asunto que desequilibre al jefe emocionalmente. Y como siempre, lo logra.
Aunque pocos días atrás el flamante gobernador haya sido objeto de un escándalo mediático sobre su casa en el extranjero.
Pasan un par de horas. El encuentro es todo un éxito. Esta noche no puede dormir con su acompañante. Debe regresar al nido oficial. A la media noche vuela de regreso a su destino. Nadie a su alrededor le refrenda que el poder es pasajero. Que acabará. Él mira desde la ventana del ave metálica millones de luces encendidas, sus súbditos duermen, mientras el señor disfruta un día más la vida de un príncipe de un país petrolero. A pesar de las pruebas publicadas sobre la corrupción y la impunidad que impera en su mandato, aún es intocable. Hoy son pocos los que caen, piensa, si hacemos bien las cosas, estaremos en paz, no se refiere a seguir al pie de la letra la ley. Si no a justificar los gastos y presentar los resultados. Ha terminado un ajetreado día de trabajo. El funcionario duerme tranquilo. Cientos de personas cuidan su sueño.
Esto es una historia fantasía realidad de la vida de algunos gobernadores. Todavía hay quienes viajan por carretera. Viven en casas propias y se dan los lujos de un ciudadano que gana 150 mil pesos al mes, no más. Bueno eso espero.
Hasta la próxima.