Me llamó la atención ver a una primera dama, vestida como una artista de cine, cuando trascendió que no tenía antes para un vehículo decente. Hoy maneja una camioneta de un millón de pesos...
En esta época que nos tocó vivir, los servidores públicos pasan por una etapa bastante crítica. La ciudadanía no cree en ellos. De vez en cuando, vislumbran a un líder natural, un ente que implementará acciones que sacarán de la pobreza a la sociedad. Siempre falla.
Piense usted en un político que admire. ¿Cuántos visualizó en su mente?, ¿dos, tres, cero?, Sin duda sería un ejercicio sorprendente encuestar a todos los mexicanos para saber quién es ese uno que apareció en la mente de usted, respetado lector.
Los servidores públicos, son todo, menos eso. Podríamos llamarles auto servidores. Ahí están, recién usufructuando las bondades del poder. Cambian de automóvil, de atuendo. Ya no compran en Soriana, no. Ahora van al Palacio de Hierro, o durante sus viajes al extranjero, aprovechan para comprar en las tiendas donde acuden asiduamente los magnates.
Fíjese usted en las esposas. Las primeras damas. Vea sus atuendos, sus cinturones y bolsas. En varias de ellas podemos admirar el lujoso escudo de Hermes, o de Louis Vuitton, Channel, Gucci, etc. La bolsa también es un elemento que puede mostrarnos la lamentable moda de los políticos, la corrupción.
Da pena que los gobernantes entren en una especia de club social. Antes no tenían nada, y ahora se codean con los millonarios, van a los lugares de moda, no en sus ciudades no. Sino en el extranjero.
Vea usted la vestimenta de las primeras damas. Un bolso de marca suele costar mínimo diez mil pesos. Ahora vea como nunca repiten bolso. Estamos hablando de que el presiente municipal, o el gobernador gasta todo su sueldo en comprarle bolsas a la esposa. Y los cinturones, los tacones, los trajes sastres y accesorios. Pues de dónde cree usted que salen. De sus bolsillos. Del dinero del pueblo. Haga cuentas.
Cualquier lujo que se den nuestros flamantes funcionarios, es un delito llamado peculado. Hacer uso del dinero del pueblo para cosas personales. Sería maravilloso en la trasparencia, conocer los montos de las partidas secretas. O cuanto reciben los presidentes municipales de los giros negros, o de las extorsiones a la ciudadanía en multas por parte de inspectores o agentes de tránsito.
Me llamó la atención ver a una primera dama, vestida como una artista de cine, cuando trascendió que no tenía antes para un vehículo decente. Hoy maneja una camioneta de un millón de pesos. Su esposo se la compró. Seguramente en abonos chiquitos, en Elektra ¿por qué no? Lo preocupante es que acaban de empezar, que será en tres años.
O quizá se la regaló un distribuidor de autos, con el fin de que todas las patrullas o automotores de limpia o de otro rubro sean adquiridos en esa agencia. Se estila.
El recibir regalos costosos, es también un delito.
Usted cree que las impolutas señoronas, ayer del montón, se hagan como que la virgen les habla, al recibir regalos costosos de sus esposos. O piensen que es un beneficio laboral por el arduo trabajo que desempeñarán con los desvalidos, los desamparados y los vulnerables. Yo creo que si, por el cinismo con el cual deambulan por los eventos y las cenas del sector, ese nuevo club al que han arribado de pronto.
Qué pasaría si el pueblo llano conociera el precio de los accesorios que las cubren. Hoy son muy llamativos y usados por los nuevos ricos. O usted ha visto a la reina Sofía de España con su cinturón y una hebilla con el escudo de la marca. Que mal se vería ¿no lo cree? O a la reina de Inglaterra con su bolso lleno de letras que ostentan la marca. Vaya ni las estrambóticas artistas lo hacen.
Pues aquella madre soltera, qué tiene que trabajar dos turnos para mantener a sus hijos, sin duda le propinaría un escupitajo en la cara, con el término ¡corrupta!; acompañado de esta milenaria acción de desprecio.
Así que primeras damas, no sean tan obvias. Todos sabemos lo que ganan sus maridos, y aunque no ganan tres pesos, tampoco ganan para que muestren al pueblo que ya ustedes no son unas pobretonas venidas a más.
Tengan vergüenza pues.
Recuerden que las que reciban dinero mal habido, son corruptas, con sus honrosas excepciones, claro. Ojalá. Eso espero. Dios nos escuche. Tengan piedad.
Hasta la próxima