La persona que ama o siente a algo nunca puede tratar con mal aprecio o con irracional-irresponsable cuido o con la punta del pie a ese algo. Sí, es de biennacidos el así entenderlo...

Lo que debe ser bien, ¡cierto!, ¡ciertísimo!, no puede nadie hacerlo pasar por “falso bien” o por insuficiente bien o por “contaminado bien de algún mal”, por mínimo que sea...

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