Imagine llegar a una fiesta y que le ofrezcan una copa con Drano (destapa caños) usted, seguramente dirá: ¡No, gracias! Investigue qué contiene la metanfetamina, parece ser más sano el Drano. Si los jóvenes supieran qué les ofrecen exactamente, de igual forma dirían: ¡No, gracias!..

¡No más bosques de hormigón!

Al leer el título de este artículo, quizá espetó una frase agresivamente cautivadora hacía mi persona, pero permítame explicarle con argumentos mi hipótesis.

Los principales causantes de la contaminación son los generadores de energía. El producir luz, sobre todo en nuestro país, implica quemar combustóleo para generar energía eléctrica, el uso del carbón, o del gas.

Esa energía se utiliza para cargar los celulares, conectar los aparatos eléctricos en casa, prender las bombas que logran que el agua que consumimos llegue a su destino, o enchufar un automóvil eléctrico, claro, esto en un mínimo porcentaje de la población, pues son pocas las personas que tienen acceso a éstos por su elevado costo. Además del alumbrado público de todo el planeta y cientos de miles de etcéteras.

Dirá el lector; por eso es de suma importancia generar energías limpias o apostar a su implementación de manera paulatina.

¿Las energías limpias son la solución?

Estas energías dependen de fenómenos atmosféricos, el Sol o el viento. Si solo se usaran energías de este tipo, no existe una garantía de la suficiencia para la población. Se requiere de un gran espacio y una gran inversión, que no siempre es costeable para la mayoría de los países en el mundo.

En algunos territorios no sopla el viento o no está claro el cielo para una carga óptima de las fotoceldas solares, radiación solar, le dicen.

Según la revista Scientific American, para cubrir las necesidades de la población mundial se necesitarían 3 millones 800 mil turbinas eólicas, mil setecientos millones de paneles fotovoltaicos, o 5 mil centrales geotérmicas. En la actualidad solo opera el 1% de los sistemas necesarios, así es, nos falta cubrir el 99%.

Para el 2040, el mundo consumirá un 30 por ciento más energía, según la Agencia Internacional de Energía. La población será de 9 mil millones de personas. Se usará más gas natural, el petróleo seguirá presente, -recordemos que no solo se usa para combustibles automotrices, eso de que desaparecerá o no valdrá nada, es una soberana estulticia- y las energías renovables ganarán terreno, pero no sustituirán a las actuales.

El celular, como un nuevo contaminante

En estas épocas modernas, los celulares son nuestros nuevos compañeros, pero ¿cuánto contaminan? El solo hecho de conectarlos para cargar las baterías, asunto que no existía en el pasado cercano, genera un consumo de electricidad impresionante, mismo que representa un 2% de la emisión global de gases de efecto invernadero. Y también está lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha llamado el tsunami de desechos tecnológicos. En 2019 se generaban 53.6 millones de toneladas de este tipo de basura, únicamente el 17.4 de estos desechos lograron ser reciclados, según la Alianza Mundial para las Estadísticas de Residuos Electrónicos, esto nos deja 36.2 toneladas de inmundicia electrónica cada año.

La afectación a la salud de los recicladores

La OMS indicó que 12.9 millones de mujeres trabajan en el sector no regulado de los desechos, lo cual las expone a residuos electrónicos y alertó que ponen en riesgo la salud del feto en caso de que queden embarazadas. Así mismo, existen más de 18 millones de niños y adolescentes, algunos de 5 años, contratados por sus manos pequeñas, lo que permite realizar la tarea con mayor facilidad. Los desechos electrónicos contienen altas concentraciones de plomo y mercurio, lo que afecta el desarrollo intelectual de las personas, además, estos componentes tienen más de mil sustancias peligrosas, elementos que dañan la función pulmonar, el ADN, afectan la tiroides, causan cardiopatías y cáncer. El níquel, una de las más dañinas. En los niños, el daño se potencializa por tener órganos más pequeños.

La tecnología y la contaminación

Todos los aparatos eléctricos cuentan con componentes altamente contaminantes. Algunos de ellos agrupan elementos fabricados en diferentes países, por lo que la simple logística y empaque de un aparato electrónico, representa un gasto enorme en combustibles, aunado a la energía y después a la toxicidad cuando éste se desecha. El petróleo es usado para los plásticos y la conversión implica una alta contaminación, pero el reciclaje también genera gases contaminantes de efecto invernadero.

¿Qué hacer?

La contaminación a nivel mundial está al alza, y el intento por frenarla, también genera contaminación, lo cual origina una circunstancia que asoma un panorama devastador. La solución para sanar el ecosistema sería sin duda prescindir de la tecnología, sobre todo la que se utiliza de manera masiva, asunto completamente imposible, entonces ¿cómo podemos ayudar a frenar el impacto en la naturaleza? (Cabe aclarar que existe tecnología buena, no masiva, como la médica, que ha cambiado historias de vida.)

Lo primero y más importante: sembrar árboles. Usted puede sembrar un árbol afuera de su calle, o en su patio si tiene espacio. ¿Qué hace el árbol? Produce oxígeno, purifica el aire, forma suelos fértiles, evita la erosión, mantiene los ríos limpios, capta agua para los acuíferos, reduce la temperatura de la superficie, regenera los nutrientes del suelo. Además de mejorar el paisaje y el ánimo de las personas. A veces no se entiende por qué los gobernantes no le dan la debida importancia a la forestación de las ciudades. ¿Pensarán que generan basura? ¿Preferirán tener contingencias ambientales y daños a la salud? Eso se lo dejamos a sus psicólogos, gurúes, coaches de vida, sanadores espirituales. Usted puede contribuir desde su espacio al cuidar un árbol, verlo crecer y saber que con esa acción le esperará un mejor futuro.

Además de:

Reciclar, evitar el uso de bolsas de plástico, dejar de comer en lo posible alimentos procesados, no cambiar el celular y sacarle el máximo provecho, usar menos el coche y más la bicicleta, cambiar el auto por uno de bajo cilindraje, no desperdiciar agua, reemplazar los focos por ahorradores, educar a los niños en el valor de la naturaleza, no comprar especies en peligro de extinción, visitar lugares ecológicos para sensibilizase.

Así que si usted anda muy orgulloso por la vida con su auto eléctrico y su iPhone último modelo, sin duda, está contribuyendo a la extinción de la raza humana. Entre más grande el vehículo, más grande la pila, mayor toxicidad a nuestro planeta. Con un exceso de consumismo tecnológico, habrá un exceso de basura tóxica.

¡No más bosques de hormigón!

Hasta la próxima

Miguel C. Manjarrez

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