Mejor para los mandamás del PRI sería ponderar el rescate de los valores históricos e ideológicos de la nación, que fueron, son y seguramente serán el único patrimonio político de los mexicanos...
¿El PRI, recula, se equivoca, rectifica, se moderniza, se privatiza, hace pininos o trata de conquistar a los gringos?
¿Quiere dejar atrás sus principios revolucionarios, o adaptarse a los requerimientos de la Fundación Heritaje? ¿Pretende conquistar el corazón de los capitales estadounidenses? Si usted tiene la respuesta, le ruego la haga llegar a este columnista. A lo mejor le quita la idea de que la dirigencia nacional cayó en el hoyo más profundo del averno político, donde la mediocridad ideológica ahoga a los pecadores. Hace unos días un importante poblano confesó: “Yo nunca he sido Panista. Lo que pasa es que antes era anti priista. No estaba de acuerdo ni con Echeverria, ni con López Portillo, ni con De la Madrid. Y hoy, no solamente yo, casi todos los empresarios comulgamos con las ideas del presidente Salinas y somos priistas porque el PRI ya es otro partido." Y don Manuel Espinoza Yglesias, que acaba de reunir en su casa a un grupo de empresarios poblanos citados por él exprofeso para pasarles la charola, les dijo:
“Señores, el presidente del PRI, Genaro Borrego y mi amigo don Antonio Ortiz Mena me invitaron hace unos días a cenar. Me han encomendado reunir aportaciones de los empresarios poblanos y ustedes deben comprender que si queremos conservar un sistema y un gobierno como el de Carlos Salinas de Gortari tenemos que apoyarlo. He pensado que cada uno de ustedes puede aportar 500 mil dólares”.
Todos se salieron por peteneras, nadie pudo o quiso colaborar para la causa.
El proyecto de financiamiento fue diseñado hace más de dos años. Pretendía obtener recursos de la gente de dinero mediante un programa a largo plazo. Sin embargo algo debió pasar porque los tiempos se abreviaron y abortó aquel que era un plan sólido y bien pensado por el entonces presidente del CEN del PRI Luis Donaldo Colosio, cuya preocupación se centró en cuidar los cambios de jugada que, como ha quedado demostrado, medio convencieron al poder económico de México. A final de cuentas la decisión resultó tan burda que hasta la prensa extranjera la criticó como si fuese un atentado contra la democracia mundial. The New York Times, The Wall Street Journal, Los Ángeles Times y Financial Times de Londres arremetieron contra el gobierno mexicano opinando que el partido estaría sometido a la decisión oligárquica de los empresarios más fuertes del país.
Lo curioso de todo este embrollo político-financiero, es que ninguno de los convocados quiso entrarle con su cuerno. El único convencido, y puede ser que hasta el de la idea original, fue nada menos que el famoso “Tigre” Azcárraga. Incluso, sabedores de lo vulnerable que es Salinas a los comentarios de la presa extranjera, ellos mismos, los codos, dejaron correr el rumor. Llamaron a sus think tanks para solicitar apoyo logístico. Y ya sabe usted la que armaron.
Alguna vez un político yucateco dijo que aún no nacía el hombre que iba a cambiar el sistema mexicano. Cuando alguien pretende modificar su esencia –aseguraba–, algo pasa y de inmediato el sistema entra en un proceso de autorregeneración. Sucedió con Manuel Ávila Camacho, con Miguel Alemán, con Díaz Ordaz y con Miguel De La Madrid. El primero pretendió regresar al capital privado la riqueza petrolera expropiada por Cárdenas. Alemán quiso derechizar el país. El movimiento de 1968 paró en seco las pretensiones dictatoriales del gobierno. Y con De la Madrid el pueblo se desfasó, se reveló en las urnas.
Hoy el partido oficial parece naufragar. La dirigencia no halla fórmulas para acondicionar la dinámica priista al poderoso caballero que es don dinero. La militancia ve descontrolada y con pánico como se le atraviesan los fantasmas de la oligarquía porfiriana. La jerarquía brinca y echa maromas en el filo de la navaja. Y la base, el pueblo, ya está volteando hacia otros lados para analizar las alternativas de la oposición. Si de veras funciona eso de la autoregeneración, lo mejor para los mandamás del PRI sería ponderar el rescate de los valores históricos e ideológicos de la nación, que fueron, son y seguramente serán el único patrimonio político de los mexicanos.
15/III/1993