Las tarjetas de crédito, ¿un pozo sin fondo?

Vida & Sociedad
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Si ya cuentas con un plástico crediticio, revisa con lupa el monto de intereses que pagas al año, quizá te dé un episodio de ansiedad y locura. No te preocupes, ya pasará y quizá baje tu estima por ese objeto malévolo...

Recibir un paquete de algún banco o institución financiera, es siempre placentero cuando al abrirlo encontramos un plástico con nuestro nombre impreso. Con dinero que no hemos ahorrado, ni es fruto de nuestro trabajo u oficio. Algunas personas lo toman como un aumento de salario o un bono antes de navidad. No vemos con claridad que es lo que es; una tarjeta de crédito. Ese plástico que nos hace felices algunos días, o en casos extremos, horas, viene con intereses altos, pagos mínimos y cuotas anuales.

Las hay de todos colores y “sabores”. Todas las instituciones bancarias las emiten. Si tienes historial crediticio en el famoso pero no tan confiable Buró de Crédito, seguro te la ofrecen o te llega una sin pedirla. Cuestión que supuestamente está regulada por la Condusef. Si eres un trabajador que empieza en la dura jornada de la vida, te ofrecen una con un crédito moderado. A veces con una cuota anual “baja”.

Si la manejas bien, con bien me refiero a no atrasarte, pagar más del mínimo, no dejarla al tope en su fecha de corte, tu límite de crédito subirá y subirá, siempre y cuando sigas las reglas anteriormente expuestas al pie de la letra.

Pero, siempre existe un pero, debes recordar que no siempre tu nivel de vida y tu salario suben y suben, lo que te puede llevar a un camino sin retorno, donde sufrirás para pagar el mínimo del crédito, que, como es obvio, entre más alto mayor es el monto a pagar.

Las regulaciones actuales no permiten cobrar los mínimos que anteriormente eran muy bajos. Lo que te llevaba a pagar tu tarjeta en cien años. Hoy se te presenta en el estado de cuenta una cantidad mensual fija que el banco te informa, para que en un lapso de 24 meses pagues toda la deuda. La cuestión es que, al ser un crédito revolvente, siempre tendrás un recurso a la mano para las emergencias. Un viaje a la playa, un par de zapatos, ropa para la ocasión súper especial, o cualquier asunto de vida o muerte. Lo que me recuerda hacer un paréntesis y darte un consejo; en lugar de pagar un mínimo, invertir ese dinero en un seguro de gastos médicos mayores, es por mucho, un mejor opción. En ocasiones es más barato, dependiendo de la edad y el monto del crédito claro. 

Las exclusivas

Los tarjetahabientes que las usan, sin duda son millonarios, deducen las comisiones o son muy faroles, como dicen en mi pueblo. Tener una tarjeta dorada o platinum, cuesta por lo menos, mil quinientos pesos al año. Solo por tenerla. Los plásticos llamativos, prometen brindar atenciones “especiales”. Te hacen sentir un miembro de la realeza. La verdad es que, como en todo, te ayudan hasta donde pueden. No más. Quizá con una tarjeta sencilla puedes obtener los mismos beneficios. Dos ejemplos muy breves. 

1) El ingreso a Club Premier: En los aeropuertos, la sala de espera para gente importante, por no usar las siglas VIP, es muy cómoda. Puedes ver las pantallas sobre la información del vuelo que esperas abordar, mientras tomas algún trago y alguna botana. Pero este servicio oscila entre los 50 y 70 dólares por ingreso, algunas dan accesos gratuitos a los titulares de la tarjeta. 

2) Los seguros de renta de automóvil: Como bien sabes, tema que abordaremos en el futuro, la renta de autos es económica, antes de darte cuenta de lo que pagarás por el seguro. Te ofrecen varios paquetes que van desde seguro de daños a terceros, o seguro por si se te ocurre convertirte en súper héroe y perseguir a los villanos, destruyendo el lobby del hotel o saltando con el auto rentado hasta la alberca o la playa. Lo único malo es que casi nunca respetan la prestación que te dan las tarjetas exclusivas, de contar con un seguro para autos rentados. 

Con estos dos ejemplos, podemos concluir que el pagar una cuota, que en ocasiones llega hasta los 17 mil pesos al año, solo por tener la tarjeta, no resulta tan práctica. 

El tener una tarjeta de crédito, es en ocasiones indispensable. Pues sin ella no puedes rentar un automóvil por ejemplo. Reservar una noche en hoteles súper exclusivos. Ganar puntos para cambiarlos por premios. (Otro tema a tratar, necesitas gastar casi un millón de pesos para obtener una televisión de 10 mil pesos). O comprar artículos por internet, –ya existen muchos medios de pago alternos–. Así que lo mejor es buscar una tarjeta de crédito con intereses bajos y sin cuota anual, para usarla pagándola al mes o en pocas exhibiciones. Si hay un producto así, prometo informarlo la próxima vez. 

Si ya cuentas con un plástico crediticio, revisa con lupa el monto de intereses que pagas al año, quizá te dé un episodio de ansiedad y locura. No te preocupes, ya pasará y quizá baje tu estima por ese objeto malévolo. 

Hasta la próxima 

Paty Coen