Entonces este Gran Amor, no puede ser desechado, es un amor que debe ser considerado; si ya no lo tenemos, es necesario que lo coloquemos en un lugar especial, y lo honremos con la importancia que tiene, para poder liberar el resto de nuestro corazón y tener la oportunidad de conocer lo que llamo el Amor Real, un amor más equilibrado, menos idealizado.
El amor de pareja es el eje central en torno al cual nuestra vida se mueve. No todas las relaciones de pareja tienen el mismo impacto en nuestra existencia. Podemos decir que cada encuentro es un reencuentro; desde este esquema, cada historia de amor que vivimos es una historia que comenzó en otro tiempo, ubicándonos en relación a las vidas pasadas. Desde otro ángulo, las relaciones van siendo diferentes, la intensidad y condiciones en las que cada relación se desarrolla son distintas, las estaciones de la vida en las que las vivimos y todo el ambiente de circunstancias que nos rodean son especiales.
De esta manera, diré que tuvimos un amor inicial, lo que los psicólogos llaman el amor edípico, este amor en donde el niño se enamora de su mamá y la niña de su papá, y que en el mejor de los casos, tiene un buen fin cuando nos reconciliamos con la figura del sexo opuesto. El primer amor, aquel amor de pequeñitos en donde tomarnos de la mano o tal vez el primer beso fuera el acontecimiento más atrevido y genial.
Por otra parte, el Gran Amor, este amor que hoy nos compete, se refiere a esta relación en donde todavía en juventud, pero otra estación de la vida, nos enamoramos profundamente, entregamos el amor de una manera completa y total- Este amor generalmente tiene que ver con el despertar y el reconocimiento de nuestra sexualidad, lo que lo vuelve profundo e intenso. Es el amor que se convierte en la medida del amor, los besos y las caricias son medidos en referencia a este amor, todo lo que signifique ahora amor, será visto con los lentes de este amor. Muchas parejas que se conocieron muy jóvenes se casan y forman su familia en este esquema de un gran enamoramiento. Tal vez, es la ocasión en la que el amor es más puro, pues no existen grandes antecedentes de relaciones y no tenemos tantas defensas para entregarnos por completo. El amor nos asalta en emboscada y nos dejamos emboscar, y nos volvemos lindos, tiernos, podemos ver lo hermoso de la vida, todo es hermoso.
Esto me recuerda una historia un poco diferente de la creación que dice que Dios Padre y Madre creó al hombre como una raza muy querida, muy especial, una raza hecha a base de amor y cuyo único propósito era ése, demostrar a lo largo y ancho de la creación, lo que era el amor. De tal suerte, que cuando un hombre y una mujer se unían en amor y hacían el amor, se comunicaban con Dios, cuando los cuerpos se fundían, se fundían los espíritus, las dualidades se convertían en una; la vibración que a través de la fuerza del kundalini, subía a tal vibración que era posible hablar directamente con Dios, pero pienso que hablar con Dios se refería más a escuchar a Dios.
Entonces este Gran Amor, no puede ser desechado, es un amor que debe ser considerado; si ya no lo tenemos, es necesario que lo coloquemos en un lugar especial, y lo honremos con la importancia que tiene, para poder liberar el resto de nuestro corazón y tener la oportunidad de conocer lo que llamo el Amor Real, un amor más equilibrado, menos idealizado.
Presentemos entonces el ejercicio para trabajar y sanar la relación con el Gran Amor.
Coloca dos sillas, siéntate en una y deja libre la otra, visualiza a la persona que fue tu Gran Amor y dile lo siguiente:
La relación que tuvimos fue muy especial; en ella aprendí (describe tus aprendizajes), te agradezco tu disposición para que entre nosotros surgiera una relación que tuvo una fuerza sin igual. Gracias a la presencia de los dos, pudimos conocer lo que era el amor de una manera muy pura e importante. Pero las cosas cambiaron, y hoy necesito devolverte tus palabras (describe las promesas que te hizo) y dile, ahora no estás en deuda conmigo, de igual forma yo tomo mis palabras y promesas y tampoco estoy en deuda contigo. Te devuelvo las expectativas que puse en esta relación (descríbelas, seguramente fueron muchas porque es una relación muy importante). Te pido perdón por el daño que te he hecho y te pido que me perdones por lo que me has hecho.
Te reconozco como un Gran Maestro en mi existencia y por esto, coloco todo lo bello que vivimos: cómo aprendí a amar, a ser una persona tierna, cariñosa y entregada, en una esfera de luz dorada que se forma en frente de ti. Estos recursos se quedan en mí, sabiendo que los puedo usar nuevamente. Una vez que se haya formado totalmente, dices lo siguiente: te honro como mi Gran Amor, y te coloco en un lugar muy especial en mi corazón. Imagina ahora que la esfera de luz entra en tu corazón y ocupa un lugar muy especial; colócala en un recinto importante dentro de tu corazón. Y continúas, te coloco en este lugar especial, porque reconozco lo que fuiste, y todo lo que aprendí a partir de ti. Te doy este lugar especial para permitir que mi corazón sane y que pueda con todo lo que aprendí, permitir que llegue a mi vida el amor nuevamente, permitiéndome ser feliz y honrando así lo que hubo entre nosotros. Te libero y me libero. Y visualiza cómo en amor y en paz la imagen de la persona se va desvaneciendo. Y dile Gracias, gracias, gracias.
Con este acto de amor, acomodas este Gran Amor, que siempre será importante, que siempre quedará en tus recuerdos, pero ahora como algo hermoso y sano en tu existencia, para que puedas ir al nuevo amor con toda la experiencia que te brindó esta relación y en libertad, recordando que las almas son libres, que no tienen dueño y que en esta libertad nos enamoramos y nos amamos, complementándonos, no perteneciendo al otro como un objeto, sino honrando lo más sagrado en nosotros, el Amor con el que fuimos creados.