La política a contrapelo

Réplica y Contrarréplica
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El legado de Alejandro C Manjarrez

Una compilación de las mejores columnas políticas elaboradas por el periodista y escritor en la época digital. El periodo publicado en diarios impresos se denomina, crónicas sin censura. Búscalo en este portal.

La verdad es bella, sin duda, pero las mentiras también lo son.

Ralph Waldo Emerson

 

Si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada.

Mark Twain

Si algún día me animara a escribir una biografía “no autorizada”, sin duda alguna sería la de Guillermo Jiménez Morales. Esto porque el ex gobernador y ex casi todo me parece uno de los personajes que representan la política tradicional, la de las sombras que aplastan y la de los brillos deslumbrantes, la de las paradojas que hicieron historia y la de los contrastes sociales que todavía golpean la conciencia, la de la concertación inteligente y la de las diferencias irreconciliables.

Lo haría agradeciéndole a Blanca Lilia Ibarra su serie de entrevistas, en especial la del susodicho porque en ella el personaje nos muestra algo así como los trazos de una autobiografía donde aparece el mundo que él mismo se fabricó a fuerza de la tozudez que, según sus propias palabras, es la fijación de sus ideas y la tenacidad cuando se convierte en terquedad.

Así que retomo algunas de las respuestas que plasmó la colega, Y con ellas hago una especie de ejercicio “revelando” al lector aquello que forma parte de la memoria de varios testigos de la época, tiempos que parecen empeñados en prevalecer gracias a sus muy dignos y siempre leales protagonistas.

Asegura Guillermo refiriéndose a los aspirantes a ser gobernador, a los cuales les ganó la postulación: “Uno de ellos era Horacio Labastida… Pero según dicen en los corrillos, no me consta, las fuerzas de la derecha se opusieron porque según ellos, era un hombre de izquierda. También había algunos generales destacados, que sin embargo, dicen que la gente tampoco los aceptaba. Así que cuando se hicieron estudios para saber el grado de popularidad, arraigo y simpatía que tiene un candidato para determinado lugar y posición, salió mi nombre en una forma muy natural…”

 

La otra versión

Las fuerzas de derecha a que se refiere el ex gobernador, fueron parte de la estrategia de su grupo político decidido a eliminar al prestigiado intelectual y académico mexicano. Hubo así un grilla poblana en contra de Labastida, chismes que usó Gustavo Carvajal Moreno (entonces presidente del PRI) para negociar a favor de Jiménez Morales, su cuate y cómplice político.

De los “militares destacados” sólo había uno, Miguel Ángel Godínez Bravo. A éste el presidente López Portillo le ofreció la gubernatura pero el a la sazón jefe del Estado Mayor, le pidió seguir en el cargo en virtud de la lealtad y admiración que sentía por el presidente y su proyecto. Fue cuando Gustavo aprovechó la coyuntura para impulsar a Guillermo aún en contra de la opinión de Enrique Olivares Santana, secretario de Gobernación.

Respecto a los estudios que refiere ocurrió un dizque sondeo entre los sectores del PRI poblano donde la consigna fue: “el bueno es Guillermo Jiménez Morales”. Hasta Blas Chumacero Sánchez (cuyo candidato era Marco Antonio Rojas Flores) se disciplinó después de dejar constancia que aceptaba la instrucción sí, pero que Rojas seguía siendo el preferido de la CTM…

Declara Jiménez Morales que él no tuvo candidato a la gubernatura, “bajo el principio político de que gobernador no pone gobernador”. Que como miembro de su partido aceptó y respaldó plenamente la decisión de su instituto.

 

La otra versión

Jorge Murad Macluf, en aquellos días alcalde de Puebla, sabía que gracias al apoyo de su amigo, el gobernador, tenía la oportunidad de sucederlo. Pero se atravesó Piña, el compromiso presidencial, a quien trataron de desprestigiar los mismos que habían arremetido contra Labastida. “Es un tipo que vive del bluf; no es cierto que tienen dinero”, fue uno de los comentarios que soltaron los jimenistas. Piña lo supo y habló con Manuel Bartlett, secretario de Gobernación: le informó la estrategia que se había implementado con la intención de desprestigiarlo para quitarle la posibilidad de ser candidato (lástima que les falló). Bartlett llamó al gobernador y le pidió, mejor dicho lo instruyó como era su estilo, para que de inmediato acabara con los chismes y buscara la forma de apoyar a Mariano, “es amigo del presidente De la Madrid”.

Como buen político (de esto no hay duda) Jiménez Morales asegura que no hubo fraude en la elección que llevó a la presidencia municipal a Jorge Murad Macluf, dicho que forma parte de la respuesta a la pregunta que le hizo Blanca Lilia respecto al momento más difícil de su administración.

 

La otra versión

Sí hubo, digamos que manipulación electoral (para que no se oiga feo). El encargado de ello fue nada menos que Melquiades Morales Flores quien, comentaron los operadores de la época, cuando vio perdida la elección dio la orden para desaparecer las urnas (conste que no digo robárselas). De ahí que Murad estuviera tan compungido y a punto de renunciar (el 3 a 1 lo entristeció y acongojó). Sin embargo el gobernador pudo negociar con Villa Escalera y los panistas declinaron en su intención de quemar las puertas de Casa Puebla (había más de mil afuera de la residencia a punto de hacerlo). Como final feliz se concertó la incorporación de varios de ellos a los negocios que producía el gobierno estatal y también el ayuntamiento de la capital.

Aparte de ese proceso electoral que tantos dolores de cabeza produjo en Jiménez, antes había ocurrido la matanza de Pantepec, perpetrada por veinte amigos y paisanos de él, los mismos que, según dicho del doctor Basurto, uno de ellos, le compraron doscientas hectáreas allá en la Mesa de Metlaltoyuca, operación que se llevó a cabo durante la campaña electoral que lo llevaría a la gubernatura: los “ganaderos” contrataron a sus “guardias blancas” y éstos, a balazos, sacaron a los invasores animados y manipulados por el PST (Partido Socialista de Trabajadores). Murieron setenta campesinos, pero la versión oficial sólo contabilizó a veintiséis. 

En fin respetado lector, para cada una de las respuestas de Jiménez a Blanca Lilia hay otra versión, la no autorizada. Pero como que se me acabó el espacio otro día se las comento...

Alejandro C. Manjarrez