El gran gigante y el calentamiento global

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El mal llamado calentamiento global ahora mismo está haciendo de las suyas. El deshielo en los polos es uno de los efectos. Otro, la migración de aves. Los pingüinos muertos también entran en ese círculo mortal. De ahí las nuevas y altas temperaturas del mundo...

¿Qué somos cuando nos comparamos con el Universo?, decía el genial Beethoven. Sólo seres diminutos en un planeta diminuto, calentado por el Sol, el gran gigante que nos da calor y vida. Lo malo es que ese llamado astro rey, también puede acabar con el planeta Tierra, o cuando menos con la especie humana.

Mucho se habla del calentamiento global, de las acciones para evitar sus consecuencias. También de los llamados “Bonos de carbono”, los incentivos económicos, la lana, la propuesta creada por los líderes en el mundo; sí, ésos, los que únicamente piensan en el dinero.

El mal llamado calentamiento global ahora mismo está haciendo de las suyas. El deshielo en los polos es uno de los efectos. Otro, la migración de aves. Los pingüinos muertos también entran en ese círculo mortal. De ahí las nuevas y elevadas temperaturas del mundo.

El calor cambió el clima del Distrito Federal, de Puebla, de Morelos, de Veracruz y de Cancún. En cada entidad, en cada ciudad ahora se siente más calor y también se observa el incremento de las lluvias con frecuencia excesivas y dañinas.

Los estudiosos de los fenómenos climáticos están muy preocupados. El futuro ya no es ciencia ficción, dicen. Se adelantaron las predicciones, se rompieron los parámetros expuestos en los foros internacionales. El calentamiento en la Antártica es mucho más complicado de lo que se había pensado en un principio. Y el deshielo en Groenlandia se está acelerando.

Según las predicciones, en este siglo la tierra se calentará dos grados y medio. Ello provocará catástrofes escalofriantes. Los científicos aseguran que las condiciones climáticas tienen un comportamiento más veloz, por lo que es imposible hacer un pronóstico del futuro. Las cosas ya no son como se esperaban hace algunos años. Muchos perdieron la esperanza y creen que lo del calentamiento global no tiene remedio.

Tanto pesimismo se debe a que la población del mundo todavía no está consciente de lo que pasa; esto a pesar de que ya se sienten las temperaturas extremas. Nuestro estilo de vida ha cambiado: donde antes se usaba suéter, ahora se usa ropa de playa. El sombrero regresó para proteger a las pieles expuestas a los rayos ultravioleta y, por ende, al cáncer.

Pero la sociedad parece ignorar este negro panorama del futuro inmediato.

Los ecologistas están preocupados por difundir las consecuencias de la contaminación y los usos de energéticos que dañan la atmósfera de la Tierra; lo hacen dirigiéndose a la punta de la pirámide.

Al Gore, uno de los moradores de esa punta, habla con los gobernantes y da conferencias a los universitarios; sin embargo, sigue sin diseñar una campaña de difusión para la gente común, para aquellos que día a día contaminan, los mismos que, desgraciadamente, aún no se han enterado de que con el simple uso de algunos aerosoles contribuyen a su propia extinción. ¿Exageración? No lo creo. Vea usted por qué:

Para cuantificar los daños suponga que el uso del aerosol se constriñe al 10 por ciento de la población mundial. Estamos hablando de seiscientos millones de “clientes” que en este momento están contaminando los aires y taladrando la capa de ozono. Como esta acción hay otras más, tal vez miles. Lo mismo pasa con el agua, con la contaminación, con el uso excesivo de la luz, con los calentadores de gas, con la basura, con los ríos…

Ése es parte del gran y grave problema, quizá la principal. Por ello debemos educar a la población en las acciones que pueden realizar para frenar la catástrofe, su catástrofe. 

Las consecuencias… a la mano

Informes de científicos hablan acerca de la desaparición de playas a causa del deshielo. Siete metros de agua más en los mares. Imagine usted lo que podría suceder a las poblaciones que se encuentran a la orilla del mar... Primer reporte: más de seiscientas mil personas muertas.

Las predicciones cada vez son más inexactas. Se adelantan los pronósticos. No sabemos lo que pasará con la especie humana. Las altas temperaturas tienen efectos nocivos para la salud. La producción de alimentos también se afecta.

Quisiera no ser tan alarmista y decirles que todavía podemos contribuir a mejorar nuestro futuro incierto. ¿Cómo? Sembrando árboles, por ejemplo, los que atraen el agua, los que dan sombra, los que permiten que se recarguen los mantos freáticos. Al hacerlo cambiaríamos nuestro futuro y, tal vez, el destino podría sonreírnos.

Además de ello hay que usar menos el automóvil, cuidar el agua, apagar las luces innecesarias en el hogar y cambiar los focos incandescentes por ahorradores. Enseñar a los niños el valor que tiene la naturaleza explicándoles lo que pasa, mostrándoles las consecuencias y las posibles soluciones. Hay mucho que hacer y algo bueno podremos lograr.

Lo preocupante es que no queda mucho tiempo. Más bien casi nada de tiempo. Imagínense los lectores metidos en una cueva, sin lujos, sin agua, sin comida, muriéndose… Ése es el futuro si soslayamos la importancia de los árboles, si nos vale gorro la contaminación de los ríos, si no nos importa un cacahuate el desperdicio del agua, si cerramos los ojos ante la inminente tragedia que causará el calentamiento global.

Hoy la vida misma nos da una oportunidad de reflexión. Un pequeño organismo nos mantiene en casa. La capa de ozono se cierra, los mares se limpian, los animales hacen fiesta. Pero la humanidad no soportará este estilo de vida. Tendrá que regresar tarde o temprano a la vida normal. La pregunta es si cambiará algo al ver el cambio positivo en el planeta cuando nos hicimos a un lado millones de habitantes de la Tierra.

El Sol

Existe otro tema que preocupa a los ecologistas y debe preocupar a los pobladores del mundo.

Según informes de la NASA, el Sol está teniendo un comportamiento inusual. Ya pasó la época de tranquilidad que mostraban los patrones dictaminados en dicho organismo estadounidense. Cuando los científicos del organismo mencionado pensaban en que la tranquilidad de el Sol estaba en su punto máximo, empezó su comportamiento extraño.

Estamos viviendo el mayor periodo de tranquilidad que ha tenido el Sol en un siglo, aseguran.

Las predicciones basadas en patrones, ya no deben tener un seguimiento férreo, pues están cambiando drásticamente, alertan.

La calma chicha

Para otros es emocionante el comportamiento del Sol pues ahora se cuenta con una mayor tecnología para estudia las variaciones. Podemos ver lo que representa un nivel de comportamiento cero en el Sol.

Lo alarmante y que nadie sabe hasta ahora, es lo que viene después de esta conducta así como lo que representará para la especie humana el grado máximo de desempeño de el Sol, por decirlo de alguna manera. Ahora sí cambia el dicho aquel que apunta que después de la tempestad, viene la calma. ¿Será que después de esta calma venga la tempestad, tormentas de calor? Eso lo sabremos a ciencia cierta hasta finales del próximo año.

La naturaleza nos advierte y no hacemos caso a sus, a veces, estridentes llamados y trágicos avisos.

Entiendo, y perdone usted mi pesimismo, que si todo sigue como va, pronto llegará el momento en que la humanidad se pregunte: ¿Por qué está pasando todo esto? Entonces será cuando se intente hacer algo al respecto, cuando la única solución sea pronunciar la frase de los intelectualmente desamparados y emocionalmente conformistas:

“Que Dios nos agarre confesados”.

Miguel C. Manjarrez