El camino de las armas (Crónicas sin censura 82)

Réplica y Contrarréplica
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Diego Fernández de Cevallos acaba de decir que le sorprenden las versiones que atribuyen a Manuel Bartlett la frase aquella de que “el sistema se cayó”. Lo mismo opina Jorge Alcocer quien al igual que el panista, formó parte de las controversias electorales que se dieron durante el proceso de 1988...

Uno y otro están de acuerdo en que fueron deformadas las palabras pronunciadas por el ahora candidato presidencial, cuando le dijo el entonces Presidente de la Comisión Federal Electoral (CFE) y Secretario de Gobernación: “He sido informado de que el sistema se calló, por fortuna fue del verbo callar y no caer. Quisiera usted hacerlo hablar y que nos informaran…”

     La malévola interpretación llegó a convertirse en la gran mentira que el viernes pasado tuvo a bien aclararnos el gobernador. Mentira que al propio Diego Fernández le tomó por sorpresa cuando los periódicos del día siguiente, es decir el 7 de julio de 1988, la citaron con otro sentido para asignársela a Manuel Bartlett Díaz.

     Al respecto es importante referir lo que el 10 de julio pasado el abogado, polemista y candidato del PAN escribió en la sección “Enfoque” del periódico Reforma:

     “El silencio del sistema fue motivo de la visita de los tres candidatos presidenciales de la oposición (Manuel J Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Ibarra) a la CFE. Se reunieron con Manuel Bartlett y en aquella ocasión me tocó a mi ser vocero. La queja principal era que no había resultados. Bartlett, como lo había hecho toda la noche, argumentaba que había una “falla técnica” y ofreció dar información. Cárdenas le preguntó que qué esperaba. "Entre otras cosas que se vallan para que yo pueda atender su solicitud, porque si siguen aquí no puedo trabajar", contestó Bartlett (…) Era la madrugada. Llovía. No había aún resultados y la sesión de la CFE no se reanudaba. Los comisionados de la oposición cabildeamos la posibilidad de retirarnos. Así lo acordamos. Minutos antes de tomar la decisión, Manuel Bartlett regresó a la sesión y nos pidió que no nos fuéramos. Nos dijo: “no señor, aquí no hay nada de que ya me voy”. Y yo le contesté: “Claro que nos vamos y aquí terminamos (…)”

     A partir de ahí el affaire o la mentira ha sido eficazmente aprovechada por el gran perdedor de aquella ocasión, o sea, por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Su última mención ocurrió el 6 de julio pasado para conmemorar el sexto aniversario de “la caída del sistema” dijo que el “6 de julio de 1988 (era) una fecha de muchas significaciones en la vida política de México, día de descalabros para la democracia y de reafirmación de compromisos, de rompimientos y de nuevos acuerdos, de dispersión y de agrupamientos de nuevos esfuerzos de organización y en las precisiones de objetivos y los términos en que la lucha debía proseguirse (…)”

     También a partir de ahí fue haciéndose más aguda la deformación de la citada frase hasta llegar a transformarla en una muy conveniente falacia de uso y usufructo para grupos sin contundencia en su proselitismo político. Como acaba de señalarlo el gobierno poblano, se empezó a manejar una y otra vez, “en el mejor estilo de repetir una mentira hasta convertirla en verdad y (…) consumismo de los impactos publicitarios”.

Como usted y yo hemos podido constatar, en los últimos días la multicitada frase salió a relucir a pesar de que tanto el padrón  (uno de los más confiables y completos del orbe) como el nuevo Código Federal Electoral de Instituciones y Procesos Electorales (Cofipe), son resultado del trabajo y de las tensas e intensas pero productivas negociaciones entre el gobierno federal y los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión.

     Queda claro, pues, que aunque se vivan nuevos tiempos debido a la intensa participación del pueblo en la formación de sus bases electorales, todavía hay quienes insisten en retomar el pasado, pero no para corregirlo, sino para curarse en salud, amarrar navajas o preparar el terreno al camino de las armas que quieren transitar aquellos cuyo protagonismo les ha hecho olvidar las tragedias de nuestra historia.

Alejandro C. Manjarrez

18/VII/1994