La barrera de Bartlett (Crónicas sin censura 41)

Réplica y Contrarréplica
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Todos sabemos cómo y de dónde viene Manuel Bartlett Díaz

Lo hemos visto en los foros políticos nacionales. Nadie duda de su capacidad. Su único problema es que él no nos conoce e ignora el carácter y el modo de ser de los poblanos. Cuando menos así lo ha demostrado en el inicio de su relación política con los grupos sociales de la entidad.

     Supongo que a don Manuel le pasa lo que le sucedió a Mariano Piña Olaya cuando llegó a la gubernatura. La información que les proveyeron en tarjetas, resultó insuficiente para enterarlos de las tradiciones, de las costumbres populares y del sentir de nuestra sociedad. Una vez más se demostró que tal información nunca suplirá al trato personalizado, familiar, profesional, directo y hasta amigable, que existe cuando se viven y comparten alegrías y tristezas con la gente que nos rodea. A mi juicio, la integración, que no la información, dará a Bartlett mejores oportunidades para conocer a los poblanos. De lo contrario, su gobierno empezará a contrapelo, con piedritas en el camino, tal y como inició el de Mariano Piña Olaya.

     El ambiente tenso y pesado que flota sobre las oficinas del PRI, se debe a la desinformación y a una mano extraña. El espacio vital fue reducido con injertos de tablaroca a fin de multiplicar las áreas de trabajo. Ahora el candidato está más cómodo, sí, pero esas divisiones han formado barreras que asustan a los militantes. Quien asiste a la casona de la 5 poniente, se encuentra con los clásicos guaruras y el criticado mundo de las audiencias y las complicaciones burocráticas. Más que un partido político, ahora si parece una dependencia del gobierno.

     El primer “tropiezo” del candidato ocurrió cuando los priistas integraron su comité de financiamiento. Al acto fueron invitados los más conspicuos representantes de la capital poblana. Había cocheros, abarroteros, textileros, comerciantes, restauranteros, en fin, toda clase de hombres de negocios; hasta panistas con ganas de dar el cambiazo, como los hermanos Sánchez. Cuando concluyó la reunión, los asistentes fueron invitados a cenar en un local adjunto. La mayoría estaba animada porque el candidato era el anfitrión y muchos tendrían la oportunidad de conocerlo personalmente. Pero ¡oh decepción!, según dijeron, Bartlett les hizo el feo.

     La distancia puesta por el equipo de confianza de don Manuel, entre ellos y el pueblo, es una especie de menosprecio a los poblanos, como aquel que se dio en la Cámara de Diputados protagonizado por el teziuteco Luis Cabrera y don Aurelio Manríque, este último tan agresivo como obeso. Cabrera estaba en la tribuna de la Cámara de Diputados y disertaba sobre algún asunto de trascendencia para el país. Manrique, desde su curul, le gritó a nuestro paisano “¡Mono, perico y Poblano…!” Antes de terminar la frase, Cabrera le contestó en el mismo tono de voz; “¡Los poblanos comemos cuatro platillos; puerco, cochino, cerdo y marrano!” Todos los diputados festejaron la ocurrencia y agilidad de su compañero poblano, y Manríque hundió su humanidad en la silla que con trabajo lo soportaba.

     Don Mariano Piña Olaya ha tenido que hacer mutis y aguantarse la ira que producen estas respuestas y reacciones surgidas de quienes sienten, a fondo, atentados contra la inteligencia. No fue capaz de entender a sus gobernados porque no se integró con ellos. De ahí el triste consenso sobre su imagen pública.

     A Manuel Bartlett no le queda otro remedio que prodigarse y abrir su corazón para que los poblanos confiemos en sus buenas intenciones. Lo que él concibe como “la grandeza de Puebla”, tendrá que beneficiar a la sociedad a fin de que el eslogan no se interprete como un objetivo de connotaciones eminentemente personales, como ocurrió con “mi causa es Puebla”. Está obligado a romper las barreras construidas por sus subordinados, y a desfacer con éxito los entuertos heredados por el actual gobernante. Como ve respetado lector, la única oposición que por ahora tiene el candidato del PRI es él mismo y su equipo. Como dicen los jóvenes que ahora si cuentan para legitimar los cargos de elección popular, ojalá que agarre la onda.

 

9/VII/1992

Alejandro C. Manjarrez