La infidelidad: esa sombra incómoda

Sexualidad
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Y eso, nadie, absolutamente nadie, puede quitártelo...

A veces, aquella energía negativa se instala en una relación y se siente como una amenaza silenciosa. No es raro. Es una de esas preocupaciones que a muchos nos inquietan, a veces en silencio y otras veces a gritos. Pero hay una manera de enfrentarse a ese miedo y transformarlo, de no dejar que te gobierne y te consuma.

Primero, quiero decirte que ese miedo no te hace menos ni está fuera de lugar. Todos, en algún momento, hemos sentido esa inseguridad, ese pequeño temor de que, tal vez, el amor que hemos dado pueda no ser suficiente. Pero, ¿sabes qué? La infidelidad tiene menos que ver contigo y más que ver con la otra persona. Y cuando digo esto no es para echarle la culpa al otro, sino para entender que cada persona tiene su propio mundo de inseguridades, deseos y vacíos que a veces buscan llenar fuera de su pareja.

Cuando empiezas a ver la infidelidad desde otro ángulo, el miedo cambia. No estoy diciendo que la infidelidad no duela o que no sea algo serio; lo es. Pero, ¿y si dejas de poner el peso en lo que “podría” pasar y empiezas a enfocarte en lo que tú sí puedes controlar? Porque, al final, preocuparse por una posible traición no la va a impedir. Solo va a desgastar lo que hoy tienes y nublar el presente con un futuro incierto. Y lo peor: te va a alejar de vivir la relación como realmente quieres, libre de desconfianza y angustia.

Ahora, pregúntate: ¿en qué basas tu miedo? ¿Viene de algo que tu pareja ha hecho o es una inseguridad propia? A veces, el miedo a la infidelidad viene de experiencias pasadas que, sin querer, cargamos como una mochila llena de piedras. Otras veces, simplemente tenemos miedo de perder lo que más queremos. Y está bien, somos humanos. Pero cuando comprendes de dónde viene ese temor, puedes empezar a soltarlo.

Habla con tu pareja de manera honesta, desde un lugar de vulnerabilidad. Dile cómo te sientes, no como una acusación, sino como una necesidad de conexión y seguridad. Porque, a veces, el simple acto de hablar desde el corazón puede cambiar mucho. Quizá descubras que también tu pareja tiene sus propios miedos e inseguridades, y juntos puedan encontrar una manera de fortalecer el vínculo.

Pero aquí va una verdad que puede doler un poco: nunca vas a poder controlar las acciones de otra persona. Y, aunque suene duro, tampoco necesitas hacerlo. La infidelidad no es un reflejo de tu valor ni de lo que tú eres; es una decisión del otro, una que habla de sus propios conflictos y vacíos. Y esa libertad —de no tener que cargar con el control de los demás— es en realidad liberadora.

Así que te invito a vivir tu relación desde la confianza en ti mismo, en lo que das, en lo que eres capaz de aportar. Porque cuando estás en paz contigo, el miedo disminuye. Y aunque la posibilidad de una infidelidad nunca va a desaparecer del todo, la fuerza de tu amor propio y tu capacidad de ser feliz por ti mismo te van a hacer sentir menos vulnerable y más entero.

Confía en lo que tienes ahora y en lo que das. Y si algún día te enfrentas a la infidelidad, que no sea algo que te defina o te destruya. Porque el amor —el que realmente vale— empieza contigo. Y eso, nadie, absolutamente nadie, puede quitártelo.

Tobías Cruz