En martes, ni te cases ni te embarques

Vida & Sociedad
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Si usted lo sabe, desmiéntame, oriénteme, enséñeme la luz, motíveme a casarme otra vez, cuénteme qué es lo bello de este enlace matrimonial.

Lo que a continuación leerá surge después de un encuentro con un amigo de la universidad, el cual lucía fatigado, con el rostro preocupado y representaba unos años más de los que en realidad tiene. Iba a ser padre de su tercer hijo. Surge la reflexión después de mirar al sujeto, el cual no era el mismo de los tiempos estudiantiles. Me preguntó, en nuestro casual encuentro, ¿tienes hijos? ¿estás casado? Divorciado le respondí. Con una expresión desde el fondo de su alma, con un suspiro aseveró, ah, por eso te ves tan feliz. Después de esa frase, vino a mi mente que en el mismo tenor, casi todos los casados responden a una persona soltera, divorciada, o viuda.

Entonces comenzó mi búsqueda e investigación. No pude recordar a una pareja, a un esposo o esposa haberme dicho en alguna ocasión ¡estoy felizmente casado y me encuentro de maravilla!, es lo mejor del mundo. ¡Qué bueno que me casé! ¡Esto es vida! ¡Ya la hice, no necesito más! Al contrario. Vinieron a mis recuerdos rostros apagados, inconformes, atormentados. Mesas en los restaurantes con parejas que ni siquiera se dirigen la palabra. Gritos a los hijos que corren por los lugares, cuando los sacan de casa. Empresarios contestando el teléfono; es mi vieja, ahora qué quiere, que se espere.

Parece que el matrimonio para muchos es un trago amargo en sus vidas. ¿Habrá una etapa en la que todo sea dicha y felicidad?, me pregunté. Quizá cuando nace el primer hijo. Investigué y éstas fueron algunas de las respuestas: la cuenta del hospital me salió carísima. Los pañales y la leche son más caros de lo que pensé. No te dejan dormir los niños y tu vida se vuelve una pesadilla con olores extraños, entre vómito y otros inimaginables. Entonces visualicé a los hijos comenzando la escuela, y esto es lo que recabé: las colegiaturas están por los cielos, ya no me puedo comprar mi coche nuevo porque tengo que pagar como si fueran a la universidad, los útiles escolares y los uniformes cuestan más que mi guardarropa. En fin, sólo tragedias y molestias.

Seguramente cuando los hijos son adolescentes y ya pueden valerse por sí mismos, entonces todo es bello, suspiré. No, es peor, me respondieron. Se vive preocupado todo el tiempo. Los amigos, el alcohol, las drogas, el sexo, las enfermedades, los accidentes. Y el presupuesto, ahora si está totalmente mermado. Bueno y entonces, dónde está la felicidad en el matrimonio y la familia. ¿Alguien me lo puede responder? La lluvia de respuestas poco serias comenzó a brotar. Ya tienes muchacha permanente. Siempre están limpios los calzones y la casa. Los hijos algún día te mantendrán. Quizá alguno te saque de pobre, y sea un futbolista o político. Se disfruta más a la amante. Una serie de respuestas que no aclararon mis dudas con respecto a lo bonito del matrimonio.

Si usted lo sabe, desmiéntame, oriénteme, enséñeme la luz, motíveme a casarme, cuénteme qué es lo bello de este asunto.

Y para rematar con este panorama un poco machista y negativo, le dejo este cuento que recibí por mail. Traté de cambiar algunas palabras altisonantes. Espero lo disfrute y ría un poco. Gracias y hasta la próxima.

Cuento… Se titula: el cuento de amor más breve y hermoso del mundo

“Había una vez un hermoso príncipe que le preguntó a la bella princesa: ¿te quieres casar conmigo? Y ella le respondió: ¡NO! Y el príncipe vivió feliz por muchos años yendo a pescar, a cazar y al bar todos los días con sus amigos y tomaba mucha cerveza, vino y cava. Se ponía hasta atrás cuantas veces quería. Jugaba golf y comía caviar porque le alcanzaba la lana para eso y más. Dejaba la ropa tirada en la silla del comedor y tenía mujeres rubias y morenas todas las noches. No tenía que competir con vecinos y amigos por el mejor coche, el mejor lugar de vacaciones etc. Y sacaba gases de su ser, mojaba la tasa del baño, realizaba sus necesidades fisiológicas sin límite de tiempo, cantaba, y se sentaba todo el tiempo viendo el fútbol todo el fin de semana, sin ninguna reprimenda femenina”.

Y finaliza así: ¿no es hermoso?

¿Usted qué cree? ¿Hay algo bueno que decir del matrimonio? 

Tobías Cruz