Las cosas son lo que son

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Pero, ¡ay!, ¡eso es lo que hay!; porque, por mucho que el Sol alumbre, si ya están casi todos bajo la sombra o en la caverna, ¿qué puede hacer ya la pobre luz del Sol? ¡Nada! ¡Nada en resumidas cuentas!...

Si sigues insistiendo en un lenguaje irracional (que es el instrumento número uno del confundir a los demás), ya nunca puedes tener la razón, aunque sí lo parezca (repito: aunque sí lo parezca con muchas mentiras floreciendo o triunfando).

Cualquier realidad consiste en un lenguaje (o en unas reglas) y, por eso, para entender y aceptar cualquier realidad se ha de entender asimismo las reglas que conlleva, siempre su lenguaje. Obvio.

Una democracia solo funciona (o se entiende) en base a un lenguaje democrático en donde una igualdad de participación es lo que prevalece. Una educación solo funciona (o se entiende) en base a un lenguaje lo menos confuso o subjetivo, por lo que será el lenguaje estrictamente racional solo el idóneo, y no otro.

He ahí que no es tolerable el que cada cual quiera saber alguna verdad o estar (en esta sociedad) preparado en algo útil sin respetar o sin usar toda la amplitud del lenguaje racional.

No, ¡no y no!, no se puede insistir en que tú has de decir algo a contrarrazón, solo porque lo deseas o solo porque estás preso (no libre) a las órdenes de una subjetividad, la cual te domina o te anula en dignidad como persona. Eso es nada más que así.

¡Claro!, si ya te han demostrado racionalmente que ningún hecho (a través de una voluntad) puede ser “afortunado”, pues ¡no lo es!; y, a partir de ahí, cualquier insistencia por añadirlo a un lenguaje socialmente responsable, es un gran error o una perversidad si hay un recreamiento con tal error.

Es evidente, muy evidente, si la Tierra no es plana, el que tú insistas más y más que sí y, aun, lo añadas a un lenguaje socialmente responsable, es y será un daño que sin duda tú haces sin cesar a la sociedad.

¡Ah!, pero parece ser que la globalización (o la era de Internet) ha dado licencias de irresponsabilidad o de estupidez a muchos; y, además, de ninguna miserable forma quieren enterarse de algo sensato o de algo racional o equilibrado. Sí, eso es lo que pasa, se encierran ellos/as en ciertas élites o plataformas de comunicación, las cuales crean su propio encerramiento o “lenguaje racional” o una curiosa maña de manipulación o paranoia.

Es cierto, lo primero que crean es netamente un CLIENTELISMO (basado en seguidores, en “borregos”, en colaboradores, en radioyentes o en simpatizantes); y ése mismo clientelismo “a la fuerza” (o como requisito para unos concretos beneficios) siempre ha de aceptar un lenguaje totalmente irresponsable, sí, muy estúpido o, mejor, señuelo para que todo continúe con unos fijos argumentos paranoides.

El caso es que todo va directo a que prevalezca un pensamiento de caverna (o de servilismo) ante el cual no puede ya ninguna educación; aunque, lo más grave, es que se justifican ya sutilmente (sin reticencias de decencia social alguna) todas las barbaridades irracionales.

Sí, es como la guerra actual en nuestra Europa Oriental, que es solo una consecuencia o una sobrealimentación de tanto sin sentido y de tanto sirviente a superlocuras que ya casi no tienen remedio.

Pero, ¡ay!, ¡eso es lo que hay!; porque, por mucho que el Sol alumbre, si ya están casi todos bajo la sombra o en la caverna, ¿qué puede hacer ya la pobre luz del Sol? ¡Nada! ¡Nada en resumidas cuentas!

José Repiso Moyano