La derecha derechizada
Cuarta parte
Gobernador y patrones estaban complacidos por sus logros. La amistad fortalecida ante las coincidencias de objetivos, los motivó a festejarse y apapacharse con cualquier pretexto. El mandatario que recibía todo tipo de felicitaciones por su santo o cumpleaños les correspondía con eventos espectaculares, como la mejor posada del año donde lo más granado de la sociedad poblana cargó los peregrinos. Ahí estuvieron Victoriano Álvarez, Enrique Cortés, Luis Pellón Mediavilla, Luis González Covían, Rómulo O’Farril, Ronald Eustace, Alberto de la Fuente, Enrique Linaje, Adolfo Cázares, Benigno Rodríguez, Agustín Aizpuro, Alberto Sánchez Gutiérrez, Enrique Villar, Luis Artasánchez, Leopoldo Haces, Florentino Rugarcía, Virgilio y Jesús Cuétara y muchos más.
Antes del año nuevo la Canaco–Puebla celebró una asamblea general para escoger nuevo consejo directivo que se integró con Eduardo Osorio Robles, presidente; Luciano Coutolenc, vicepresidente; Alfonso Benítez Espíndola, secretario; Manuel Sánchez, prosecretario; Luis G. Benítez, tesorero; Francisco Simarro, subtesorero; y Emilio Villavicencio, Carlos P. Calderón, Fernando Vallarta, Miguel Mantilla Marín, Francisco Espino y Leonardo Cruz Espíndola, como vocales propietarios y suplentes.
También se renovaron las directivas de la Cámara Agrícola y Ganadera de Puebla y Tlaxcala y del Centro Patronal de Puebla. En esta última organización fueron nombrados Adolfo Coghlan y Alfredo Cinell, como presidente y secretario respectivamente.
Todo el sector patronal escuchó complacido el informe de gobierno de Carlos I Betancourt, quien aquel 15 de enero dijo:
“La general tranquilidad que se advierte en la entidad, ha facilitado que las actividades creadoras, productivas y de transformación, fuesen enfrentadas por los núcleos de nuestra laboriosa y progresista población, con la justicia, seguridad y confianza que pone de relieve el alto sentido cívico de la colectividad poblana. (…) Mediante el armonioso enlace de la acción privada con la colectiva se ha conseguido el fomento de las instituciones financieras de crédito público, la eficiencia en los servicios oficiales y el constante encauzamiento del régimen impositivo hacia metas de evidente equidad, mediante una juiciosa revisión“.
Las asociaciones patronales prácticamente dejaron para mejores ocasiones su participación política, pues tenían la certeza de que el gobierno estaba de su parte y que el gobernador era un excelente amigo bien identificado con los intereses empresariales.
Con esa tranquilidad ampliaron su proyecto de expansión acercándose a las organizaciones del país para conceder mayor atención a los asuntos que trascendían al ámbito local. Paulatinamente fueron perdiendo su provincianismo, hasta que llegaron a influir en las decisiones nacionales.
A mediados de mayo de 1948, el presidente municipal Enrique Molina Johnson impulsó en los barrios la formación de Juntas de Mejoras materiales, incorporando patrones, autoridades eclesiásticas y a distinguidos ciudadanos. Esta idea que benefició al presidente municipal y regidores, permitió que los políticos se congraciaran con la gente de más influencia y que el Ayuntamiento de Puebla se reconciliara con la élite social. Sin embargo, creo que el “invento”resultó insuficiente y que no pudo borrar el resentimiento que hacia las autoridades municipales populares (de pueblo) tuvo y tiene esa élite.
La primera junta se organizó en el barrio de Santiago. Estaba integrada por el párroco Rafael Figueroa Ortega –principal promotor del templo en el cerro de San Juan–, Ciro Cabrera Ramos, Atilano Pacheco, Eduardo Cue, Luisa Cejudo y Carlos Mastretta, entre otros.
Con esa experiencia Molina Johnson reunió a destacados hombre de negocios y les propuso la Junta Central de Mejoras Materiales, la cual se constituyó con las siguientes personas: Isauro Uriarte, presidente; José Pellón M., vicepresidente; José Antonio Pérez Rivero, secretario; Juan Lozano Quintana, prosecretario; Luciano Couttolenc, tesorero; y como vocales Adolfo Coghlan, Manuel de la Concha, Bernardo Rojas Díaz y Adolfo Benítez Espíndola.
La deferencia de las autoridades municipales hacia los empresarios, creó en estos gran confianza. Por ejemplo: los propietarios de camiones urbanos aumentaron el precio del pasaje sin autorización y tal vez hasta sin consulta. De inmediato surgieron las quejas de los pasajeros y pleitos contra choferes y cobradores. El gobierno se justificó al desautorizar el aumento y conminar al público a no pagarlo, incluso valiéndose de las fuerzas policiacas. La Alianza de Camioneros hizo circular volantes para explicar que el incremento del pasaje se debía al aumento del combustible y a una autorización provisional de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
El 19 de junio de 1948 los poblanos presenciaron una nueva expresión de inconformidad: los estudiantes de la Universidad Autónoma de Puebla detuvieron camiones frente al Colegio Carolina.
La respuesta de la Alianza fue cambiar la circulación de sus autobuses. Esa decisión exacerbó los ánimos estudiantiles y del pueblo. Por distintos rumbos de la ciudad detuvieron camiones volcando a siete, y en un mitin improvisado en las inmediaciones del Carolino, incluyeron en sus demandas el control de precios de la carne y el pan. Un grupo más exaltado apedreó la casa de José Concepción Treviño, dueño de la mayoría de los “camiones rojos”. Como el problema no terminó con la reconsideración del precio del pasaje –que volvió a ser de diez centavos en lugar de los quince decretados por los camioneros–, las patrullas del ejército hicieron su aparición en la calle hasta que los estudiantes y sus partidarios se tranquilizaron.
La política gubernamental siguió el mismo esquema avilacamachista. El comportamiento oficial de Betancourt fue muy parecido al de Bautista Castillo. Ambos gobernadores cuidaron escrupulosamente la herencia, enseñanzas y compromisos de su hacedor. Antes que la obligación del cargo, estaba la lealtad a Maximino, a su familia y a los intereses de ésta. La buena relación con el sector patronal fue su hilo conductor. Baste un ejemplo para comprobarlo: el 21 de marzo de 1948 el gobernador prefirió asistir a la inauguración de las obras de captación de agua potable construidas por Fraccionamientos de Puebla, en la colonia La Paz, que a la ceremonia cívica del Natalicio de Benito Juárez.