La prensa y sus aristas (Crónicas sin censura 66)

Réplica y Contrarréplica
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La heterodoxia y ordinariez del gobernante que recientemente dejó la entidad en un estado de extrema miseria logró –sin quererlo- promover la apertura a la crítica en una prensa tradicionalmente ligada y controlada por las finanzas públicas...

No cabe duda que en los últimos dos años la prensa poblana ha tenido uno de sus mejores aires. Ello debido a dos circunstancias, una desagradable y la otra por demás alentadora. La mala, la difícil de admitir, como usted ya habrá adivinado se la debemos a la animadversión que por los periodistas sentía el malogrado gobernador del sexenio que acaba de terminar. Y la venturosa, la que impulsa al sector, surge del profesionalismo que existe en los medios gracias a la sangre nueva que cotidianamente emana de las universidades de Puebla.

     La heterodoxia y ordinariez del gobernante que recientemente dejó la entidad en un estado de extrema miseria, logró –sin quererlo- promover la apertura a la crítica en una prensa tradicionalmente ligada y controlada por las finanzas públicas. Ello a pesar del idilio que vivieron algunos medios de información, cuyos directivos viajaron al extranjero subsidiados por parte del erario público destinado a lo que en libros contables se conoce como “partida del Ejecutivo”.

     La apertura promovida por el estilo piñaolayista adquirió gran brío gracias a la presencia de muchos jóvenes profesionales de la comunicación. Y como ya no había remedio, los medios empezaron a inyectar confianza a sus nuevos colaboradores, a partir precisamente de un periodismo nuevo, dinámico, con posiciones críticas y sin las anclas que durante décadas lo mantuvieron atado a los astilleros de la mediocridad.

    Sin embargo, y a pesar de que ya no puede frenarse ni manipularse el impulso y profesionalismo de la información, todavía tenemos en Puebla uno que otro dinosaurio prendido de la ubre oficial. Sienten, creen y suponen que la buena relación entre los medios y el gobierno debe fundamentarse en la autocensura o en la negociada omisión. Y agárrese, respetado lector: incluso existen plumas que además de no informar, se dedican a tergiversar los hechos, para –obvio– cobrar el favor con el consabido “chayosol” (acepción inventada por el buen amigo Jorge Meléndez).

     Decía Francisco Zarco, constituyente de 1857, que la libertad de prensa permitía la existencia de otras libertades. Explicó claramente que nuestro oficio evitaba el desfase del poder político y puso de manifiesto que los dirigentes de este país podrían desarrollarse mejor siempre y cuando no cayeran en actitudes dictatoriales.

     Sirvan las reflexiones enunciadas para enmarcar algunos conceptos del importante foro denominado “La relación prensa, Estado y sociedad”, organizado por el periódico “Excélsior”. Las transcribo a manera de reconocimiento a los jóvenes periodistas poblanos que no conocen de prebendas y que no son objeto de mañosas manipulaciones jerárquicas.

     El historiador y director de “Nexos”, Hector Aguilar Camín, acotó que la prensa todavía es rehén del pasado de autocensura, desinformación, prejuicios, venalidad y prepotencia, con trabajo subpagado, que orilla a la corrupción y sin normatividad para ser transparente.

     Luis Enrique Mercado, director de “El Economista”, reconoció que hay dependencia hacia el gobierno y dijo que, por ello, éste fijó las nuevas bases de la relación de los salarios mínimos para periodistas y puso a disposición de los mismos mil créditos hipotecarios preferenciales dentro del Pronasol. Los nuevos mecanismos en la relación prensa -gobierno van más encaminados a afianzar controles y dependencias que a estimular y convivir con una prensa independiente, insistió. Por ello los directores son voceros, no interlocutores del gobierno. 

     El director de “Excélsior” Regino Díaz Redondo, pidió diálogo con el gobierno pero sin entreguismos, auguró que los catorce meses que restan al gobierno en curso, van a ser los más difíciles de los últimos sesenta años y dijo que está en peligro el sistema político mexicano si no se recurre a la madurez de todos los sectores, incluidos los medios de comunicación.

     Guillermo Chao de “El Sol dé Mexico”, manifestó que nadie que informe con veracidad puede ser malintencionado y compartimos esa aseveración, porque solo conociendo la verdad, estando informado con objetividad y buena fe, se podrá gobernar con justicia social.

Alejandro C. Manjarrez

13/V/1993