“Ahí está el detalle”...
Cantinflas no ha muerto. Solo se despojó del viejo y desgastado cuerpo; del traje confeccionado por la naturaleza para hacerse visible a los ojos de la gente. Cantinflas aún vive y lo hará por muchas décadas más. Está en el aire, en las fibras ópticas, en las pantallas de cristal y de tela que con toda amplitud reflejan el llamado séptimo arte.
A Carlos Salinas de Gortari le concedió su última entrevista. Y también allí, en Los Pinos, donde al más pintado le tiemblan las corvas, el genio de la comicidad y de la filosofía popular se vio –al mismo tiempo– modesto, grande, profundo y sencillo.
Dicen, pues, que los políticos cantinflean cuando hablan mucho y no dicen nada. Ya quisieran que así fuera porque al cantinflear estarían comunicándose con el pueblo para representarlo, quejarse, reclamar y orientar a las autoridades de arriba, de en medio y de abajo.
Su lenguaje, el cantinflesco, reclama, según los que saben, que no haya comunicación entre autoridades y pueblo. De ahí la profundidad de su mensaje: cambiar el discurso para entendernos con quienes nos representan o sirven, según el caso.
Parece que se ha ido, pero no es cierto. Así dicen que dijo que dijera cuando dizque habían dicho que se iba a morir. Y ahora que dejó sus huesos en el panteón, pudiendo por fin quitarse el deteriorado cuerpo, ya no podrá lucir en vivo y en directo la gabardina, el uniforme azul con el número 777, el esmoquin, el traje de torero, la sotana, el casco de bombero, el overol o los pantalones encogidos y raídos. Sin embargo, y para nuestro consuelo, don Mario Moreno Reyes “Cantinflas” aún sigue vivo. Su genio continuará flagelando el mal humor y poniendo a pensar a políticos con capacidad de aprendizaje. Cantinflas fue (¿o es?) un comediante “que no se ríe de la gente sino que lo hace con ella”.
“Ahí está el detalle”.
22/IV/1993