“Cuando inscribimos con letras de oro el nombre de Gilberto Bosques Saldivar en los muros del Congreso del Estado, tuvimos el honor de su presencia y nos dió un mensaje que a continuación les comparto en una primera parte”
Manola Álvarez Sepúlveda.
Estoy abrumado por tan alto honor: El Decreto por el cual se inscribe mi nombre en este recinto y encontrarme ante la representación genuina del pueblo de mi estado.
La vida me ha permitido llegar a esta edad excesiva. Soy hombre a quien las cosas empiezan a dar rastros, señales y pañuelos de despedida.
Yo soy poblano, poblano de nacimiento, poblano de formación. Nací en una villa que tiene historia heroica, que mucho honra a mi pueblo.
De mi villa natal, en donde nací en una risueña casa inclinada sobre un flanco de la barranca del Ojo de Agua.
Nací en la entraña misma de aquella villa y pasé mi infancia entre aquel paisaje del trópico, elocuente medio informativo de la plástica del paisaje. Nací allá y recorrí toda la extensión de lo que entonces era el distrito de Chiautla.
Me impregné de todo el vigor, el fluvio, la elocuencia, la palabra del agua y de las montañas. Primera formación a la que generosamente se ha aludido, y después estuve en esta ciudad como estudiante, y aquí acabé de formarme por la virtud mágica de una ciudad como ésta, hermosa, prócer; ciudad en aquellos días límpida como ahora, con una atmósfera y transparencia que solamente he encontrado en alguna parte de Europa.
Aquí me formé en la lucha estudiantil de esfuerzo y por la causa del pueblo.
Continuaré con su mensaje.
La parte sentimental y humana de Gilberto Bosques se refleja en los poemas que escribió en su juventud y que su hija Laura me ha enviado para compartirlo con ustedes, ahora lo hago con:
POSESIÓN
Con el sol en la venas
bajé de la montaña.
Corazón en galope
devorando distancias.
Vértigo en las alturas
misterio en la cañada
expectación de rocas
y de maraña intactas
que habría en ancha brecha
mi vanguardia de audacias
Un tropel de guijarros
replicaba la marcha
y un clamor de torrente
los ámbitos llenaba
Iba con pecho pleno
por la pendiente brava
buscando en el tumulto
de crestas y gargantas
Y llegué hasta la cima
de la áspera cañada
y me hundí en el estruendo
virginal de sus aguas
y abriendo hacia la altura
los ángulos del alma
me sentí como nunca
dueño de la montaña
de mis maternas cumbres
de mi jirón de patria
de la voz del abismo
y del clarín del alba.
¡Sólo en aquel instante
poseí a mi montaña!
Cuando volví a mi risco
que señoras distancias
encontré nuevas cuerdas
en mi joven guitarra.
Puebla, puebla 1922.
Nota: se respetó la redacción, la puntuación y la ortografía original.