En la sesión pública solemne realizada el 8 de septiembre de 1988 en el Congreso del Estado para inscribir con letras de oro en los muros del recinto legislativo, el nombre de Gilberto Bosques Saldivar, nos dirigió un mensaje que ahora les comparto en su segundo contenido:
Manola Ávarez Sepúlveda
Palabras de Gilberto Bosques Saldívar
Aquí me formé en la lucha estudiantil, de esfuerzo y por la causa del pueblo. Es por eso que hoy es una satisfacción muy grande para mi comparecer ante los representantes del pueblo de mi estado y compartir con ustedes este recinto, donde hace 71 años se firmó la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Puebla.
Los hombres que ocuparon esos sítiales venían de muchas partes de nuestro estado, desde las montañas del norte hasta las montañas del sur, desde los llanos, desde la parte central de Puebla.
Algunos dejaron el campo de combate, o lo habían dejado ya, otros venían de la cátedra, de la escuela primaria. Todos ellos estaban con una convicción y además emocionados por servir a lo que entonces era la causa del pueblo, con acento muy grande y muy hondo.
Quiero en esta ocasión rendir un tributo a aquellos que ya no están y que aquí estuvieron; que pusieron su voluntad; que pusieron su inteligencia y su corazón en la labor que nos fue encomendada, hombres que venían directamente del pueblo como todos ustedes, representando la voluntad del pueblo, sirviéndole en un momento histórico de gran intensidad.
Quiero pues recordarlos, aunque no a todos por sus nombres, en su conjunto, como un tributo a la memoria de esos hombres porque, como ya se ha dicho la memoria es un órgano del corazón.
Y también quiero rendir un tributo a mi villa natal por la época en que me formó, y a esta ciudad magnífica que me dio muchos dones de formación personal.
Asimismo reconozco la actualidad social de mi estado.
Pido a los señores diputados lleven por la extensión de los distritos que representan el saludo de un hijo del estado de Puebla, del poblano que solamente ha tratado de servir en la mejor forma a su estado, a su patria y por extensión a la humanidad.
Muchas gracias. Me siento honrado en grado sumo.
Todos los diputados de esa legislatura, la L, recordaremos siempre con admiración y orgullo a Gilberto Bosques.
La parte íntima, sensible, se encuentra en los poemas que escribió de joven y que su hija Laura me manda para compartirlos con ustedes. Ahora lo hago con:
ROMANCE
Harta fortuna sería
para mí dejar un eco
en el Alcázar de tu alma
que habitan los sueños buenos.
Más pienso que tus olvidos
aventaron mi recuerdo
cómo polvo inoportuno
que deslustra finos yelmos;
que ya Véspero no alcanza
con su romántico fuego
a despertar en tus ojos
el paisaje placentero
por donde mi galanía
desgranó risas y versos;
que es en vano que retorne
mi viejo amigo el invierno
con el grato aniversario
de nuestro amoroso acuerdo,
pues las lumbres de tus ojos,
las ternezas de tu pecho
las palabras de tu boca,
la flor de tu pensamiento
los capullos de tus manos
la alondra de tus anhelos
se están colmando de gracia
por amor al Nazareno.
Sueño que en edad remota
y en tierra de caballeros
fuiste linda castellana
hija del señor de un feudo
y que yo fui un hidalgo
soñador y aventurero
que quitó la vida inútil con su espada de Toledo
a todo el que osara un día
sentir enamoramiento
por tu altivez de princesa
de los ojos grandes y serenos.
Pero una vez tu ventana
ya no se abrió a mis deseos
y en vano rondé los campos y los jardines fronteros.
Nota: se respetó la redacción, la puntuación y la ortografía original.