Las pérdidas y el duelo

Vida & Sociedad
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Como todo ser viviente, no puedes escapar al sufrimiento causado por las pérdidas de la vida: pérdidas previsibles, pérdidas inesperadas, pérdidas que te impones para evolucionar, pérdidas impuestas contra tu voluntad...

Quisiera hacer contigo un inventario de las pérdidas posibles en la vida de una persona. Mientras lo hacemos, no pierdas nunca de vista que cada una de estas pérdidas puede transformarse en fuente de crecimiento.

         Como todo ser viviente, no puedes escapar al sufrimiento causado por las pérdidas de la vida: pérdidas previsibles, pérdidas inesperadas, pérdidas que te impones para evolucionar, pérdidas impuestas contra tu voluntad. Cada una posee la capacidad de engendrar una vida nueva.

 

¿QUÉ HAS PERDIDO?

Las pequeñas pérdidas y molestias cotidianas:

Una compra equivocada, descubrir una caries, se seca tu planta favorita, el gato que no regresa, una cita fallida, la separación por el viaje de alguien cercano, las molestias o dificultades del día, te dejó el camión o avión, etc.

Las pérdidas siempre sorprendentes:

Un robo, pérdida de dinero, un proyecto abortado, un despido inesperado, el descubrimiento de una enfermedad, una mudanza imprevista, la muerte de una mascota, la pérdida de la reputación, la pérdida de una parte del cuerpo, la maternidad/paternidad biológica, el divorcio de tus padres, etc.

Las pérdidas inevitables en el transcurso de la vida:

Las ilusiones de la niñez, los sueños de la adolescencia, el primer amor, la separación del hogar a la escuela, la pérdida de los primeros amigos de la infancia, la desaparición progresiva de la juventud, de los dientes, el cabello, la vista, de la energía sexual, la partida del último hijo, la súbita conciencia de los sueños no realizados, la menopausia y la andropausia, la vejez, etc.

Las grandes pérdidas en el orden afectivo:

La terminación de una relación íntima, el rompimiento de una larga amistad, un divorcio imprevisto, la muerte de un ser querido, etc.

¿CUÁNTO DURA UN DUELO?

         Esta es una pregunta muy frecuente y no hay una respuesta precisa, ya que depende de cada persona, por supuesto del tamaño de la pérdida y también de otros factores que las preguntas siguientes nos ayudarán a identificar:

  • ¿A quién o qué perdiste? ¿Un pariente, tu pareja, un@ hij@, un@ amig@? (Se ha observado que el duelo por un@ niñ@ es el más largo y doloroso)
  • ¿Cómo tuvo lugar la separación? ¿Una larga enfermedad, un accidente, un suicidio, un divorcio inesperado, una traición, una infidelidad, una separación negociada?
  • ¿Te preparaste o no? Si lo hiciste ¿cómo fue? (Sabemos que hay duelos anticipados: Un amigo que debe partir, una enfermedad incurable, una separación próxima)
  • ¿Cómo aprendiste a llevar los lutos en tu familia?
  • ¿Qué relación tenías con la persona desaparecida en el momento de la ruptura o muerte?
  • Además de la pérdida que acabas de sufrir ¿tienes otras pérdidas o preocupaciones que agoten tus energías?
  • ¿Dispones de tiempo libre suficiente para poder comenzar a guardar el duelo?
  • ¿De quién recibes apoyo y compañía durante los momentos más difíciles? ¿De amigos, parientes, profesionales, de una comunidad, de un grupo de ayuda mutua?

En las sociedades tradicionales se habla de nueve meses: el tiempo de una gestación. Yo creo que un duelo serio lleva como dos años. El tiempo atenúa el sufrimiento, pero no es suficiente. El tiempo por sí solo no cura las heridas lo que sana es el AMOR. La duración del duelo es importante, pero más importante es cómo se viva ese tiempo.

 

LAS ETAPAS DEL DUELO

Sólo muy recientemente, los que se preocupan por el alma humana han empezado a mostrar interés por el desarrollo del duelo, vieja palabra que significa “dolor”, “pena”. Algunas civilizaciones antiguas ya lo hacían a su modo. Inventaron rituales que permitían vivir sanamente una separación o una pérdida afectiva. En nuestras sociedades modernas, nos hace falta redescubrir la manera de vivir un duelo y superarlo.

         Se trate de una prueba grande o pequeña siempre se pasan por las mismas etapas, la duración y la intensidad de las emociones varían según la gravedad de la pérdida. ¿Cómo saber la gravedad de la pérdida? Haciendo conciencia: ¿Qué amor, qué energía, qué parte de mí mismo he invertido en esa realidad? ¿Qué representaba para mí el ser que he perdido? Aunque hay diversos autores que hablan de etapas del duelo, por mi experiencia, la evolución que más natural me parece es el modelo de Jean Monbourquette, y es el siguiente:

 

  1. EL SHOCK. La conmoción. Cuando se presenta un dolor demasiado grande, el organismo produce hormonas tranquilizantes, la percepción de la realidad se hace confusa, no se ve ni oye bien. Risa incontenible, aparente insensibilidad. Cualquier conducta anormal es normal.
  2. LA NEGACIÓN. No se quiere reconocer la pérdida, la negación prolongada impide vivir el duelo. Se suele escuchar: “No es verdad”, “Es una pesadilla”, “No puedo creerlo” “Va a regresar”, “Los médicos están equivocados”, culpan a alguien o así mismos de lo sucedido, se mantienen súper ocupad@s.
  • LA EXPRESIÓN DE LAS EMOCIONES: Es una etapa importante en la evolución de duelo. Es la más dramática y ocurre cuando se empieza a ver la realidad, es cuando se necesita más apoyo. Aparece el miedo, la cólera, la tristeza, el pesar, la culpa, el dolor, la impotencia… un cóctel de sentimientos a veces contradictorios que son necesarios liberar. Se le llama “el gran grito” y es el principio de la aceptación profunda de la separación del ser amado.
  1. LAS TAREAS CORRESPONDIENTES AL DUELO: Cuando la catarsis (la expresión) de las emociones está ya avanzada, conviene llevar a cabo acciones concretas al desprendimiento interior ya realizado. Como cumplir las promesas o reemplazarlas por otras si no se pueden llevar a cabo, descolgar poco a poco las fotos y ponerlas en un álbum, mandarle, vender o regalar sus cosas. Esto ayuda mucho a desvanecer la pena.
  2. DESCUBRIR EL SENTIDO DE LA PÉRDIDA: Víctor Frankl afirmaba que era necesario dar sentido a las tragedias de la vida. No siempre es fácil encontrarlo. Tal vez ayude cuestionar: ¿qué nuevos recursos has descubierto en ti, qué te enseña esta situación, qué nueva orientación tomará tu vida, en qué medida has recurrido a tu fe? Confía que lo encontrarás conforme vayas aclarándote. Uno, es ayudar a otros a atravesar por este túnel.
  3. EL INTERCAMBIO DE PERDONES: Una pérdida grave acarrea tomas de conciencia muy reveladoras de un@ mism@ y de sus sentimientos. Por tal motivo se siente la necesidad de buscar el perdón y de perdonarse. Quizás de no haber estado a la altura de la situación, de no haberle dicho lo suficiente “te amo”, de no haberle salvado de la enfermedad o la muerte, de no haber sabido salvar el matrimonio, de no cuidarse lo suficiente, etc. LA HERENCIA: Ésta consiste en recuperar para sí la energía, el amor, las cualidades mismas del ser querido. ¿Qué me dejó esta relación? Gracias a este SER, ahora ¿en dónde estoy? La herencia es un fenómeno que a menudo se da de manera natural.
  • LA CELEBRACIÓN DEL FINAL DEL DUELO: ¿Cuándo sabes que tu duelo ha terminado? Antes, cuando se quitaba el negro, el luto, ahora ya no hay algo externo que lo indique. Pero interiormente cuando se recobra la paz y la armonía. Es importante agradecerlo, y si puedes ¿por qué no? Hacer un brindis, ya estarás de humor para festejarlo.

 

En este mundo invadido por la fiebre de lo instantáneo y lo desechable, está la tentación de apurar o apurarse a salir rápido del dolor, pero el proceso del dolor debe seguir su curso no lo interrumpas ni te quedes pegado por miedo al dolor. Al dolor se le obedece y entonces pasa, de lo contrario se corre el riesgo de quedarse en el sufrimiento, y ese sí puede ser eterno.

 

¿QUÉ PUEDES HACER EN EL PROCESO?

Si tú o alguien cercano a ti, está pasando por un proceso similar, no lo interrumpas, no estorbes ni trates de acelerarlo ni de sacarlo de ahí, sólo acompáñal@, escúchal@ y permítele que haga lo que necesita, pero sobre todo sé muy amoros@, recuerda que está adolorid@.

Puntos importantes a tomar en cuenta durante este tiempo:

  • Date el derecho de estar triste y sentirte desdichad@, de llorar, de enojarte, de quejarte, de temblar de miedo, o de lo que sientas… SÓLO POR UN TIEMPO
  • Recuerda que estás convaleciente, sé paciente contigo
  • No tomes ninguna decisión importante
  • Modera el deseo de amores inmediatos
  • Renuncia a tu sed de venganza
  • Aléjate de las personas tóxicas
  • Evita las puertas falsas como el alcohol, cigarros, drogas o cualquier exceso
  • Ponte la vacuna anticulpas: la RESPONSABILIDAD
  • Sé compasiv@ contigo y con los demás, “eso” es lo mejor que pueden hacer en esos momentos
  • Conserva la fe en el porvenir y recuerda que ESTO TAMBIÉN PASARÁ
  • Si constatas alguna regresión, no te desanimes, es normal, sólo es para impulsarte más
  • Aliméntate sanamente y duerme lo que necesites para sentirte con más energía
  • Entra más en contacto con la naturaleza, camina en los parques, siembra plantas, juega con animalitos…
  • Busca un momento al día para orar y estar en silencio sólo contigo
  • Escoge tareas o distracciones que te calmen y descansen
  • Pide ayuda, siempre habrá alguien dispuesto a hacerlo
  • Únete a un grupo de ayuda mutua o si crees necesitarlo ve a terapia
  • Pero sobre todo sé buen@ contigo mism@, no te castigues, nadie merece sufrir, no es tu culpa, esto es parte de nuestra condición humana.

Ten por seguro que el alivio llegará, concédete todo el tiempo que necesites. De la oscuridad brotará la luz, del silencio surgirá el canto; de la inmovilidad la danza.

Elegí escribir acerca de este tema por lo socorrido que es en la terapia y en la vida, también por sugerencia de algunos lectores de Réplica, gracias por sus correos. Si te interesa saber sobre algún tema en especial o hacerme alguna pregunta sobre tu proceso de vida, estoy a tus órdenes en: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Laura Patricia Moisés Julián