Puebla, el rostro olvidado (La moderna ultraderecha)

Réplica y Contrarréplica
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LA MODERNA ULTRADERECHA

A pesar de la reforma liberal del siglo XIX, de la lucha por la autonomía universitaria y del enfrentamiento estudiantil contra el cacicazgo avilacamachista (1937-1957), en la universidad conservaron el poder los personeros del clero. Ante ese predominio clerical, en 1959 los grupos socialistas, comunistas, liberales, del centro y hasta la gente sin definición ideológica, se unieron para defender la educación laica.

    Patrocinados por el arzobispo de Puebla, monseñor Octaviano Márquez y Toriz, y asesorados por los dirigentes del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO) –organización ultraderechista proscrita por el arzobispo primado de México, cardenal Miguel Darío Miranda–, un grupo de estudiantes poblanos  fundó el Frente Universitario Anticomunista (FUA), cuyos objetivos consistían en someter la casa de estudios a los designios del clero y perseguir hasta el exterminio a quienes no comulgaran con su ideología. Por poco logran sus propósitos ya que la universidad estuvo en un tris de ser invadida por un estilo del más puro corte colonial.

    Como ya lo comenté, en 1959 diversos frentes progresistas empezaron a tomar conciencia del retroceso programado para la universidad, con el ánimo de combatir las pésimas expectativas organizaron una coalición para aglutinar a los poblanos de ideas avanzadas.

    No fue necesario ningún convenio. El agua buscó su nivel. Y aparentemente de la nada surgió la idea de derogar la Ley Orgánica para desarticular al Consejo de Honor vitalicio integrado por individuos proclericales y derechistas. También la necesidad de reformar la universidad para darle plena vigencia al espíritu y letra del Artículo Tercero Constitucional. Y se convino en la necesidad de facilitar el acceso a los jóvenes tradicionalmente marginados de la educación superior.

    Estaban dadas las condiciones cuando apareció la oportunidad de acelerar lo que más tarde que temprano sucedería al conocerse la frustrada invasión a Bahía de Cochinos, los estudiantes realizaron en el zócalo angelopolitano un mitin de solidaridad con la revolución castrista. La policía trató de dispersarlos provocando un violento combate entre jóvenes y uniformados. Ocurrió el 17 de abril de 1961.

    El ataque obligó a los fogosos estudiantes a radicalizar su posición política. El 1 de mayo, los carolinos– nombre con el que se identificaba a la corriente democrática– tomaron el edificio central de la universidad y se declararon en huelga. Pedían la derogación de la Ley Orgánica, la disolución del Patronato Universitario y del Consejo de Honor vitalicio y además una reforma universitaria democrática. Dos años después el movimiento culminó con la expedición de una nueva Ley Orgánica.

    Se había roto el vínculo entre el gobierno y la universidad. La lucha contra el FUA polarizó a los universitarios que sentían al gobierno como un enemigo a vencer debido a su alianza o maridaje con la burguesía criolla de aquellos días, dueña del comercio organizado, de la empresa, de la industria poblana y con el deber de hacer dinero como si eso fuese un verdadero mandato ético.

    Sin embargo, el rompimiento no fue total pues el 12 de junio de 1964, Gustavo Díaz Ordaz, candidato priista a la presidencia de México, fue recibido en la Universidad Autónoma de Puebla. No solo desaparecieron las reticencias sino que hasta se organizó una sincera manifestación de apoyo (nadie imaginó lo que ocurriría cuatro años después). Pero entrado el mes de octubre los acontecimientos llevaron a la UAP a realizar acciones insospechadas.

    El gobernador Antonio Nava Castillo –otro general de formación avilacamachista, por Maximino, no por Manuel–, trató de someter a los pequeños ganaderos productores de leche. Tenía el interés personal de controlar la producción del lácteo por medio de plantas pasteurizadoras. Los lecheros se sintieron desprotegidos y acudieron a los estudiantes universitarios para buscar apoyo y defender sus derechos. La incompetencia del gobierno del estado generó el enfrentamiento frontal con la universidad, en esta ocasión, como en otras, apoyada por el pueblo. Lograron lo que parecía imposible: derrocar al gobernador.

    En aquel movimiento se acabaron los restos del FUA y la reforma universitaria rebasó sus limites originales devorando a sus precursores (Santillana, Glockner, Fernández Aguirre, Garibay, etc.) para cambiar por completo el perfil original.

    En 1971 la UAP era totalmente distinta a la de diez años antes. La guerra contra la ultraderecha fue a muerte. El 9 de febrero los comités de lucha tomaron el edificio Carolino para radicalizar la reforma universitaria. Además de democrática, pretendían hacerla crítica y popular.

    El crecimiento desproporcionado de la población escolar y la inauguración de la Ciudad Universitaria, hicieron más impresionantes las manifestaciones estudiantiles y más agresivos los secuestros de autobuses, tomas de edificios y hasta actos de vandalismos. En respuesta, la ultraderecha ensayó estrategias terroristas: el 1 de julio un grupo armado atacó el edificio Carolino. El 24 de agosto hizo estallar explosivos en éste y en las casas de algunos profesores universitarios.

    El dramatismo apareció en 1972 cuando el 20 de julio Joel Arriaga Navarro fue asesinado y el 20 de diciembre balearon y fue muerto en su casa Enrique Cabrera Barroso. Ambos crímenes siguen sin aclararse y aún existe la duda si las acciones fueron perpetradas por la ultraderecha o resultaron de la lucha de facciones, librada ésta al interior de la comunidad universitaria.

    En 1973 se puso en práctica la autogestión en la Escuela de Psicología. Sin embargo, sus organizadores no pudieron concluir un experimento que pudo haber generado resultados interesantes, porque “los galácticos”–así les llamaban– fueron calificados de soñadores, acusados de drogadictos y dispersados a balazos por militantes del PCM, varios resultaron heridos, algunos de gravedad.

    Ese mismo año el Hospital Civil se transformó en Universitario, y se creó el Centro de Cálculo “Joel Arriaga Navarro”, cambios que en la universidad consolidaron al PCM. Las demás corrientes políticas quedaron prácticamente proscritas, según pudo constatarse en 1975, cuando resultó electo Luis Rivera Terrazas como rector.

    “El Mariscal”, como sus allegados llamaban a Rivera Terrazas, puso en boga mano dura académica. En la escuela de Derecho apareció la disidencia estudiantil. El control estricto impuesto por la rectoría hizo que los estudiantes tomaran el edificio Carolino. En la acción que ocurrió el 10 de febrero, murió un vendedor ambulante, resultaron más de quince heridos y se retuvieron como rehenes a más de cincuenta personas. Esos jóvenes pertenecían a la izquierda sin estar afiliados al PCM. Formaban el Frente Estudiantil Popular (FEP) y después constituyeron en Puebla el Partido Socialista de los trabajadores (PST). El edificio estuvo en su poder hasta el 4 de Mayo, día en que lo abandonaron sin la intervención policiaca, después de una concertación con la más alta autoridad del país.

    El FEP no consiguió apoyo de la base estudiantil que simpatizaba con el rector. Empero, en la universidad empezaron a agrietarse las bases del PCM. El forcejeo continuó hasta 1978, cuando el FEP recibió un tiro de gracia y el PCM quedó herido de muerte.

Alejandro C. Manjarrez