ANTECEDENTES CROM
Segunda parte
Cuando la Internacional Sindical Roja lanzó la consigna de conquistar los sindicatos reformistas, la CSEP se transformó (1927) en Confederación Sindicalista de Obreros y Campesinos del Estado de Puebla (CSOCP). Con la misión de dividir a la CROM, entraron en escena Blas Chumacero, Leobardo Coca, Filomeno Escamilla y Manuel Rivera.
Comunistas y sindicalistas crearon el Grupo Acción Obrera que, so pretexto de orientar políticamente a la CROM, tomaron acuerdos que sostuvieron al Consejo Confederal de la CSOCP.
La penetración comunista, la promoción del principio de acción directa y el descontrol, acabaron por conseguir que una asamblea mayoritaria de disidentes cromianos desconociera en 1928 al comité ejecutivo de la Federación Poblana. Entre estos –separados definitivamente de la CROM–, se encontraba Baraquiel Márquez quien en 1929, encabezando los sindicatos de las fábricas textiles Los Molinos y El Volcán, formó la Federación Sindicalista de Obreros y Campesinos de Atlixco (FSOCDA).
El 21 de junio, surgió el inevitable enfrentamiento entre los revolucionarios y los reformistas de la CROM. Murieron tres personas y 29 resultaron heridas, todos de la FSOCDA.
Aquella masacre la realizó la CROM con cien pistolas y cuarenta carabinas llevadas a Atlixco en los automóviles de sus diputados. Las víctimas de la FSOC no tenían con qué defenderse.
La fábrica Metepec fue habilitada como el cuartel cromiano. Allí se organizaron El Grupo Acción constituido por veinte pistoleros, y el grupo Económico que se encargó de alcoholizar a los obreros para sabotear las asambleas. Este grupo cobraba cuotas a los trabajadores que variaban, según las necesidades del momento, de un 15 a un 27 por ciento del salario.
Para 1930, la CR0M ya se había ganado el apoyo irrestricto del gobierno estatal que, entre otras cosas, se negaba a reconocer los contratos colectivos de la Federación Sindical de Obreros y Campesinos. Pero su impunidad se fincaba en el control que ejercía sobre el ayuntamiento de Atlixco, donde había impuesto (como lo hizo hasta 1995) a varios de sus mejores hombres. Por ejemplo Wenceslao Cuatzil, como secretario y Nabor T. Camela, como administrador del Mercado, la fuente de ingresos más productiva en aquellos días.
También la policía municipal estaba controlada por los pistoleros de la CROM. El 5 de abril, doce elementos penetraron a la fábrica los Molinos para golpear a los obreros obligándolos a “hacer las pases” con la organización. En mayo, Jacinto García, alias “El Fotógrafo” asesinó a un trabajador de El Volcán, y un mes después recibió nombramiento como jefe de la policía de Atlixco.
El 24 de junio, al amanecer, cuatro mil cromistas cercaron la fábrica para conquistarla. El regimiento de caballería salvó de la muerte segura a los obreros de la FSOC y destacó a 28 soldados para impedir más asesinatos.
Las otras fábricas amenazadas también permanecieron bajo el resguardo de las tropas federales, hasta terminar el mandato de Pascual Ortiz Rubio, a fines de 1932.
Sin embargo, desde principios de 1931, el panorama político estatal cambió, Leónides Andrew Almazán buscaba el apoyo popular a favor del tejedismo. Para lograrlo formó el Frente Único Obrero y Campesino con la participación de la CSOCEP, los comunistas y los agraristas de la Confederación Campesina Emiliano Zapata del Estado de Puebla, creada exprofeso para el objetivo Almazánista.
La CROM, partidaria del centrismo callista, rechazó la unión y se alió con el opositor estatal, el general José Mijares Palencia. Entonces le tocó sufrir la represión: Gustavo Díaz Ordaz fue el encargado de pactar, en Atlixco, un acuerdo que permitió a los obreros la libertad de afiliarse a cualquiera de las dos centrales, sujetas, además, a un tribunal de honor conformado por ambas federaciones.
La tortilla se les volteó a los cromistas: los agraristas les asesinaban impunemente a sus miembros. El procurador de justicia se hacía de la vista gorda. Y los de la CROM decidieron no admitir a los obreros propietarios de parcelas.
Para 1932, la CSOCEP alcanzó gran poder: llegaron a diputados locales sus líderes Leobardo Coca y Filomeno Escamilla. En la entidad los Almazánistas eran mayoría y el gobernador rompió con el gobierno federal al manifestarse contra la imposición del nuevo presidente Abelardo L. Rodríguez.
De inmediato el Partido Nacional Revolucionario (PNR), el partido oficial, se apoya en la CROM de Atlixco, central que le ofrece una total disciplina electoral a cambio de unas diputaciones.
La CROM aprovechó el respiro. Eutiquio Roldán, dirigente en Atlixco, declaró:
“Este año la lucha fue terrible pero tuvimos suerte; matamos por lo menos a 24 de sus hombres y ellos sólo a siete de los nuestros”.
En 1933 las cosas se pusieron peor. El ejército ocupó el Congreso y el tabasqueño Mijares Palencia, candidato de la CROM, fue impuesto como gobernador.
Nuevamente el valle de Atlixco volvió a teñirse con sangre: “Se llenaron los sepulcros (…) nos convertimos en estigma del movimiento obrero del país”, reconoció la CROM en una de sus memorias.
Como líder de Metepec, apareció Antonio J. Hernández, cuya recomendación fue asestar un golpe certero a los divisionistas. Estos eran los miembros de la CROM seguidores de Vicente Lombardo Toledano, quien en ese momento enarbolaba la “acción directa” y separó a la CROM por medio del PLM para hacerla auténticamente revolucionaria “.
Los lombardistas y las fábricas de La Concepción, El Carmen y La Carolina, se pasaron a la CSOCEP. Todo el grupo incluidos agraristas, Almazánistas y obreros de la PSOC, se convirtió en blanco indiscriminado de las balas de los reformistas de Metepec y de los Molinos, al mando de José Solís, y de El León, liderado por Porfirio Briones.
Mientras tanto Mijares Palencia, apoyado por el gobierno federal, echaba porras desde la sombra.
La cacería continúo durante 1934. En diciembre, un enviado del recién electo presidente Cárdenas, recomendó cerrar las cantinas. Desesperada, la Federación Regional Obrera y Campesina (FROC) convocó a huelga general en Puebla. Era la primavera de 1925.
La FROC y su federación local (FLOC) fueron, desde principios de 1934, las nuevas siglas de los opositores de la CROM reformista, gracias al éxito de los esfuerzos que a nivel nacional realizara Vicente Lombardo Toledano. El teziuteco había logrado formar la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, uniendo la CSOCEP y la FSCDA con su CROM depurada.
Esa poderosa organización, sin ligas políticas, ni siquiera con el PCM, restableció el principio de huelga general “por solidaridad“. Estaba, además, cimentada por la tenaz adhesión de sus miembros al principio de acción directa del sindicalismo revolucionario: en 1928, Lombardo había planteado ya en el seno de la CROM la disolución del PLM; Fidel Velázquez líder de la FSODF, insistía en declarar, en 1929:
“Ni líderes ni política”.
En Puebla, el artículo 6 de la declaración de Principios de la CSOCEP, fechado en 1932, estipulaba la acción directa, excluyendo toda acción política de partido.