Puebla, el rostro olvidado (Perfil de un Líder)

Réplica y Contrarréplica
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PERFIL DE UN LÍDER

El ingeniero Áquiles Córdoba Morán regresó en 1974 a Tecomatlán, su tierra natal.

     En sus días de estudiante, el líder máximo de la organización antorchista militó en la Liga Comunista Espartaco, organización de ideología trotskista y de tendencia guerrillera inspirada en José Revueltas. En 1972 fue un activo participante del movimiento estudiantil de la entonces Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, donde era profesor y lidereaba a la Federación de organizaciones Bolcheviques. Esto le hizo correr la misma suerte que los estudiantes expulsados debido a su filiación trotskista.

    Como ya quedó apuntado, Aquiles encontró en Tecomatlán la tierra fértil para su trabajo político. En aquellos lares reunió a un pequeño grupo de treinta personas para iniciar la integración de lo que hoy es una de las organizaciones políticas más importante del país. Las primeras expresiones que definían la personalidad del grupo fueron las clásicas: justicia social, equitativa distribución de la riqueza, desarrollo cultural, soberanía, independencia y mayor nivel de vida para los campesinos.

    No obstante, aún con la experiencia política de su dirigencia cuya carga ideológica los supone aptos para organizar movimientos políticos, Antorcha Campesina carece de declaración de principios y estatutos. Incluso su cúpula reconoce en diversos artículos periodísticos respaldados en un libro publicado por ella, que le “ha faltado trabajar más metódicamente en el aspecto teórico” y que su práctica política responde al viejo precepto que afirma: “Más vale un paso en la lucha real que decenas de programas”. Aquiles Córdoba dice que él y su organización son espartaquistas y como tales modifican sus puntos de vista para adecuarlas a la realidad para “buscar la eficiencia real en la conducción de masas”.

     La carencia de documentos teóricos propios puede explicarse por las necesidades de la política práctica, aunque al principio Antorcha se inspiró en la ideológica trotskista, pronto buscó el cobijo de una estructura priista renuente a darle cabida en el seno del partido.

    Sin embargo, los antorchistas manifestaron su alianza a los postulados del PRI mucho antes de que ocurrieran los cambios pactados en la XIV asamblea de esa agrupación, donde por cierto surgieron modalidades que en algunos casos beneficiarían a organizaciones con el esquema de la referida. Empero, habrá que ver si insisten en conciliar su trotsquismo original con los planteamientos de un PRI modernizado a fin de incorporarse a los fenómenos ideológicos, cómicos y globalizadores que han sorprendido al mundo.

    El discurso socializante de Antorcha no ha logrado impedir que las demás organizaciones izquierdistas la vean con recelo. Algunas hasta la señalan con índice de fuego en cuanta oportunidad se presenta. La intención de esos señalamientos ha sido clara: calificarla como una organización al margen de la ley.

    El ingeniero Aquiles Córdoba se ha defendido de diversas maneras. La más común es contestar de inmediato a lo que él considera agresiones o campañas (del gobierno, de la derecha, de la reacción, de los caciques y hasta de los periodistas) contra su organización. Las críticas sobre su afiliación a la Confederación Nacional Campesina (CNC), por ejemplo, en su momento las respondió analizando e incluso juzgando a ésta. Dijo que pueden existir organismos filiales para conservar su propia estructura, dirección y modo de funcionar, siempre que sea respetada la estructura de la CNC, la cual, según su definición, “no funciona a satisfacción” porque muchos de sus elementos olvidan la responsabilidad que les fue encomendada, caen en el burocratismo y carecen de entusiasmo y espíritu de servicio. También criticó la corrupción propiciada por algunos dirigentes de la CNC; censuró a quienes eludieron la responsabilidad que les fue encomendada o que por buscar satisfacciones políticas personales acabaron con su entusiasmo rural y se olvidaron de su elemental obligación con los campesinos. Para el líder antorchista, el arribismo político va aparejado con la búsqueda de la simpatía de los poderosos y el afán de lucrar. Es una actitud que Aquiles considera como atentatoria contra la educación, el bienestar y la organización de los campesinos que aún esperan a quien encabece sus demandas de justicia y equidad.

    Al superar estas deficiencias Antorcha esperaba consolidar su liderazgo, y no precisamente para superar a la CNC, a la que le reconocía valores tales como su origen cardenista de (Lázaro) y la herencia de Graciano Sánchez, “el agrarista convencido (…), líder nacionalista (…) dispuesto a defender a los campesinos”. Quería que la Confederación recobrara su papel de vanguardia en defensa de los campesinos.

     En este proyecto, que expuso Aquiles antes de la debacle salinista, aseguró que su organismo político quería actualizar sus métodos de lucha y organización para solucionar los problemas reales de los campesinos, “con diligencia(…), presteza (…), prontitud (…), honradez, sin esquilmarlos, sin cobrarles sus servicios y al mismo tiempo generar en ellos conciencia cívica (…), social, para que sean agentes de la solución de su propia problemática y no simples receptores de beneficios”. Afirma entonces que quería evitar que los campesinos organizados por Antorcha siguieran siendo utilizados para diversas causas políticas. Con ello pretendía demostrar que en su organización el burocratismo testaba ausente porque los campesinos trabajaban bajo “un régimen democrático de discusión (…), participación y (…) dirección de sus propios asuntos”. Antorcha presume de tener contacto permanente con los campesinos a quienes reúne para conocer los problemas en su propia versión y proponerles soluciones; a los que organiza y convierte en partícipes de las luchas emprendidas para triunfar. Asegura que su presencia es real en las comunidades rurales, que los campesinos conocen a sus militantes de carne y hueso porque los principales cuadros dedican su tiempo completo al trabajo antorchista, lo que hace posible el respaldo económico a los demás agremiados. Esta es una gran ventaja, pues les permite analizar cuidadosamente la situación, penetrar en la vida y problemas del agro, identificarse con ellos y ganar confianza.

Alejandro C. Manjarrez