Felicidades tundemáquinas (Crónicas sin censura 127)

Réplica y Contrarréplica
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Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.

—Proverbio hindú.

Estando el diablo ocioso, se metió a chismoso.

—Dicho popular.

 

Junto con el homo sapiens nació la comunicación. Y al mismo tiempo aparecieron los primeros seres sobre la Tierra que, sin saber por qué, empezaron a sufrir la soledad: “fondo último de la condición humana”.

A partir de ahí, el hombre tuvo que adoptar la nostalgia y dedicarse a buscar la forma de establecer comunicación con los demás: se encontraba solo y en medio de un silencio que no se escuchaba, pero que sí se sentía.

Imagino que los primeros encuentros deben haber estado llenos de curiosidad. Aquellos protagonistas del principio del mundo descubrieron que había otros seres con la misma biotipología, con sonidos guturales muy parecidos y con una expresión visual que invitaba a fraternizar.

Tal vez también sintieron la energía del cuerpo ajeno. Y por primera vez se atrevieron a tocarlo, a pesar de que su instinto les hacía suponer que la sensación podría ser la misma del fuego, que entonces surgía del abismo o que fulgurante caía de las alturas.

Así fue como empezó el hombre a comunicarse, para poder sobrevivir, convivir y encontrar métodos que le permitieran desarrollarse y formar clanes que, con el tiempo, se convirtieron en tribus y más tarde en sociedades.

CUANDO LA PALABRA ESCRITA EMPIEZA A UNIR AL MUNDO

La tradición oral prevaleció íntegra hasta que, hace siete mil años, se inventó la escritura como fuente primigenia del conocimiento humano.

Después, con el intento de hacer coincidir esa escritura con el lenguaje articulado, ocurrió la primitiva relación “signo-palabra”, que sirvió para significar ideas asociadas; por ejemplo, el dibujo de un disco solar se vio en el transcurso del tiempo.

CUANDO LA CULTURA EMPEZÓ A ROMPER LA BARRERA DE LA IGNORANCIA

La escritura cuneiforme del segundo milenio antes de la era cristiana abrió las puertas a la alfabética (1500 a. C.), cuyo sujeto milenario se manifestó en el siglo XIII, al aparecer las universidades. Los estilos de expresión escrita pasaron a formar parte del sentido de vida y, por ende, a impulsar el comercio y las actividades profesionales.

Una de esas actividades es, precisamente, el periodismo, oficio al cual le encuentro algunas definiciones, basadas todas en la observación y, por qué no decirlo, en la experiencia personal, a saber:

– Refugio de personas que anhelan comunicar sus ideas.

– Estadio ideal de quienes buscan inventarse a sí mismos dejando atrás la soledad.

– Punto de partida para aquellos que quieren enriquecer su cultura, aprender a comunicarse y trascender a la literatura.

– Fuente de riqueza de comerciantes ávidos de poder.

– “Búnker” de la impunidad que se basa en la libertad de prensa.

– Aparador donde se muestra la inmundicia producto del rumor, la maledicencia, la amargura, el resentimiento y el resabio social.

– Fuente que promueve la existencia de las otras libertades.

– Vínculo que une y sirve para que la humanidad se comunique y establezca una relación basada en el respeto al individuo y a la sociedad.

– Crisol que templa famas (de un lado y de otro) o calcina prestigios (también de uno y otro lado).

BENDITA LIBERTAD

Hoy, como el lector bien lo sabe, se conmemora una fecha más de la libertad de prensa. Por esta razón, los periodistas, en lugar de congratularnos, deberíamos manifestar nuestra preocupación, debido a que la radio, la televisión y los periódicos todavía no responden con responsabilidad canalizada a esa libertad que, además de ética y honestidad, exige un alto sentido de responsabilidad profesional.

Algo de lo que, por cierto, podrían opinar las personas (lectores o no) que han padecido la impunidad que encubre y protege a quienes viven para destruir prestigios.

¡Felicidades!

Alejandro C. Manjarrez