Víctimas del poder (Crónicas sin censura 55)

Réplica y Contrarréplica
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Los empresarios ya demostraron que no la hacen en política...

La mayoría tiene en su haber rotundos fracasos y con todo han regresado al ámbito de los negocios como perritos regañados, es decir con la cola entre las piernas. En cambio, el porcentaje de los políticos que entraron al mundo de los negocios rebasan en mucho cualquier expectativa o proyección, cuyo sustento son las estadísticas económicas en que se basa la viabilidad o se fundamentan los programas de inversión. A guisa de ejemplo apunto a Carlos Hank González, quien de la escuela rural llegó al estrellato financiero: hoy es uno de los hombres más ricos del mundo y –curiosamente– sin dejar de hacer política y vivir para su función.

     En nuestra entidad sobran los casos de distinguidos hombres de empresa que fueron incorporados como servidores públicos y se malograron. Una buena parte de ellos juraron no volver a esas andanzas. Otros quedaron con una especie de síndrome que lastima su orgullo, oídos y vista cuando recuerdan, leen u oyen nombres, asuntos y referencias políticas. Recordemos a doce de ellos como para conmemorar los 500 años de la odisea de Cristobal Colón, un empresario a quien le fue como en feria a pesar de su hazaña.

     Francisco Sánchez Díaz de Rivera llegó a la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Allá se dio cuenta de que ni la curul ni el ambiente, ni las costumbres estaban hechas para él. Su crisis existencial le duró doce años, y es hasta hoy cuando ha empezado a levantar cabeza. Cuando menos ya se atrevió a expresarse abiertamente contra las autoridades, lo cual quiere decir que ha perdido el miedo a las represalias.

     Ceferino Romero Bringas fue designado diputado y pasó tres años de sufrimiento, hasta que regresó a sus negocios con algunos millones de pesos menos. Lo mismo ocurrió con Óscar Hidalgo Villafaña, a quien de alguna manera el gobierno le cobró sus facturas cuando se reveló contra la designación de Aurelio López para alcalde del ayuntamiento de Tecamachalco, municipio donde están ubicados parte de los negocios del poderoso avicultor.

     Los banqueros Amado Llaguno Mayaudón y Alberto Ochoa Pineda tuvieron que apechugar la ingratitud del sistema. Uno pudo retornar a la banca y el otro la libró porque nunca abandonó su “modus vivendi”.

     Otros casos son el de José Luis Castillo Díaz, quien presidió el Consejo Consultivo del ayuntamiento de Puebla al lado de Jorge Murad; el de José Luis Meneses, que estuvo en el Departamento de Turismo; Salomón Jauli, cuya afición por el deporte le hizo aceptar del gobierno el encargo de la promoción del mismo; y José Bretón Ávalos, encargado por Guillermo Jiménez Morales para encabezar la campaña contra Horacio Labastida que finalmente le impidió ser designado candidato del PRI a la gubernatura de Puebla. Don Pepe cayó en diferentes y medianos puestos burocráticos.

     El de Mundo Lado Sanz es uno de los incidentes de la política más elaborados. Cuando fungía como alcalde de Tehuacán se le ocurrió enfrentarse a los caciques. De la oficina del asesor de Palacio llegó la guadaña contra el porcicultor. Lo denostaron, acusaron y procesaron sin consignarlo; el hombre murió a causa de una embolia.

      Carlos Grajales Salas y Rodolfo Budib Lichtle han sufrido las de Caín. Ninguno de los dos podrá ufanarse de que realizaron un buen papel. Salvador Cue Silva y Adolfo Cázares dejaron en el gobierno parte de su caudal. Del primero –aún en funciones– quebró su fábrica a pesar de que promueve la industrialización de Puebla. Y el segundo tuvo que vender parte de sus negocios para poder resistir su ritmo de vida social, aunque ya sin el boato que acostumbraba.

     Lo único que les queda es el nada gratificante orgullo de que los periódicos poblanos gastaron mucho papel en exaltar su imagen social.

     Resulta que tenemos nuevos prospectos decididos a poner en juego su prestigio, dinero y tiempo a pesar de la experiencia. Lo malo es que los nuevos políticos empezaron hablando más de la cuenta y se sienten nuevos Colones decididos a descubrir un mundo bastante conocido. A reserva de dedicarles un próximo espacio, por ahora les dejo la siguiente máxima de Foción: “Los grandes habladores son como los vasos vacíos que hacen más ruido que los que están llenos.”

Alejandro C. Manjarrez

12/X/1992

 

 

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