El tesón de Bartlett (Crónicas sin censura 56)

Réplica y Contrarréplica
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Cualquier Poblano con un adarme de inteligencia se estará preguntando...

¿Por qué el tesón gubernamental para llevar a cabo el Proyecto Angelópolis? ¿Por qué tanto empeño en desarrollar una zona turística en el Centro Histórico? ¿Por qué no escoger otros terrenos donde ubicar hoteles, comercios, centros de convenciones y la pequeña o gran zona lacustre? ¿Por qué anteponer el Megaproyecto a los programas de la Sierra Negra, Sierra Norte y Mixteca?¿Cuánto dinero se ha gastado ya en diseñar, estudiar, reubicar y volver a estudiar dónde afectar, qué respetar y con quién asesorarse? ¿Quién o quiénes saldrán beneficiados?

     Vaya hasta han de estar pensando que el arquitecto Giorgio Lombardi (primero enviado por la UNESCO y después contratado por el gobierno) nos quiere dar atole con el dedo valiéndose de la reelaboración de un proyecto cuya novedad estriba en considerar algunos de los argumentos opositores al Angelópolis. Y conste que, como McKinsey, Lombardi también cobra en dólares. Hemos visto como ha ido incrementándose el énfasis de las preguntas. Y también hemos sido testigos de los cada día más inteligentes intentos para convencer a los poblanos que tradicionalmente han sido desconfiados y perspicaces.

     Ante tales expresiones y quitando de la cabeza los malos pensamientos, podríamos colegir que el gobernador de Puebla está empeñado en formar parte de la historia tal y como lo hicieron los miembros de la Segunda Audiencia o don Juan de Palafox y Mendoza. Recordemos por qué:

     En el primer caso, los oidores sudaron la gota gorda para poder fundar nuestra gran ciudad. Incluso tuvieron que transigir en sus valores sociales para aceptar la presencia de encomenderos tan rapaces como Hernando de Helgueta, quien curiosamente más tarde fue designado corregidor en calidad de Justicia Mayor.

     En el segundo caso, Palafox y Mendoza llegó a concluir muchas obras que habían sido iniciadas décadas atrás, como por ejemplo, la Catedral, empezada en 1539 y terminada 90 años después, en 1649 (el humor de la época encontró en esa complicada empresa una forma para eludir sus pagos. Los morosos decían “Pagaré cuando se termine la Catedral.”)

     Como los fundadores de Puebla y el propio Palafox, don Manuel Bartlett también se ha topado con muchos obstáculos. Destaca la férrea oposición de los aparentemente beneficiados. De igual manera, ha tenido que sufrir las consecuencias del menosprecio que hacia los de casa mostraron los encargados de elaborar el diseño original del Megaproyecto Angelópolis. Y creo que no pudo salvarse de las asesorías anglosajonas, cuya arrogancia los indujo a ignorar la importancia que para los políticos mexicanos deben tener las expresiones provincianas, la cultura popular, las creencias del pueblo, el sincretismo regional.

     Muchos poblanos suponen que atrás de ese gran proyecto hay un negocio particular. Los más informados creen que Jesús Hernández Torres trabaja para su santo, o sea, que será el “ganón”, el Hernando de Helgueta. Parte del grupo empresarial intuye que el tesón del gobierno se debe a condiciones impuestas por los inversionistas extranjeros, cuya confianza en el negocio quedó plasmada en “cartas intención”. Y los menos se comportan como aquel gallego del cuento que solo está interesado en joder.

     Ojalá el lector esté de acuerdo con el columnista en que, de llegarse a concretar la oferta social del festinado Programa de Desarrollo Regional Angelópolis, don Manuel Bartlett Díaz podría pasar a la historia de Puebla como el gobernante que logró vencer desde las incredulidades y poca fe de sus gobernados hasta las ambiciones, intereses y mañas de sus colaboradores y contratistas. Qué así sea.

Alejandro C. Manjarrez 

20/X/1994