Los ojos que ven la verdad los quiero aun, en conciencia, siempre autocríticos con cualquier verdad resultante del uso de una insuficiente racionalidad o del uso de una insuficiente responsabilidad; en fin, los quiero sin mentiras o falsedades, ¡que no es poco!
Los ojos que ven la verdad los quiero siempre limpios de desinformaciones, siempre limpios de miedos, siempre limpios de corrupciones, siempre limpios de cualquier sucio interés de quien sea que solo se mueve por la ceguedad del pueblo.
Los ojos que ven la verdad los quiero solo míos y libres de mentiras, libres de coacciones y de servilismos, libres de retóricas o de estéticas que engañan, libres de publicidades que tanto confunden, libres de dobles morales de tantos que van apestando la tierra.
Los ojos que ven la verdad los quiero valientes y leales con la racionalidad, los quiero honestos y generosos con todo ése que sufre alguna injusticia o persecución-intolerancia o mala valoración (con doble tabla de medir) o irresponsable incomprensión o abuso de poder.
Los ojos que ven la verdad los quiero únicamente reales (aunque aspiren a sueños), únicamente humanos o humanitarios, ¡claro!, únicamente de inteligencia natural (nunca artificial), únicamente invencibles por alguna oscuridad y únicamente racionales, pese a lo que pese.
Los ojos que ven la verdad los quiero siempre insobornables, no cómplices con alguna seudoinformación, seudorrazón, seudomoral, seudocultura, seudopoesía, seudojusticia, seudobondad, seudofeminismo, seudoentretenimiento ético, seudorrespeto, seudodemocracia o seudoesperanza.
Los ojos que ven la verdad los quiero siempre comprometidos con todos los más débiles de una sociedad, los quiero siempre reticentes o muy críticos ante las falsas causas de bien, sí, ésas que tienen a la guerra por medio o a las ambiciones del mismo poder o a los grandes intereses económicos que benefician solo a unos pocos.
Los ojos que ven la verdad los quiero aun, en conciencia, siempre autocríticos con cualquier verdad resultante del uso de una insuficiente racionalidad o del uso de una insuficiente responsabilidad; en fin, los quiero sin mentiras o falsedades, ¡que no es poco!
Así es.