Me pregunto qué nos habría deparado el destino si otra civilización hubiera arribado a México...
Qué riquezas tan grandes hemos brindado al mundo. Se nos han escapado de las manos. Nos hemos atontado en no obtener el provecho necesario para hacer crecer la desgastada economía de México. El afán de ayudar a los demás es parte de nuestro ADN. Siempre es necesario abastecer al mundo de riquezas naturales, de ingredientes suculentos, de tecnología de punta, de métodos novedosos. Es poco todo lo que nos sea posible dar. Tenemos tanto que dar una pizca no significa una relevancia que nos quite el sueño. Pero hay una pregunta: ¿estamos consientes de lo que México ha dejado de ganar? Vayan algunos datos para establecer la respuesta que seguramente está en la mente de los lectores de Réplica.
Primero: el saqueo que sufrió México por parte de los colonizadores españoles propició un gran desfalco a las riquezas naturales de México, a sus minas, a su economía. El renacimiento en Europa, el aflorar de la cultura, prácticamente nos lo deben. Sin América todo hubiese sido diferente.
Me pregunto qué nos habría deparado el destino si otra civilización hubiera arribado a México. Pero como el hubiera no existe…. Es obvio que si un país encuentra una cantidad considerable de riquezas, las utiliza para impulsar su economía. Según uno de los cálculos conservadores, hasta 1560 España había extraído de América latina más de quinientas toneladas de oro, o sea unos 14,175 millones de dólares, aproximadamente. Casi una cuarta parte de la fortuna de uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim.
Un descubrimiento que puede comprobar sólo una pequeña parte del saqueo que sufrió nuestro país, es el galeón de Nuestra Señora de Atocha, un barco que naufragó en el Golfo de México. Estaba cargado con un aproximado de 250 mil doblones de oro, y 70 mil dólares en barras de plata extraídos de las minas de México, principalmente. Está clasificado como el cuarto tesoro más grande encontrado en la historia. A esto hay que agregar otros ocho naufragios de navíos cargados de oro, plata y piedras preciosas en el golfo de México, y doce más en las costas europeas, justo en las rutas que iban de América a Europa.
Así, pues, el renacimiento de Europa se dio con la sangre, sudor y sacrificio de los naturales de América.
México aportó al mundo los ingredientes clave de la gastronomía de otros países. ¿Qué sería de los platillos Italianos sin el jitomate?, por ejemplo. El nombre Proviene del náhuatl xictli, ombligo y tomātl, tomate, que significa tomate de ombligo.
Desde hace aproximadamente 2 700 años este fruto ya se cultivaba en nuestro país. Los mayas y los aztecas lo utilizaron para su consumo. El pueblo supuso que quienes comieran semillas de tomate serían bendecidos con poderes adivinatorios. Y vaya que les hizo falta ese poder para prevenir la masacre que habrían de sufrir en manos del dios barbado español confundido con Quetzalcóatl. Aunque en sus predicciones el futuro no tenía nada de prometedor.
Los españoles distribuyeron el tomate a las colonias por el Caribe, después de la conquista de Sudamérica. También lo introdujeron a las Filipinas. Y por allí ingresó al Continente asiático. En Europa se comenzaron a cultivar los tomates amarillos, aunque más adelante se hicieron más populares los de color rojo. En Italia se introdujo el tomate amarillo primero, al cual llamaron pomodoro, que significa manzana dorada. En Francia lo llamaron pomme d'amour, que significa manzana de amor. En la Gran Bretaña este ingrediente mexicano se consideró "de uso diario" en caldos, aderezos y sopas.
Otro exquisito manjar es el chocolate, “comida de Dioses”, como es conocido en Suiza, país que le ha sacado más provecho a este delicioso grano mexicano de origen.
Existen pruebas de que los olmecas lo consumieron entre los siglos 1900/900 a. C. El chocolate aquel fue preparado con cacao molido hasta hacer una pasta similar a una barra actual. La calentaban en agua, se mezclaba con harina de maíz, vainilla y miel de maguey, mezcla que daba como resultado una bebida que producía desvaríos, misma que se usó durante las ceremonias. Esta preparación era exclusiva para los nobles y gobernantes.
Desde la época prehispánica hasta la fecha, gracias a su sabor, el cacao es una de las fuentes de alimentación más apreciadas en el mundo.
Gracias a México, el cacao tiene una gran importancia gastronómica, económica y social. Lamentablemente una persona que degusta un trozo de chocolate, no sabe que este elemento afrodisiaco proviene del ombligo de la luna, o sea de México.
Otro artículo de consumo a nivel mundial es el chicle, originalmente utilizado por los mayas. Éstos usaban la resina natural de un árbol llamado Zapote para limpiarse los dientes y saciar el hambre y la sed. La propia palabra chicle es maya, "chi" se llama a esa resina natural que los mayas mascaban, y "cle" significa masticar.
El origen de esta goma de mascar tiene una historia curiosa. Todo comienza con el exilio del ex presidente Santa Anna, quien en Nueva York, mientras sostenía una plática con el fotógrafo Adams, abrió su bocota proporcionándole la información que Adams después usó para construir un emporio. Y así, un día, mientras platicaban acerca de cómo hacer más eficientes los materiales que se colocaban en las ruedas de los carruajes, el ex presidente comentó que los mayas usaban una resina resistente para mascar. Adams copió la práctica maya y construyó un emporio con ella. Al verlo Santa Anna, a través de los años desde el más allá, quizás haya dado un par de piruetas en el interior de su tumba pues por sus venas corrió sangre con genes de un comerciante árabe.
Entrando en el tema de la tecnología, Guillermo González Camarena es otro baluarte. En 1940, a este científico mexicano se le ocurrió una idea que cambió la forma de ver al mundo a través del televisor. Un sistema que podía transmitir imágenes a color. En 1960 inventó también otro sistema menos complicado para generar color, más simple y más efectivo en la transmisión de los colores. González Camarena lanzó su invento en México años antes de que lo hiciera la NTSC (Comisión Nacional de Sistemas de Televisión).
Si a colores nos referimos, una planta que todos conocemos, sobre todo en las épocas navideñas es la Cuetlaxóchitl, traducida al español como “flor de pétalos resistentes como el cuero", conocida así por los naturales mexicanos: la famosísima flor de Nochebuena. Oriunda de México se conoció mundialmente gracias al ex embajador de Estados Unidos Joel R. Poinsett. Éste se la llevó a su país y la regaló a embajadores y políticos de Europa. Lo único que le cambió fue el nombre, la hizo suya y allá se lo conoce como Poinsetia. Algo curioso de esta planta es que su flor es muy pequeña. No, no estoy loco: la verdadera flor de nochebuena es únicamente las bolitas amarillas que tiene en el centro, lo que rodea a éstas son hojas que al madurar cambian su color a rojo o blanco.
Leyenda acerca del origen de esta flor mexicana
“Cuando Dios creó la naturaleza en la Madre Tierra, les pidió a las plantas que crearan sus mejores flores para entregar al mundo y que cada una seleccionara las estaciones del año para su nacimiento. También les pidió que siempre dieran a todo aquel que las tomara en sus manos y en su vida, todo lo mejor de ellas: belleza, amor, armonía y sabiduría.
“Cierto día, Dios vio que una planta en especial desde el momento de su nacimiento daba todo lo más sagrado que se encontraba en su esencia, con el fin de ser elegida por los humanos para llevar a sus vidas la belleza, amor, armonía y la sabiduría que su creador le había entregado como misión.
“Pero por más que se esforzaba por ser elegida, nadie se paraba ante ella para admirarla. Nadie la apreciaba pues su flor era muy pequeña y sus hojas muy grandes; esto la entristecía. Sin embargo no dejaba de luchar por ser feliz, aun cuando ningún hermano la quería.
“Al ver esto, Dios fue hasta la planta y le dijo: ‘Veo que eres muy hermosa y que realizas tu misión con mucho amor, aun cuando tu belleza no es valorada y sin embargo luchas por ser feliz dando amor incondicional a tus hermanos pues sabes que lo necesitan. Por eso te voy a dar mi sangre’. Cuando la depositó en sus hojas éstas se transformaron en el rojo más hermoso que existe, y así se convirtió en la flor más bella, que florecería además en la época más importante de la Tierra, en la navidad, con el sólo fin de ser la representante del amor y la esencia divina del universo.
“Desde aquel momento la planta de flor pequeña y de grandes hojas se transformó en la bella Flor de Nochebuena, haciéndola la más representativa del nacimiento del amor y la esperanza en el mundo”.
De los sabores, el saborizante de mayor importancia en el mundo, la vainilla, tenía que ser mexicano. Y además poblano. La llamaron así los españoles por la forma de vaina que tenía. Es el fruto de un tipo de orquídea, natural de México. La vainilla de mejor calidad en el mundo se produce en Papantla Veracruz y en Puebla.
Los franceses tomaron los conocimientos de la producción de vainilla durante su estancia en México y más adelante la comenzaron a producir en Europa. Hoy en día los mayores productores de vainilla son los indonesios, que superan la producción de México en 1200%.
En la farándula también estamos presentes y no precisamente con películas de Guillermo del Toro o Alfonso Cuarón. El premio más conocido en el ámbito cinematográfico es el famoso Oscar, pues el modelo que posó para la creación de la estatuilla era mexicano. Y más increíble aún: toda la faramalla detrás de esta estatuilla ha involucrado siempre a nuestra gente. Esta es la historia:
En 1927, al poco tiempo de haberse creado la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, el director de Arte de la MGM (Metro Goldwyn Mayer) Cedric Gibbons, se encontró a cargo del diseño de la Estatuilla. Ésta fue la clave de todo puesto que el director había tomado como esposa a la actriz mexicana Dolores del Río. Gracias a la influencia de la cónyuge, se contrató al escultor George Stanley pidiéndole que diera forma tridimensional a la estatuilla. Para ello utilizó un modelo mexicano, una leyenda del cine mexicano; me refiero a Emilio “el Indio” Fernández. Hoy, los orfebres que dan forma a estas piezas son mexicanos casi en su totalidad.
Otro emblema que ha tomado la cultura “gringa” en sus tradiciones, como la de acción de gracias, es el pavo mexicano. El animal se criaba en México desde épocas prehispánicas. Los españoles lo introdujeron a Europa y los ingleses, al ser expulsados de su tierra natal, navegaron rumbo a América en el Mayflower. De este modo le dieron un “raid” a su casa al tan aventurero guajolote.
La famosa “barbecue” es de origen maya. Estos la llamaban “baalbak´kaab” (carne tapada con tierra). El procedimiento era casi igual al que conocemos ahora. Ellos usaban una olla con piedras calientes en lugar de carbón; ponían unas parrillas de madera sobre las piedras y la carne la envolvían en pencas de maguey. Posteriormente colocaban la carne sobre la parrilla y hacían su “picnic” en la selva, invitando a todo aquel que quisiera unírseles. Así, la “balbak´kaab” se hizo popular, tanto que hasta los haitianos la conocían. Fue entonces cuando llegó nuestro “salvador” Hernán acompañado de sus secuaces. Y lo llevaron a España. De allá pasó a Inglaterra y de regreso a América. Henry Ford se encargó de hacerle unos cambios a este proceso y resultó un éxito. Todo hombre que compraba un Ford se llevaba una parrilla metálica para salir de “picnic” con la familia.
Hablando del México prehispánico, los mayas usaban sandalias de hule, los aztecas se entretenían con los grandes saltos que daban sus pelotas de goma, mismas que aparecieron desde los olmecas. Nuestro México dio al mundo el “metal elástico” (como muchos lo llamaban en el siglo XIX), mejor conocido ahora como hule. Éste tiene una historia de casi 4 000 años de antigüedad. Y lo que mencioné anteriormente no es ficción. Los mayas sacaban del árbol de hule una resina que mezclaban con savias de otras plantas para “vulcanizarlo” y así darle más resistencia. Una vez terminado el proceso metían los pies en la mezcla, y estrenaban unos zapatos de goma. También era de mucha ayuda en la fabricación de herramientas: hacían tiras de hule para sostener las filosas piedras a mangos de madera, o simplemente forraban el mango de cuchillo para tener mejor agarre (¡eran unos genios!). El invento maya se esparció por todo el mundo. En 1839 un tal Charles Goodyear mezcló azufre, goma y lo puso al fuego. De lo demás supongo que ya saben la historia.
Y para no dejar nada en el olvido, les comento que encontré una serie de datos mientras navegaba en la carretera de la información. Por poco caigo en shock. En el trabajo realizado por Gustavo Castro Soto, miembro de la SIEPAC, “Coca Cola, la historia negra de las aguas negras” el autor exhibe las siguientes apreciaciones. La empresa Coca Cola extrae de nuestro suelo mexicano nada más y nada menos que ¡el 10 por ciento del agua que utiliza para la producción mundial de tan socorrido líquido! Gracias a la cercanía que tenía nuestro ex presidente cocacolero Vicente Fox con el director de la CONAGUA, (que conste que no es cocacolero por el consumo del refresco negro, sino por su formación empresarial, ya que fue presidente de The Coca Cola Company en México), este último recibió el apoyo incondicional para firmar con la empresa la extracción en los Montes Azules de Chiapas. El ex mandatario ha regalado el oro transparente de nuestro país para la fabricación del refresco “burbujeante” con una historia tan “impecable” como lo es Coca Cola. Parece de película, de esas que se ven en la pantalla grande, claro que siempre acompañadas de una bolsa de palomitas de maíz, o unos nachos, ambos platillos cien por ciento mexicanos.
Faltan entre otros muchos regalos de México al mundo, sin embargo, como el espacio es reducido y los datos extensos sólo mencioné los que considero importantes. Dejo para otra u otras ocasiones lo que hoy no pude comentar.
Es importante recalcar a los lectores que es tiempo de empezar a sacar provecho de nuestro potencial, de la riqueza que tiene México. Conocer o reconocer lo que existe dentro de nuestras fronteras no lo que hay fuera de ellas. Cuidado con aquellos que ven la riqueza que a veces no apreciamos: nos pueden arrebatar lo que nos queda, parte de nuestra historia, algo de la identidad que nos distingue y muchos de los “tesoros” que todavía existen. No se vale olvidar que aquí en México hay de todo y bueno...