Los absurdos de la pandemia

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A todos nos agarró de sorpresa pero es necesario que exista empatía hacia las demás personas...

He visto cada cosa; como las siguientes:

Detienen en Puebla a motociclista por no tener tarjeta de circulación porque se le perdió y no tiene forma de reponerla, pues el gobierno tiene cerradas las oficinas. Se queda sin modus vivendi.

En el registro civil de la Ciudad de México un ciudadano no puede corregir su acta pues no están trabajando. Y su pasaporte ha vencido. El acta tiene un error de dedo culpa de los funcionarios de dicha dependencia, cometido en la época de la certificación de actas, en 2014. La persona tiene que esperar a que abran y desplazarse de Puebla a la capital para hacer los trámites. Mientras, no cuenta con identificaciones y se llama diferente.

Una bebita con padres de escasos recursos tiene un tumor en el cerebro. No la pueden operar pues el neurocirujano tiene Covid-19. Le dicen a los padres primerizos; esperen a que haya médicos y lugar en terapia intensiva. No se preocupen a lo mucho pierde la vista, les informan.

Un empresario es acosado por el que le renta el lugar de su restaurante. El emprendedor le pide un descuento o una prórroga. El dueño del lugar le dice: prefiero tener el lugar cerrado a qué lo estés ocupando tú. Salte.

Una persona contrata una telefónica. Esta es vendida a otra. La telefónica compradora le informa que irán unos técnicos a su casa a cambiar todos los aparatos, mismos que se encuentran en la recámara de una persona mayor. El hijo de la señora grita por los siete cielos. Dice que le preocupa su madre. La compañía le informa que es eso o que se quede sin internet y televisión, lo único que mantiene a la señora mayor, tranquila. Entran a su cuarto sin guantes ni cubre bocas como prometieron. ¿Qué se hace? a nadie le importa, hay pandemia.

Una ciudadana atropella a un motociclista de escasos recursos. El motociclista presenta lesiones. La señora entrega dinero a los oficiales de tránsito y le echan la culpa al agraviado. Estaba en la esquina equivocada cuando la prepotente dama lo atropelló. Ella y sus billetes contratan a un abogado para culpar y perseguir hasta a la abuelita del atropellado a fin de que pague el gran daño, una salpicadera abollada. El motociclista huye y se siente acosado e imagina que vivirá en la cárcel el resto de sus días. Acabaron con su vida. A la dama “billetuda” no le interesa. Quiere justicia.

Así como estas historias, hay muchas, que les seguiré platicando. 

Nos leemos pronto

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@patycoen 

Paty Coen