Siempre a la verdad hay que llevarla en alto

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La verdad no puede ser un juego ni un entretenimiento ni una ambición contra la humildad humana o contra la bondad...

Por decencia y para no dañarla, siempre a la verdad hay que llevarla en alto, sin reticencias, sin cobardías, sin silenciarla, sin esconderla, sin presentarla cualquier momento con todas las razones a favor y sin negarle todas las defensas tuyas.

La verdad no puedes maltratarla inclinándola hacia la sumisión, hacia el silencio o hacia la contemplación, sino hacia la máxima claridad o grito decente, hacia la máxima divulgación y hacia la máxima racionalización.

No puedes tampoco unirla o vincularla a conceptos desequilibrados o irracionales como “desafortunado” o “desacertado”, ¡jamás!, porque la humillas así y la niegas. Exacto. Las cosas como son.

La verdad no puedes dejarla en manos de tu frivolidad, ¡nunca!, de tu valoración insensata o contagiada de estéticas-modas, ni quitarle la prioridad que mantiene sobre lo que te digan los rentabilizadores medios de comunicación o los medios de idealización sin parar.

Ningún científico tiene derecho a atribuirse la verdad si, al que demuestra razón (de verdad o a razón solo), lo está vetando, silenciando y humillando constantemente “en nombre de la ciencia” o de lo que le da poder para abusar de poder. Casi toda la ciencia es inmoral o es irracional si solo “en su nombre” se da poder y no en una lealtad a la total racionalidad posible.

La verdad no puedes respetarla desde la no-verdad, ni puedes darle “FORMAS” de no-verdad, ni puedes usarla para educar no siendo como es porque (por tu interés) la enmascaras o la falseas. La verdad no puedes llamarla con tus desequilibrados nombres o conceptos, ¡nunca!, o sea con esos que confunden o son tóxicos de sinrazón.

La verdad no puede ser un juego ni un entretenimiento ni una ambición contra la humildad humana o contra la bondad.

La verdad, por último, no puede tener un tratamiento (ni tuyo ni de nadie) desde la ignorancia, desde la idiotez, desde el cinismo o desde la doblez o desde una falsa sabiduría-responsabilidad. Y ha de alcanzarse con la lucidez exclusivamente racional o con la razón, y no con sustitutos o con falsas capacidades que se piensen o se inventen.

La verdad sirve para que ninguna mentira-sinrazón se salga con la suya en la sociedad, y sirve para que se hable de una objetivada realidad, la racional (y no de cuarenta), y sirve para que se cumpla lo que dice una sola ética, la racional (y no de lo que dicen cuarenta éticas, sí, ya que tantas son totalmente incompatibles con cualquier bien). Así es.

José Repiso Moyano