Que descansen en paz los que se adelantaron en el viaje...
No todo es negativo en México. Aún quedan innumerables motivos para estar orgullosos. Uno de ellos son los jóvenes que todavía se emocionan con lo que, para ellos, representa su país. En el desfile del 5 de mayo, observé en las miradas de aquellos ciudadanos —hombres y mujeres— el orgullo que sentían al tomar protesta ante la presidenta de la República como cadetes del servicio militar. A los estudiantes les llenaba el alma desfilar y representar a su institución en la fiesta cívico-militar. Lo mismo a los cadetes de las fuerzas armadas. En su actitud se palpa la valentía, la dignidad y la gallardía del pueblo de México.
En el lamentable accidente ocurrido en Nueva York el 17 de mayo de 2025, donde murieron dos miembros de la Escuela Naval Mexicana —José Antonio Valerio Rodríguez y Julio César Flores Guerra— a bordo del buque escuela Cuauhtémoc, perdimos a dos entre los cientos de miles de personas que sirven a la patria con la convicción de construir un mejor país. Jóvenes dispuestos a dar la vida por México, que deciden, con plena voluntad, formar parte de la fuerza del Estado.
Mexicanos que entregan el alma en su labor y lo demuestran con una mirada llena de orgullo cuando rescatan a un ser indefenso, cuando ayudan al necesitado que lo ha perdido todo en un desastre natural, cuando reciben con humildad una distinción por sus logros… o simplemente por el esfuerzo de quedar en segundo lugar.
Son quienes representan con bravura y orgullo a su país, como lo hicieron los tripulantes del buque escuela.
Siempre habrá que felicitar y apoyar a esos mexicanos que han decidido seguir el camino del bien, luchar por su nación y esforzarse, segundo a segundo, por construir una patria más fuerte.
Esos muchachos son el alma, el cuerpo y la energía que hacen crecer a México.
Sí, esperamos respuestas claras sobre lo que ocurrió en aquel accidente, ¡por supuesto! Pero lo primero y más importante es que, como ciudadanos, reconozcamos en todos esos jóvenes la fuerza que guiará el destino de la República Mexicana.
Por eso duele lo que ha pasado. Duele que muera uno, que mueran dos. Aflige que ellos —quienes algún día llevarán las riendas del país desde distintas trincheras— sean criticados, minimizados o politizados.
El futuro de México no merece más que aplausos y reconocimientos. Apoyo absoluto en los tiempos oscuros.
Esos compatriotas son la esperanza de que nuestro país verá un futuro promisorio.
Hasta la próxima.
Que descansen en paz los que se adelantaron en el viaje.