La víbora de la política

Réplica y Contrarréplica
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El legado de Alejandro C Manjarrez

Una compilación de las mejores columnas políticas elaboradas por el periodista y escritor en la época digital. El periodo publicado en diarios impresos se denomina, crónicas sin censura. Búscalo en este portal.

Si buscas resultados distintos,

no hagas siempre lo mismo.

Albert Einstein

 

Por muy larga que sea la tormenta,

el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.

Khalil Gibran

 

¿Qué pasó en México, aquel país del medio siglo XX donde la vida mal que bien se disfrutaba porque no había violencia urbana?

Trataré de responder a la pregunta que va implícita en el correo de una amable e inteligente lectora, misiva electrónica de la cual reproduzco algunas líneas:

“Sigo asustada por la violencia que se ha generado en los secuestros y sus asesinatos. No sé si sea necesario regresar a la forma que estableció Porfirio Díaz de matar sin miramientos a este tipo de vándalos y colgar sus cabezas para que sirvan de escarmiento. O qué tendríamos que hacer con las mafias de la venta de drogas, trata de blancas, secuestros y la policía estatal y federal que ha participado en dichos actos. ¿Quién podrá ayudarnos?”

El correo me llegó justo cuando acababa de platicar con un mexicano-español que vivió los primeros quince años de su vida en el régimen de Francisco Franco. Me dijo el amigo: “Cuando llegué a México me sorprendí de la tolerancia de las autoridades. ¿Cómo pueden robar los políticos sin que sean fusilados como ocurría en España? Allá enviaban a los ladrones y asesinos al paredón. Por eso disminuyó el crimen. Y que conste que fui anti-franquista”.

¿Quién puede ayudarnos? Yo creo que nosotros mismos siempre y cuando nos unamos para proteger a nuestras familias. Que en esa unidad o asociación popular se establezca la denuncia y también un método social-policiaco que nos permita alertar a los demás para, entre todos, cuidarnos y protegernos del crimen organizado o no. Pero para evitar caer en el “sospechismo” habría que empezar por adoptar como nuestro el programa preventivo denominado “Semáforo”, estrategia que recién creó la Secretaría de Gobernación federal (ni modo, hay que usar el judo). Después organizar y difundir una especie de “Buzón protector” para que en él se “depositen” las denuncias contra la corrupción de los servidores públicos. Y junto con ello crear un mecanismo para que la sociedad conozca y comparta esas denuncias. Algo parecido a la “tecnología” del rumor pues.

¿Y qué tiene que ver la violencia con los servidores públicos?, preguntarán algunos lectores. Pues mucho por no decir que todo. Ahí están los policías, por ejemplo, delincuentes unos y protectores de la delincuencia otros. Y sus jefes que reciben la tradicional “mochada” sin preguntar de dónde viene. Y los jefes de estos jefes que también son “salpicados”. Y los súper jefes de todos los jefes cuya riqueza es más que insultante. Y el gran jefe del momento que para quedar bien con los corruptos del mundo desarrollado y civilizado (Bush y anexos) ofrece hasta las nalgas de sus gobernados (léase petróleo). “Corrupción divino tesoro”, se dicen asimismo las cabezas que manejan o manipulan a los gobiernos del país, sean éstos honrados o corruptos. ¿O qué, Salinas, Zedillo, Fox, Beltrones, Gordillo, Madrazo, De la Madrid, Díaz Ordaz, Gamboa Patrón, Piña Olaya –por sólo mencionar a unos cuantos– nacieron millonarios? La verdad es que no y que llegaron a serlo gracias a la corrupción sistematizada de la cual se valieron para entrar a las grandes ligas del dinero.

Por ello y no por otras razones tenemos en México al hombre más rico del mundo. Y gracias a esa costumbre a punto de convertirse en cultura (todavía soy optimista, por lo de “a punto”), crecieron los capitales de los ricos propiciando que aumentara el número de pobres y, por ende, la marginación social. Y basándose en la buena fe de los gobernados, hoy el dinero producto del trabajo de éstos es manejado por la banca extranjera. ¿Dónde quedó la justicia social? Obvio, en las arcas personales de los corruptos que en la actualidad se dan baños de pureza, precisamente con la mierda que dicen haber descubierto.

Al llamémosle fenómeno social apuntado, agregue usted la pasión reproductora de los mexicanos. Mientras que los burócratas dorados se devanan los sesos para “mejorar” el sistema educativo nacional –por citar a uno de los programas más publicitados–, el pueblo se aparea con la ilusión de que sus orgasmos les hagan olvidar el hambre. Y entonces, como los conejos, el porcentaje de nacimientos rebasa de manera exponencial a la “productividad” o capacidad financiera de los gobiernos municipales, estatales y federal. Lo que sigue es el hambre, el desempleo, el sida, la emigración, la delincuencia menor, el crimen organizado, la corrupción endémica y las promesas oficiales. Es el círculo vicioso, la víbora cuya cola y cabeza se unen con su propia mordida.

El semáforo… Coincido con la propuesta del gobierno federal porque es algo lógico, la lógica que parecía ausente en esos ámbitos, la lógica que –perdón por las referencias personales –, fue expuesta en este espacio el pasado 23 de mayo (“La seguridad de ensueño”), la lógica que parece formar parte de la novela (“La brigada terminal”) que anuncié en esa fecha.

Aparte de lo que puede ser una modesta sugerencia, el problema del México violento que vivimos está en que aún no hay un líder que ponga las cosas en orden, empezando por limpiar su propia casa…

Alejandro C. Manjarrez