LA REVANCHA DE LOS ULTRAS
El lugar de Rafael Moreno Valle fue ocupado por Gonzalo Bautista O’Farril. Según los antecedentes y las consecuencias de aquel mandato efímero, Bautista se dejó azuzar por la ultraderecha y con ese apoyo quizo poner fin a la importancia política de la UAP, cuyo poder e influencia popular había logrado “tumbar” a dos gobernadores. Las escaramuzas del combate desembocaron en la agresión de francotiradores de la Policía Judicial del Estado. El 1 de mayo de 1973 los elementos policiacos dispararon contra el edificio Carolino desde diferentes frentes. En este ataque salieron heridos varios jóvenes estudiantes. Días después el grupo dirigente de la UAP se consolidó con la caída de Bautista O’Farril y aprovechó la inercia de los acontecimientos para imponer su control.
Con la llegada de los días de gloria para el grupo universitario dominante apareció la consigna “por una universidad democrática, crítica y popular”. Los dirigentes universitarios trabajaron arduamente para fortalecer el PCM. Libre de competidores en el seno de la casa de estudios, Rivera Terrazas buscó darle presencia social a su partido. Sin embargo, a pesar del esfuerzo realizado no pudo amalgamar la identificación entre las luchas populares y el PCM. Pero logró, sin querer, generar la disidencia interna que al final de cuentas propició la aparición de las células del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), quienes más tarde integraron el FEP.
Nuevamente y como consecuencia de sus actitudes críticas, la dirigencia universitaria logró otro incremento del subsidio, empero, el PCM empezó a perder simpatías entre los estudiantes al extremo de tener que buscar su sustento político fuera de la institución.
La elección de Alfonso Vélez Pliego, propiciada por el propio Rivera Terrazas, fue contra los intereses de su corriente. Resultó contraproducente el espíritu conciliador de Vélez, quien permitió a los gobiernistas recuperar espacios, y a los otros sectores radicales apropiarse de las bandera del PCM.
La derrota electoral de la coalición democrática y de izquierda representó, sin implicar alternativa real para la UAP, el fin de la hegemonía de la corriente terracista, a la cual había pertenecido Alfonso Vélez Pliego. Ante los acontecimientos, el rector electo Samuel Malpica Uribe, pareció desconcertado.