¿Será en serio lo de gobierno de nueva generación?, es lo primero que pensé al hacer la cita con Alejandro Armenta Mier,...
¿Será en serio lo de gobierno de nueva generación?, es lo primero que pensé al hacer la cita con Alejandro Armenta Mier, secretario de Desarrollo Social del gobierno de Puebla. Y como había que ir al viejo Palacio, donde dicen que de repente se escucha el llanto de los muertos, se me ocurrió pensar en algunos “fantasmas”, digamos que famosos. Winston Churchill, por ejemplo, podría ser uno de ellos. Pero rápido deseché la idea y prefiero uno de casa. Como siempre ocurre, el primer invocado fue Benito Juárez, referencia que me inquietó al colegir lo que hubiera pasado si en una de esas el de Guelatao se hubiera posesionado del cuerpo de Mario Marín Torres.
Ya metido en esta mi costumbre de pensar en la historia y sus parangones tuve que hacer el ejercicio correspondiente para concluir que casi todos los gobiernos de México y del mundo han sido de “nueva generación”. Una de las excepciones sería precisamente el caballero inglés, ya que su arribo al poder ocurrió en plena Segunda Guerra Mundial, conforme a lo que establece la tradición monárquica de la Gran Bretaña. Se hizo primer ministro a la edad de 66 años, nada más. Imagíneselo a esas alturas de su vida buscando la fuerza anímica para resistir los bombardeos alemanes y diciéndole a sus compatriotas: Échenle ganas y defienden la patria con su “sangre, sudor y lágrimas”.
Dejé al señor y volví a don Benito, quien fue presidente de México a los 52 años. “Ése no, mejor un poblano”, me dijo. Y el primero que se me vino a la cabeza fue, obviamente, Gustavo Díaz Ordaz: él sólo tenía 58 años cuando llegó a Los Pinos. “¿Y el más joven aunque no sea de Puebla?”, me cuestioné. Pues Carlos Salinas de Gortari, el “chavo” que ascendió al trono de la República cuando apenas tenía 40 abriles, tres más de los que hoy tiene mi entrevistado, dos más que Javier López Zavala, secretario de Gobernación y doce menos que el gobernador Marín.
Con estas disquisiciones generacionales esperaban que me recibiera Armenta. Habría de entrevistarlo en la mismísima oficina donde despacharon nueve gobernadores, dos de ellos destituidos por impopulares (Gonzalo Bautista y Moreno Valle) y el resto haciendo cosas buenas que parecían malas o al revés. Una vez frente a él, de sopetón le pregunté:
– ¿Por qué eres político?
–Cuando hice el servicio social en 1990 en el Centro Estatal de Estudios Municipales –respondió sin trastabillar, como lo hacen los muchachos cuando estudiaron su lección–, estudiaba el octavo semestre de Administración Pública. Me di cuenta que recorrer las comunidades, acompañar a la gente en la gestión (en ese tiempo armaba expedientes para el programa Solidaridad) era la mejor forma de involucrarse con la gente. Tenía 19 años cuando descubrí la satisfacción de servir.
En esos recorridos, dice, encontró su vocación. Celso Fuentes podría considerarse su primera relación jerárquico-burocrática ya que en aquellos entonces era el responsable del citado Centro. Y el ayuntamiento de Acatzingo la fragua (fue presidente municipal) donde la política lo templó.
–Tu trabajo actual es estar en contacto y llevar desde paliativos hasta soluciones a los marginados. ¿Qué piensas de los pobres?
–Representan la oportunidad de servir. Pero la pobreza no debe de entenderse como el punto de partida de una acción de gobierno. No. Hay que verla como un mecanismo de oportunidades: oportunidad para demostrar la eficiencia de un gobierno; oportunidad para sacar adelante a la gente; oportunidad para cumplir con nuestros objetivos. El problema de la pobreza tiene que ver con cuestiones de orden histórico cultural. Y un gobierno que no piensa en los pobres, no entiende la realidad de su país.
–La explosión demográfica es el fenómeno que trastoca cualquier proyecto de gobierno, a partir de ello ¿tú crees que algún día se solucionará el problema de la pobreza?
–La pobreza tiene que ver con la distribución de la riqueza, tiene que ver con cuánto se gana, cómo se gana, cuál es el reparto de las utilidades. La pobreza es un fenómeno social, es un tema de injusticia, de inequidad. Requiere que los gobiernos entiendan que hay personas excluidas del desarrollo. Y el gobierno está obligado a atender esas condiciones de exclusión. La marginación es un tema fundamental, una de las tantas expresiones pobreza. Tenemos que generar actividades y acciones para que esos grupos tengan oportunidades, avancen culturalmente, encuentren la forma de ser ellos su propia solución.
–México es un país de altos contrastes sociales. Muchos pobres y pocos ricos. Los primeros trabajando y consumiendo para que los segundos aumenten su riqueza. Dos fenómenos digamos que exponenciales ¿Si tuvieran oportunidad de hablar con los ricos como Carlos Slim, por ejemplo, ¿qué le dirías?
–El tema de pobreza tiene que ver con el tema de la solidaridad. Yo le diría a los ricos, no le ayudes a los pobres, sé solidario, sé corresponsable con la pobreza. Los grupos excluidos van generando una actitud de molestia, de rencor social con la gente que lo tiene todo. Ese fenómeno causa un problema de disociación. Este tipo de procesos generan revoluciones, actos violentos, delincuencia. Lo alentador es que hay empresarios socialmente comprometidos que piensan qué hacer para beneficiar a sus empleados, cómo cuidar su entorno y de qué manera ayudan a su comunidad. Hay que propiciar la competitividad, pero esa empresa y esa competitividad debe de ser racional, equilibrada; debe permitir que los excluidos tengan oportunidades. Eso le diría a los empresarios.
–¿Y los pobres?
–A los pobres se les ha exigido todo. Cuando hay una devaluación, son ellos los que sufren. Cuando hay incremento en los precios, son ellos los que lo resienten. A los pobres ya no se les puede pedir paciencia porque se han aguantado toda la vida. Organización. Ese es el tema fundamental. Y la educación va de la mano. Sin duda el único motor de transformación humana es la educación. Por eso es que el gobernador Marín le apuesta a la educación como instrumento para transformar, para fomentar el desarrollo y para impulsar la competitividad.
–Ignacio Ramírez fue pobre. Igual que Ignacio Manuel Altamirano y otros mexicanos de su época. Juárez también lo fue. Ellos pusieron las bases para crear y dar impulso a la literatura nacional y a la educación laica, gratuita y obligatoria. Fueron además los que cambiaron este país a partir precisamente de la cultura y la educación. ¿Tú crees que en esta época haya algún político o servidor público que tenga los tamaños para igualar las aportaciones de aquellos hombres?
–Sí, indudablemente. Yo veo en Mario Marín a una persona que salió del campo, que tuvo que bolear zapatos, que vender periódicos; que fue niño de la calle, que vivió en un orfanato; que a través de la lucha salió adelante y que ahora es gobernador. La pobreza genera en la población un sentido de supervivencia, que no existe en aquellos que tienen todo. Vemos a personas con talento que tuvieron que cruzar la frontera, pasar todas las adversidades y que salieron adelante. La gente que sufre en la vida, valora lo que sufre y lo que tiene.
–La aportación de los migrantes mexicanos es evidentemente económica. A lo que me referí fue a las aportaciones culturales. El éxito a veces llega a pesar de no estar sustentado en la cultura, ¿qué hacer entonces para que estos hombres de éxito le entren a la cultura?
–Hay gente que no tuvo oportunidades para dar a conocer su obra cultural ya sea porque no hay quien los promocione o porque no existe interés. Te puedes encontrar artistas que están en donde menos te lo imaginas. Cuando vamos a las festividades en los pueblos, en las ferias, en los barrios, encontramos distintas manifestaciones de cultura. Pero ahí están, encerradas, circunstancia que tiene que ver con el propio modelo de promoción que prevalece en el país.
–¿Y las mujeres? ¿Te convence la equidad de género? ¿Qué les dirías a las dirigentes de Puebla?
–Lo primero que hicimos en esta Secretaría, fue buscar la certificación de equidad de género que se establece para los organismos públicos. Es una de las cuatro que está certificada y una de las pocas en el país. Esto muestra que hay un reconocimiento. Pero es un asunto mucho más complejo que un simple reconocimiento: la mujer va a lograr la equidad a partir de que la mujer se entienda como sujeto y elimine su condición de objeto. Esto les diría: la mujer es sujeto de la relación social igual que el hombre. No se dejen.
–¿Cómo ves a los panistas?
–Como el partido que hoy gobierna. Pero también los veo cometiendo los errores que antes señalaban. Los veo sobrados, nos los veo humildes como cuando eran oposición. No entiendo ahora el bien común porque, según ellos, era la transformación para hacer bien todo, promover el desarrollo, la transparencia, la igualdad y combatir la corrupción. Hoy vemos que junto con su bien común cometen los mismos errores que antes señalaban. Los veo abusando del poder. Me queda claro que no es partido político sino la condición humana lo que define a la persona, lo que define al gobernante. El partido te pone al alcance su plataforma ideológica, su óptica sobre el desarrollo. Pero a final de cuentas en la persona es la que con su calidad humana determina si esa ideología funciona o si sólo la usó como instrumento y plataforma para alcanzar al poder.
–Tu opinión de Felipe Calderón
–Es un presidente que empieza y parece bien intencionado. Yo espero que continúe con la descentralización de los recursos públicos, que por cierto concluyó con el presidente Zedillo. Durante el gobierno de Fox vimos una etapa de centralización. Así el proceso se truncó. Tuvimos un retroceso en el federalismo. Aspiro a que el presidente consolide el federalismo para que también se consolide el municipio libre, que se le dé fortaleza.
–Si tuvieras que recomendar un libro a un político con poder ¿qué libro recomendarías?
–Me gusta leer a Sun-tzu, a Maquiavelo. Robert Green, Las 48 leyes del poder también es interesante. A veces en la política debes aprender a defenderte. A un político le recomendaría eso, El arte de la guerra y Las 48 leyes del poder. El espíritu de Bolivar; me apasiona lo que piensa el libertador. Creo que podemos hacer algo diferente en América.
–¿Podrías decirme en cinco definiciones cómo es el gobierno de Mario Marín?
–Un gobierno Auténtico. Que está cerca de los que menos tienen. Que impulsa una nueva generación. Que su principal preocupación es atender a quienes menos tienen. Que por su origen, por las características del gobernador, tendrá una nueva trascendencia en el nuevo eje del sistema político mexicano.
–Suponiendo que los pobres te nombraran su representante ante la sociedad, ¿cuál sería tu propuesta?
–Construir un modelo de atención a la excusión social, consolidar una política de estado. La pobreza sólo va a ser resuelta una vez que queden perfectamente constituidos los modelos de atención, donde se aproveche el potencial de la comunidad organizada. Que no sea una moda sexenal, sino un instrumento de obligación de aquellos que tienen la posibilidad de ejercer el poder público.
–Así como existe el programa “piso digno” ¿tú crees que podría instrumentarse un programa que se llamara vida digna? ¿Cómo cuál?
–Debiera ser. Es el esquema de este modelo de estado. El programa desapareció y ahora es el de vivienda digna. El desarrollo en Puebla se mide a partir de la condición en que se encuentra dentro de los hogares. Donde hay derechos humanos o no; donde se respeta a la mujer, o no; donde no hay educación o si la hay; donde hay servicio de agua potable; donde se tiene una inversión productiva; donde tienen posibilidades de contar con energía eléctrica o no. Para nosotros es fundamental evaluar antes de planear. Nuestro trabajo es fomentar el desarrollo familiar.
–Eres joven y parte del gobierno de “nueva generación”. Como tal ¿tú piensas que los rucos deben quedarse en su casa mirando a tus compañeros, para admirarlos o criticarlos? En este gobierno ¿hay puentes generacionales? ¿Cuáles?
–Cuando hablo de impulsar un gobierno que piense en una nueva generación, lo digo entendido que los paradigmas tienen un tiempo de duración, tienen ciclos. En este momento estamos viviendo esa transformación. El proceso de cambio no significa aniquilar o excluir; significa la evolución de la sociedad, de los partidos políticos. El concepto de nueva generación no puede estar representado a partir de la edad, sino de una situación de actitud. Un político joven puede pensar como un viejo político. Pero puedes encontrar a políticos maduros, con disposición, con lucidez mental, consolidados, con dinamismo, con ganas de hacer cosas, con ánimo para transformar. Hay que impulsar la experiencia, la amalgama. Hay jóvenes que tienen creatividad, innovación. El propio gobernador hace deporte, le gusta el fútbol. Ha invitado gente joven, pero a su lado también tiene gente madura, consolidada.
–¿Qué le propondrías al Gobierno, para modificar el sistema educativo?
–Hace unos días hablaba con Darío Carmona, secretario de Educación. A él le queda claro que si no transformamos el proceso normal del combate al analfabetismo, nos vamos a pasar veinte o treinta años alfabetizando. Hemos coincidido en el hecho de que sólo un proceso integral de alfabetización en las comunidades más apartadas, en donde se involucra la participación, en donde los jóvenes, los estudiantes nos ayuden a hacer una alfabetización masiva. Sólo con una estrategia de esta magnitud Puebla va a poder entrar en la próxima década a un proceso en donde la educación en primera instancia sea un instrumento de transformación en las comunidades de mayor exclusión en este tema. Hoy tenemos muchas escuelas que se ocupan sólo hasta la una de la tarde. Hay que aprovechar las instalaciones para formar a la comunidad.
Hasta aquí la entrevista. Después pasé al momento de la fotografía. Fue entonces cuando el secretario se puso un poco nervioso. “¿Cómo salir en la foto con esta camisa tradicional?”, supongo que pensó antes de la sesión porque dijo con la autoridad que le daba el ser nuestro anfitrión: “Ahora vengo. Voy a cambiarme la camisa porque la que traigo está muy fea”. Y en efecto, dos minutos después regresaron con la de “lujo”, la que lleva el logotipo de la dependencia, la que usa en las ceremonias de “gala” cuando acude a las comunidades a entregar los recursos económicos y materiales que los gobiernos federales y estatal asignan a su dependencia. Se puso la camiseta pues...