La cuarentena y los miserables

Política
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No sea miserable, ayude a los que pueda ayudar...

Si alguien me hubiera contado que veríamos al mundo sucumbir frente a un ser diminuto, invisible ante los ojos del hombre, desconocido, no lo habría creído. Le diría a ese alguien que seguramente salió de presenciar un guión de ciencia ficción llevado a la pantalla grande o que habría visto una de las películas de la trilogía famosa de Netflix; Pandemia, Virus o Epidemia. 

Pero como las catástrofes llegan sin previo aviso, así le llegó al mundo esta calamidad, que para los esotéricos es el rocío de un plaguicida que nos envió la naturaleza. Sí, la envió para atacar a la plaga más dañina que existe en el planeta, la humanidad.

La idea no es plasmar en este espacio cuestiones filosóficas o posibles complots bioquímicos para terminar con aquellos ciudadanos que representan una erogación significativa para los gobiernos alrededor del mundo, es para tratar de reflexionar sobre el momento y lo que podría hacer la sociedad en conjunto para salir airosa de este capítulo desafiante e incierto.

Viremos hacia el tema de los miserables. Primero que nada, este es un instante en la vida contemporánea del mundo que casi ninguno de nosotros habíamos vivido. Quizá algunos no sepan reaccionar, otros estén apanicados, aterrados, no pocos con ataques de ansiedad. Pero entre tanto desorden mental, surge la verdadera personalidad de los seres humanos que solo ven por sus intereses. A los que llamaré “los miserables”.

Los miserables

Nos encontramos en un momento de crisis económica, política y de salud. El quebranto económico es palpable y fue casi inmediato. Después del aviso del famoso “quédate en casa”, miles perdieron el trabajo. En México son muy pocos los que ahorran, los que ganan demasiado y se pueden dar ese lujo; el de tener unos millones guardados para soportar unos meses encerrados, continuando con su vida de consumo intacta. La gran mayoría no puede ahorrar nunca o lo que ahorran se va en un abrir y cerrar de ojos.

A todos les pega este momento. Grandes empresas, pequeñas y microempresas, cada una en su debida proporción. Es un freno súbito del dinero circulante de por sí mermado. Y para colmo, de igual forma da un golpe estrepitoso a la economía informal.

Para la industria muy grande con decenas de miles de trabajadores, tener en paro la línea de producción o cerrados los canales de venta que representan el flujo de efectivo, ingresos de la empresa, es un golpe económico brutal. Tiene un déficit en sus finanzas de cientos de millones de pesos y en algunos casos llegan a tener más de mil millones de pesos en pérdida en tan solo treinta días, esto por pago de nómina sin ingresos. Este tipo de golpe financiero le afecta hasta al gran consorcio multinacional poderoso e inquebrantable.

Para la pequeña o mediana empresa es exactamente igual. Si cuenta con ahorros, después del pago del ISR a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, ese ahorro desaparece en un mes de egresos sin ningún ingreso.

Para la micro empresa es mucho peor, pues vive al día con las ventas. Si un solo día no percibe los ingresos cotidianos, y que ese mismo día cataloga y separa para juntar los gastos de fin de mes, la nómina, la renta, la luz, y demás responsabilidades, se descompensa y quiebra. Así de sencillo, así de alarmante, así de preocupante.

Y ante este escenario catastrófico de crisis económica y despidos masivos, surgen los miserables. Aquellos que cobran la renta con amenazas, la incrementan. Quienes piden se pague la mensualidad por adelantado, por si te mueres. Los que suben los precios de los productos de la canasta básica. Los que se promocionan para contender por un puesto de elección popular en un futuro cercano o no tan cercano. Aquellos que venden productos curativos o preventivos que no funcionan. Los que reparten despensas y lo hacen entre carcajadas con un semblante de éxtasis futurista político. La lista es interminable, usted sabe quienes son y donde están y los recordará en el momento oportuno.

No son tiempos de mezquindad, son momentos de solidaridad. Aquel que tiene debe apoyar a sus semejantes. Si tiene 100 pesos no le quitará nada dar 10 pesos. Si tiene cien mil millones de dólares, no lo quitará nada aportar 10 mil millones. No existe ningún gobierno que logre tener a toda la sociedad con la tripa tranquila, sin hambre pues. Porque hay que recordar que el hambre de un hombre o el hambre del hijo de un hombre será suficiente para motivar a ese ser a hacer lo que sea necesario para saciar la necesidad de alimentos y si esto ocurriera exponencialmente, podríamos  visualizar las peores escenas apocalípticas en nuestro país.

El hombre sin dinero, pero con tranquilidad alimentaria, puede sobrellevar estos delicados momentos. A todos esos políticos que pagan para promocionarse como los salvadores del pueblo que dicen estar haciendo mucho en la crisis sanitaria, pero como siempre no hacen nada: donen ese recurso económico. A los genios de la computación: hagan una aplicación para que los ciudadanos pidan comida y se lleve un registro por aquello de los gandallas. A los centros de atención a clientes: apoyen a los que hagan la aplicación para que los que no tienen acceso a la información pidan ayuda a un 01 800 de manera gratuita desde una caseta de teléfono o desde el celular y ayuden a ser el canal entre los que tienen y los que no tienen, para que los que tienen aporten o le manden en un taxi normal o de aplicación la comida al necesitado. A los medios de comunicación: difundan este proyecto, que aún no se hace pero a alguien se le debe estar ocurriendo. La solución es entre ciudadanos, brindar seguridad alimentaria y ayudar al prójimo. Y si no se logra una iniciativa a gran escala, ayude si puede ayudar o pida ayuda al que lo pueda ayudar. Es una humilde sugerencia.

El que todos coman y si se puede tengan los servicios esenciales, hará menos drástico este crudo episodio de la humanidad. De no ser así, presenciaremos escenarios obscuros que jamás imaginamos en nuestras más negras pesadillas. Los cuadros de Goya serán postales paradisíacas llenas de colorido.

Solidaridad social, todos. Diezmo social Inmediato. Ayuda mutua.

He conocido historias terroríficas en Italia y España y sin ser malinchista, pero sí realista, en México serían mucho peores. Por poner un ejemplo: a los trabajadores de cualquier empresa española, los despiden por la contingencia. El patrón les paga una quincena, luego se van a paro y el gobierno les sigue depositando durante la contingencia el 70% de su salario, el mínimo es de 895 euros mensuales. El Estado español les deposita aproximadamente 8520 pesos a la quincena a los más “jodidos”. A la empresa le toca solo la primera quincena. ¿Verdad que no es lo Mismo? Y aun así están robando y saqueando.

Ojalá nos vaya bien en lo que está por llegar. Que los mitos del calor, el sistema inmunitario taquero, las vacunas, el color de piel, los anticuerpos por la influenza H1N1 no permitan que ese diminuto microorganismo nos aniquile, políticamente, socialmente, económicamente y humanamente. Que no sea un mito.

El escenario que se vislumbra no es nada alentador, así que políticos déjense de retóricas oportunistas, vacías e ignorantes, de pleitos y discusiones estériles, ya vendrán los tiempos indicados para realizar política carroñera, liosa, oportunista, de medio pelo, política de cuarta. Hoy es momento de unidad, solidaridad, profesionalismo, empatía y sobre todo de humanismo recíproco. Solo son un par de meses. De lo contrario nos llevará la China Poblana, nos cargará el payaso, valdremos progenitora.

No sea miserable, ayude a los que pueda ayudar. 

Hasta la próxima. 

Miguel C. Manjarrez