Mario Marín, entre la gloria y el infierno

Réplica y Contrarréplica
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El legado de Alejandro C Manjarrez

Una compilación de las mejores columnas políticas elaboradas por el periodista y escritor en la época digital. El periodo publicado en diarios impresos se denomina, crónicas sin censura. Búscalo en este portal.

Dime con quién andas y te diré quién eres.

Dicho popular

Más vale el buen nombre que las muchas riquezas.

Miguel de Cervantes Saavedra.

Que el PRI se parece a la Iglesia Católica… no hay duda. Que la Iglesia católica tiene parecido con el PRI… también es cierto. Que el gobierno de Calderón usa técnicas de la Iglesia y del PRI… todos los días lo vemos. Que la administración marinista a veces se “adorne” sin querer con los moños del PRI, de la Iglesia y del mandato calderonista… es un hecho que acabamos de comprobar.

¿Por qué mi comentario que para algunos resultará exagerado, irreverente u oficialista? Ah, pues es bien fácil aclarar los dichos y además sustentarlos. Vea usted:

Rivera Carrera ha sufrido su propio calvario gracias a la supuesta amistad que tuvo con el cura pederasta Nicolás Aguilar Cabrera, a quien, señalan sus enemigos y las autoridades gringas, protegió después de haberle perdonado sus pecados. Esa debilidad digamos que canóniga, le costó al señor del galero rojo, mejor conocido como "Eminentísimo y Reverendísimo monseñor Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de la Ciudad de México", el desprestigio con el cual pasará a la historia del México crítico cuya fuerza, hay que decirlo, se basa en la opinión de la mayoría de sus ciudadanos, católicos o no. El error de su eminencia consistió en apapachar y proteger a un delincuente reconocido y perseguido por la ley y desde luego por los padres de los infantes que violó.

Felipe Calderón Hinojosa anda en las mismas que su paradigma e inspiración divina, alias el “cardenalazo de petatiux”. Ello debido a los “errores” administrativos que cometió su “brother, nuestro afamado Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación y hasta hace poco el “niño rico” del gobierno federal, posición ésta que debería figurar con letras de oro en su currículo político. El tozudo empeño del presidente de México podría hacer las veces del búmeran aquel que al final de la jornada regresa con más fuerza para estrellarse en la cara de quien lo lanzó. Aquí y en China, Mouriño es pues un error político, falla o debilidad que hará que Calderón cargue esa “cruz” como si él fuese la estrella principal del calvario político nacional.

El PRI… ay el PRI. Cuántas fallas se le pueden achacar a este partido político… Haga usted la lista e iníciela con Carlos Salinas de Gortari, el mandatario en cuyo régimen “fuerzas oscuras” asesinaron a un candidato presidencial, a un cardenal de la Iglesia católica y a un presidente del PRI nacional. La consecuencia ya la sabemos: perdió la presidencia de la República después de haber impuesto a Ernesto Zedillo (el “loco” que metió a la cárcel a Raúl Salinas, hermano de su hacedor). Y lo peor: quitaron los durmientes y se abrieron los rieles por donde transitaba el tren de la Revolución, vías ahora manejadas por varios operadores, cada cual jalando para su lado.

Bueno, a pesar del panorama bosquejado a vuelapluma, ni la Iglesia Católica mexicana, ni el PRI nacional, ni el gobierno de Felipe Calderón pueden ser juzgados por las fallas u omisiones que cometieron los miembros del rebaño. De ninguna manera. Un “pecador” o una falla en el procedimiento, no hace escuela (hasta hoy) y menos aun debe ser usado como argumento para juzgar a las instituciones o a los gobiernos, como el de Mario Marín Torres, por ejemplo, a menos que…

La excepción que sigue a los tres puntos finales del párrafo anterior, sería que el gobernador no tomara cartas en el asunto que se ha conformado con la detención en Estados Unidos de Rubén Gil Campos, presidente municipal de Izúcar de Matamoros, caso que, chueco que derecho, involucra a sus amigos y socios, entre ellos el señor Carlos Olamendi Torres, por cierto hermano de Patricia, ex subsecretaria de Relaciones Exteriores y presidenta de la Comisión de Estupefacientes en Naciones Unidas. Las “cartas” a que me refiero es que de manera comedida gire sus instrucciones a Mario Montero Serrano, secretario de Gobernación, para que cuanto antes se busque el relevo del “Alto Comisionado de la Comisión de Atención a Migrantes Poblanos”. Y que le dé a ese organismo la institucionalidad que exigen y merecen los millones de poblanos que todos los días envían dólares a Puebla.

¿Y yo por qué?, dirá el señor Olamendi. La razón quedó escrita y ha sido bastante difundida. Además de ello porque su presencia en la Comisión dividió a los diferentes grupos de migrantes que hasta antes de su llegada estaban unidos en torno a las políticas que sobre el tema diseñó el gobernador Mario Marín Torres. No lo quieren pues. Y según la costumbre y directriz de la DEA, es probable (así lo indica la lógica) que don Carlos sea uno más de los puntos clave en la investigación que produjo la detención de Rubén Gil, amigo y socio de Olamendi.

Sin tratar de leerle la buenaventura a los gitanos del gobierno (léase Mario Marín, el mejor de ellos), mantener en el cargo al Alto Comisionado actual implica el mismo riesgo que corrieron el cardenal, el PRI y Felipe Calderón, con un agregado: la prensa nacional y los grupos antipriistas le traen ganas, le tienen ojeriza. “Qué prefieres –le podría decir el señor de arriba–: la gloria o el infierno… 

Alejandro C. Manjarrez

3/3/2008