Cuando la gente los conciba solo como las ratas que son...
“Es necesario que todo el mundo aprenda a reírse de esos monigotes ridículos y siniestros que dirigen a la nación como si por su boca se expresara la historia, no la viva, eso nunca, sino la que ellos han embalsamado. Cualquier novedad los amedrenta. Cuando la gente los conciba sólo como las ratas que son, los loros que son, y no como los soberbios leones y pavorreales que creen ser, cuando detecten, ¡claro que eso llevará tiempo!, que son objeto de risa y no de respeto ni temor, algo podrá comenzar a transformarse; para eso es necesario hacerles perder base; están preparados para responder al insulto, aun al más violento, pero no al humor.”
Lo escribió Sergio Pitol en su libro El arte de la fuga. En él hizo referencia a su conversación con Carlos Monsiváis, autor de esos conceptos. Corría, dice, el año 1962.
Han pasado cinco décadas y lo que parecía una interesante teoría resultó la estrategia a seguir por quienes escribimos sobre política. Hay que reírnos de los políticos, “ridiculizarlos, hacerlos sentir desamparados”. A ver si cambia algo. “Una labor de Sísifo, sí —recuerda Pitol—, pero vale la pena emprenderla”.