Puebla, el rostro olvidado (Mimetismo político)

Réplica y Contrarréplica
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

MIMETISMO POLÍTICO

Cuando los republicanos triunfaron sobre los imperialistas, sus autoridades se vieron precisadas a poner otro nombre a la institución.  Esta vez recibió la denominación de Colegio del Estado, que perduró hasta 1937 con algunos cambios pasajeros como el de Colegio Nacional en 1843 Y Colegio Imperial del Espíritu Santo durante el Imperio de Maximiliano. Y aunque el Clero fue retirado de la administración del colegio a partir de que se estableció el régimen republicano, muchos de sus maestros y rectores surgieron de las filas sacerdotales.

Desde el punto de vista docente, en el siglo pasado la máxima casa de estudios también vivió tiempos difíciles. En 1843, por ejemplo, solo había 233 alumnos; sin embargo, a pesar de la crisis, su calidad académica nunca se perdió.

Fueron precisamente en aquellos tiempos cuando de sus aulas salieron Intelectuales de la talla de José María Lafragua, por Fernando y Manuel Orozco y Berra y Manuel Carpió.

Una vez derrotado el régimen de Maximiliano, la institución adoptó nuevos y mejores planes de estudios que pretendían erradicar el conservadurismo implantado por Antonio López de Santa Anna. Entonces sirvió para enriquecer la cultura de los hombres que transformaron la educación superior en México. Es el caso de Guillermo Prieto, de Ignacio Ramírez, “El Nigromante”, y de Ignacio Manuel Altamirano (nombrado presidente del Colegio en 1881, cargo equivalente al de rector).

Durante el porfiriato El Colegio del Estado estuvo bajo la severa supervisión de la dictadura. Ello propició que germinara la semilla de rebeldía y que la mayoría de los estudiantes decidieran promover la libertad, la igualdad social, la justicia y la fraternidad. En su seno académico nació la repulsa de los jóvenes contra la dictadura. Y aunque este rechazo se manifestó en secreto, clandestinamente, sus protagonista arriesgaron la vida debido a la represión que por aquellos años ejercía el mandato porfiriano. De ahí que cuando  Francisco I. Madero llegó a Puebla encontrara una decidida, abierta y valiente participación de los estudiantes en la búsqueda de la democracia.

Nueve años después de terminada la dictadura de Porfirio Díaz en 1919, el gobernador Alfonso Cabrera Lobato tuvo serios enfrentamientos con los estudiantes. Enrique Cordero y Torres nos comenta en su libro “La historia del periodismo en Puebla”, que los jóvenes se revelaron porque el gobierno había cerrado las puertas del Colegio del Estado. El atentado contra la cultura poblana fue recurrido por un amparo que tramitaron los alumnos.  La justicia federal abrió las puertas del edificio, pero el doctor Cabrera, en su terquedad y burlándose de los “amparitos”, las mandó cerrar media hora después arguyendo la falta de maestros que se hicieran cargo de las cátedras. En pleno uso de sus facultades como gobernador había cesado a todos los maestros.

Alejandro C. Manjarrez