MANO NEGRA
Si nos basamos en que la historia es el prólogo del porvenir, podemos afirmar que en la UAP han ocurrido y seguirán ocurriendo hechos previsibles. Hay muchos antecedentes para analizar. He aquí algunos:
La expulsión de los jesuitas y su retorno al poder educativo. Los movimientos políticos del México independiente y la intromisión de Maximiliano, cuyos efectos cimbraron el antecedente de la Universidad Autónoma de Puebla. El menosprecio a la vida académica demostrada por Alfonso Cabrera, gobernador que se declaró enemigo del entonces Colegio del Estado. El cacicazgo avilacamachista, que quiso darle un sesgo terrible a la vida universitaria (varios de sus gobernadores propusieron la militarización de la UAP). La actitud de Nava Castillo, Moreno Valle y Bautista O’Farril, quienes por parcializarse con la derecha poblana (en esa época enemiga de la UAP) pagaron un costo político tan alto como lo fue su destitución. Y la mano negra de Mariano Piña Olaya, personaje que propició algunas violaciones al estatuto universitario y a la Constitución de la República.
La lucha contra el malpiquismo favoreció al grupo mejor capacitado y adaptado con la modernidad oficial, pues en ambos bandos actuaron pupilos del ingeniero Luis Rivera Terrazas. Por ello, los velecistas pudieron designar como rector a Juvencio Monroy quien, como las criadas, salió respondón al presentar su proyecto de ley orgánica, por ello las alianzas que buscaron con los que habían apoyado a Malpica; por ello el interés de controlar la mayoría del Consejo Universitario para negociar la estabilidad alterada por las transgresiones; y por ello la destitución de Monroy para colocar en su lugar a Eduardo Jean Pandal, un funcionario a la medida de las circunstancias.
Pero como nadie sabe para quien trabaja, el beneficiario de todos esos dislates resultó ser José Doger Corte. Al llegar a la rectoría, el alumno político de Alfonso Vélez Pliego, sacó a relucir sus habilidades y experiencia política. Cooptó a los insurrectos, impulsó a los conflictivos, animó a los resentidos, oxigenó a los agotados, jubiló o liquidó a los estorbos y creó la nueva estructura que satisfizo las expectativas del gobernante en turno. Puso, pues, los cimientos para la universidad pública planeada en el mando federal seis años antes de que él llegara al Máximo cargo de la BUAP.