Puebla, el rostro olvidado (El mosaico, DHIAC)

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EL MOSAICO

Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC)

En Puebla, como en todo el mundo, los gobernantes son continuamente coaccionados por grupos surgidos de diferentes sectores de la sociedad, los cuales, supuestamente, buscan mejorar el bienestar social y, de pasadita, la presencia pública de las facciones que representan. O a la inversa, según les convenga.

Estos grupos, llamados de tensión, se ubican en todas las áreas del espectro político poblano. A la derecha están: Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC), la Junta de Mejoramiento Moral Cívico y Material del Municipio de Puebla y el Consejo Coordinador. Empresarial (CCE).

En el centro tenemos a los priistas: Confederación Regional de Obreros Mexicanos (CROM); Sindicato Estatal de Trabajadores de la Educación en Puebla (SETEP), y El Sindicato de Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado e Institutos Descentralizados.

Y por la Izquierda caminan (o caminaban si ya desaparecieron) la Federación Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (FIOAC), la Unión Central de Obreros Agrícolas y Campesinos (UGOCM–Roja) y la Unión Campesina Independiente (UCI), rival jurada de Antorcha Campesina, organización que por su estilo merece trato en un capítulo especial.

DHIAC

Esta Organización se fundó en Puebla el 31 de mayo de 1983, y su primer presidente fue Jaime Aviña.

Oficialmente, el trabajo político lo efectúa al margen del partido afín, pero en la práctica todos sabemos que ideológicamente está ligada al partido Acción Nacional (PAN). Durante su existencia ha tratado de concientizar a las clases medias y altas de la capital poblana y a los ricos de los principales municipios de la entidad. Nos ha acostumbrado a escucharle conceptos con el estilo levítico y la ideología decimonónica que usaba la reacción de la Puebla de los Ángeles. El Movimiento Familiar Cristiano y las escuelas confesionales también forman parte de su esquema promocional.

Según Alejandro Gallardo Arroyo, autor de “La derecha en Puebla”, la dirigencia del DHIAC no desperdició ninguna alianza posible y encontró en la Universidad Popular Autónoma de Puebla “el campo propicio para formar sus dirigentes de igual mentalidad que los antiguos militantes del Frente Universitario Anticomunista”. Pudo hacer realidad la implantación de su programa que, en síntesis, busca “reducir la acción del gobierno federal o estatal, según sea el caso; eliminar el corporativismo gubernamental en las acciones de masas; liquidar el estatismo en la economía; mediatizar o desviar el proyecto nacionalista mexicano; difundir con sus medios masivos de comunicación la ideología imperialista, y educar al pueblo”. A seis años de distancia, es obvio que lograron cumplir algunas de sus metas y que, de seguir los éxitos, tendrán que cambiar varios puntos del programa original.

Como primera actividad política abierta apoyó al PAN durante el proceso electoral de 1983, concluido el 29 de noviembre de ese año. Buscaba que ese partido ganara la alcaldía de la capital poblana, triunfo que ocurrió doce años después.

Al siguiente año y ensoberbecidos por lo que llamaron su triunfo o el despojo de su triunfo, sus dirigentes integraron grupos de activistas para apoyar al PAN durante las elecciones federales de 1985. En esa ocasión su labor fue decepcionante a pesar del entusiasmo que demostraron.

En 1986 el grupo se mantuvo en una línea declarativa congruente con los puntos básicos de su discurso: la lucha en favor de la libertad, la justicia y la democracia y contra la dictadura, la corrupción y la lucha de clases. Estos conceptos los usó de acuerdo a la perspectiva de sus intereses. Ese año la agrupación manifestó su interés en convertirse en partido político, sin embargo, debió continuar con la tarea de crearse una imagen democrática y antagónica al priismo que, según ella, representaba a la dictadura basada en la corrupción.

Para el DHIAC esa dictadura era (y es) la causante de los desastres económicos, políticos y sociales del país. Supone entonces (y lo sigue suponiendo) que la política mexicana estaba apegada al paternalismo estatal. Sus teóricos afirmaban que resultaba trágico el manejo del 70 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) por parte del gobierno que oculta cómo se distribuye y no dice por qué el “5 por ciento de la población total (dispone) del 46 por ciento del PIB”.

Este grupo se fue consolidando e la medida en que el PAN se fortalecía. Su presencia y actividad se apoya en la difusión que hace en la prensa nacional e internacional y aprovecha la época de elecciones para integrar cuadros de apoyo para “vigilar y dar fe” de las irregularidades suscitadas en esos procesos. Gracias a su actividad inicial ganó la fama de ser un grupo muy activo para contrarrestar los resultados electorales adversos a los panistas.

Los fines prácticos e inmediatos e del DHIAC, –dice Alejandro Gallardo Arroyo– tienden a aprobar a los grupos económicamente favorecidos.

“La derecha en los tiempos de bonanza no logró hacer una planta productiva que les permitiera ser autosuficientes. Por el contrario, el país es más dependiente y ellos se aprovecharon de la crisis para hacerse más ricos sacando dinero para protegerlo, burlándose del fisco, encareciendo las mercancías y además, sacándole provecho al dinero de los bancos (que en realidad es de los cuentahabientes) para financiar a las empresas que atomizan las cargas fiscales con “donativos” o “gastos publicitarios” disfrazados para ocultar su verdadero destino: el PAN.

Para el investigador los chicos y las chicas del DHIAC pretenden confundir la historia y la estructura económica social con historietas y argumentos ficticios. Para lograr sus objetivos –insiste Gallardo– el DHIAC no duda en llegar a situaciones paradójicas: llama a los ejidatarios irresponsables y pedigüeños, “consideración en extremo visceral y anticristiano” porque “desconocen la manera en que se distribuye el gasto público, particularmente los subsidios al sector secundario y la estructura fiscal que ha permitido el engrandecimiento del sector terciario, con una inversión que no puede comprarse a sus utilidades“.

En 1987 los militantes de este organismo decidieron apoyar la campaña para, para buscar la presidencia de la República, emprendió el ingeniero Manuel J. Clouthier “Maquío”. Su participación fue muy activa durante 1988 y se distinguieron por su estricta disciplina a las consignas del candidato.

Posteriormente le ayudaron a lograr el control político del PAN. Y el “charm” capitalista que les envuelve, puesto al servicio de Maquío, pudo haber influido para que sus símiles norteamericanos soltaran los dólares que enriquecieron la campaña del ingeniero, o para captar el dinero proveniente del fondo destinado a impulsar la democracia en América Latina.

El poblano Alfredo Sandoval González ocupó la dirigencia nacional (1989). Puebla estuvo representada entonces por Francisco Olmos. El financiamiento del DHIAC provino de aportaciones personales principalmente. Y entre los más destacados mecenas registrados en sus libros, destacan Lorenzo Servidje y Manuel J. Clouthier. Son inocultables sus ligas con la jerarquía católica y con importantes empresarios que le han permitido sobrevivir al fortalecimiento de Acción Nacional obtenido por el control de los ayuntamientos de las principales capitales del país y el gobierno de varios estados. Y todavía forma parte del proyecto generacional de éste partido que parece estar listo y confiado de ganar las elecciones del 2000, siempre y cuando se recuperen del caos de 1988.

Alejandro C. Manjarrez