Puebla, el rostro olvidado (Burocracia)

Réplica y Contrarréplica
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BUROCRACIA

Por tradición, los burócratas han sido un sector sumiso a la voluntad del gobierno. Su organización sindical reproduce  esa realidad fielmente, y sus movimientos de avance o retroceso en organización y efectividad, dependen totalmente del apoyo o la simpatía que el mandatario estatal en turno prodigue al dirigente. Y de cómo éste interprete las directrices del intermediario entre sindicato y gobierno. 

    En el gobierno del doctor Alfredo Toxqui, entre 1973 y 1975, se dio abrigo a un movimiento independiente de democracia sindical. La intención era suplir al profesor Zamora. El encargado fue Gustavo Castell Sosa, quien llegó a ocupar interinamente la secretaría general.

     Una vez electo por el consenso de los trabajadores, Castell no quizo escuchar nunca más la palabra democracia. Reprimió a la disidencia sindical y poco a poco se convirtió en un dirigente indiscutible del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Estado e Instituciones Descentralizadas. 

     De 1948 a 1985, una coalición de exlíderes intentó rescatar el sindicato, pero perdieron definitivamente en septiembre de 1985, cuando se consolidó el grupo de Castell con el apoyo de Reynaldo Ruiz Cerón.

     La asociación no fue eterna. En 1986, los burócratas sindicalizados eligieron a Ruiz Cerón secretario general del sindicato. Ese fue el momento oportuno para desembarazarse de la tutoría de su protector, y Castell Sosa fue totalmente desplazado. En la elección interna de 1987, Ruiz Cerón obtuvo la simpatía del gobernador y combatió a los disidentes hasta lograr imponer su influencia.

    El 24 de febrero de 1988, el sindicato se convirtió en un instrumento muy útil para minimizar las expresiones de inconformidad de los empleados del gobierno. La represión al movimiento independiente de choferes del Sistema de Transporte Poblano, sólo fue una muestra. Y el jugoso retiro de sus líderes, una prueba de que no hay burócrata que resista un cañonazo de cincuenta mil pesos en oro, disparado desde las baterías del palacio de gobierno.

Alejandro C. Manjarrez